Momentos inolvidables de una pareja con química

Una de las parejas con más química en el cine fue la formada por dos hombres: Paul Newman y Robert Redford. Ambos fueron dirigidos dos veces por el mismo director en dos historias redondas. Primero, Dos hombres y un destino en 1969 y después El golpe en 1973. ¿El hombre que les unió y dirigió? Un director a estudiar y reivindicar: George Roy Hill.

El hombre con los ojos azules más hermosos y el hombre con el pelo rubio más codiciado y ambos con sonrisas de quitar la respiración fueron amigos dentro y fuera de la pantalla. La primera película es una historia del lejano Oeste, de dos forajidos y fuera de ley románticos, divertidos y maravillosos. Ambos enamorados de una bella maestra de escuela pero con un único destino posible en el violento mundo del western. A la película le envuelve un aire de nostalgia. Como nostalgia es lo que rezuma esa broma magnífica, de guión redondo, que se llama El golpe. Los años treinta, el mundo de la Depresión y el mundo de dos profesionales timadores y su grupo de amigos son los ingredientes que la hacen redonda. Esta vez Redford y Newman son dos timadores, inteligentes, dinámicos y divertidos que traman un plan para desplumar a un mafioso del que quieren vengarse por haber eliminado, de manera brutal, a un cálido compañero de profesión.

Dos películas que tienen ya el rango de míticas (ambas editadas hace poco en dvd en ediciones especiales). Mágicas. Donde dos hombres derrocharon toda su química y encanto… las llenaron de momentos inolvidables

La escena y el diálogo de dos fuera de ley a punto de tirarse por un acantilado. Las miradas complices y sonrisas amistosas en el Oeste en compañía de la profesora o sin ella. Los dos hablando de planes y sueños, de amistades, aunque la muerte les acecha. Redford de tío duro y silencioso pero leal, con un bigote que le hace si cabe más atractivo. Newman de tipo encantador, el cerebro de las fechorías, el de la sonrisa que desarma, el que monta en bicicleta y cuida con palabras hermosas a la amada.

Los dos timadores más simpáticos de los años treinta. Uno borracho como una cuba y el otro impaciente por preparar la venganza. Ambos hermosos y llenos, de nuevo, de miradas y sonrisas cómplices. Su transformación en hombres elegantes, de posibles, a pesar de venir de lo más bajo. Su simpatía, siempre, que les hace líderes y que les sigan en descabellados timos. Un regalo para la vista.

Siempre se ha especulado con su vuelta a las pantallas… ¿habrá una tercera? Su química ya es inmortal.

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