El sueño de Ellis (The inmigrant, 2013) de James Gray

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The inmigrant es una vuelta al melodrama del cine silente donde una heroína con rostro de Lilliam Gish o de Janet Gaynor se convierte en símbolo del sufrimiento y la desgracia. Y el rostro de Marion Cotillard expresa y habla, la cámara recoge su cara como si fuera una Madonna o una María Magdalena penitente. James Gray ofrece su obra más redonda y emocional con una historia desgarrada sobre una inmigrante que alcanza una tierra prometida que se convierte en pesadilla. Es como si atrapara a Edna Purviance después de su llegada a la isla Ellis en ese corto mítico de Charles Chaplin, Charlot emigrante (The inmigrant, 1917). Una Edna Purviance que nunca se hubiese encontrado con Charlot… y de pronto se viera sola en la fila de inmigración con su madre enferma y con una travesía a sus espaldas más que dura…

Aquí la protagonista, la polaca Ewa (Marion Cotillard o mejor dicho su rostro icónico) vislumbra la Estatua de la Libertad en 1921 junto a su hermana Madga (que durante la travesía ha enfermado de tuberculosis). En la isla Ellis en cuestión de segundos el sueño de ambas se desmorona, después de múltiples penurias (huyen de la gran guerra…), las separan en la fila de inmigración pues Madga no pasa la revisión médica y la ponen en cuarentena pero Ewa tampoco logra pasar ‘por conducta no moral en el barco’ y además le informan de que sus tíos no han ido a buscarlas y que la dirección que llevan es falsa. Aquí tan solo es el principio del calvario de Ewa, que lo único por lo que se mueve y lucha es para volver a reunirse con su hermana. La Estatua de la Libertad se convierte en una broma pesada, muy pesada (sobre todo cuando es el papel asignado a Ewa en un espectáculo picante, de varietés). En la vida de Ewa se cruza Bruno (Joaquin Phoenix) un joven judío vinculado al mundo del espectáculo (que esconde realmente su papel de proxeneta), que se dedica a buscar inmigrantes con problemas en la Isla de Ellis para echarlas el lazo y a cambio de ‘ayudarlas’, introducirlas en la prostitución. Siguiendo con el simbolismo de la Estatua de la Libertad, es lo primero que vemos, desde el especial punto de vista de Bruno (el que atrapa la libertad de Ewa y al que ella aferra dos veces de la mano aunque sabe y siente lo que esto implica)… Así empieza un vínculo dependiente, consciente y complejo entre Ewa y Bruno, un vínculo que los transforma a ambos y los lleva por caminos inesperados… Y el ‘equilibrio’ de esta relación dependiente queda roto y hace que evolucione por otros caminos por un tercer personaje en discordia: el ilusionista Orlando (Jeremy Renner), primo de Bruno y su contrincante en la vida y en el amor.

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James Gray no solo elabora una película bellísima en su puesta en escena y en el empleo del lenguaje cinematográfico sino que usa con elegancia las claves del melodrama silente norteamericano (además de otras referencias cinematográficas evidentes sobre la inmigración, EE UU y la llegada a la isla Ellis… y a las pobladas calles de Nueva York de principios del siglo XX. Me refiero claro está a América, América, El padrino II o Érase una vez en América… ) sin abandonar su universo personal y sus temas recurrentes. Así Gray vuelve a acudir a uno de sus actores fetiches, Joaquin Phoenix (al cual le deja uno de los personajes más complejos), bebe del lenguaje cinematográfico clásico y lo ejecuta a la perfección, narra una historia donde no faltan los complejos lazos familiares, la redención de sus personajes protagonistas, las relaciones dependientes y un marcado sentimiento de culpa con una presencia acusada de la religión católica. Por otra parte como todo buen melodrama, acompaña la historia de una banda sonora que apetece escucharla y quedarte en los títulos de crédito finales solo por seguir disfrutándola (que es obra del compositor Chris Spelman, que desde La noche es nuestra ha trabajado en el apartado musical para Gray).

Una cuidada puesta en escena hace de El sueño de Ellis una película hermosa que además continuamente nos está contando cuestiones claves a través de las imágenes. Y deja secuencias para analizar plano por plano como el bellísimo tramo final en la isla Ellis no solo por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta. O emociona lo poderosas que son visualmente dos de las escenas clímax: la maravillosa secuencia de Ewa en la Iglesia y su confesión o la última discusión entre Bruno y Orlando en el apartamento del proxeneta. Además hay una cuidada ambientación de cada uno de los espacios en los que se desenvuelven los personajes: las dependencias de la isla Ellis, el teatro de variedades donde trabajan Bruno y las chicas (un teatro amenazado a desaparecer por el mundo del cine), los apartamentos donde viven Bruno y su compañía de ‘palomitas’, los baños públicos, el túnel donde Bruno prostituye a sus chicas…

La compleja relación entre los protagonistas (y sus personalidades difíciles, sobre todo las de Ewa y un complejo Bruno) y las andanzas de ese trío de supervivientes (porque eso es lo que son los tres: Ewa, Bruno y Orlando) así como sus maneras de afrontar la realidad (desde el sufrimiento y el sacrificio, desde un ilusionismo que se desvanece en cada paso o desde la elaboración de un espectáculo que se desmorona en cada momento…) hacen de El sueño de Ellis una película para conservar en la biblioteca de la memoria cinéfila.

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24 comentarios en “El sueño de Ellis (The inmigrant, 2013) de James Gray

  1. Y yo sin verla, mira que esta se me paso y leyéndote me da que me perdí algo. Le pondremos remedio a no tardar o si, que ahora da pereza todo Cuidate

  2. Vaya, es lo más entusiasta que he leído de ella. Hasta ahora, todo eran tibiezas y debilidades.

    Gray me parece más un director de estilos que de historias, uno de esos que acumula referencias cinéfilas en cada título, tributos y deudas, aunque, como suele escoger con gusto, eso ayuda a los acabados. A esta no le tenía ningunas ganas hasta leerte.

    Mucho me temo, eso sí, que la memoria cinéfila está cerrada. Ya nada perdura en la pantalla.

    Besos

  3. Completamente de acuerdo contigo aun sin acumular tanta sabiduría sobre sus intérpretes, director, referencias etc. Yo simplemente me sumergí en la historia y viví con dolor unas vidas de ficción pero tan reales, tan al borde de la desesperación y a la vez tan fuertes y luchadoras…y esa isla donde tantos sueños se frustraron y otros se consiguieron a fuerza de dejarse la piel en el intento. Me conmovió profundamente y creo que eso es una de las funciones de las historias que nos cuenta el cine.

  4. Mi querido Plared… ¡no se te pasó! aunque se estrenó en el festival de Cannes del año pasado, se estrenó en cines aquí por estos lares la semana pasada… pero ¡tenía unas ganas locas de verla desde hacía un año! y no me decepcionó en absoluto. Ya me contarás si la ves (seguro que tú siempre vences a la pereza), qué te parece.

    Beso
    Hildy

  5. Mi querido Alfredo, sí, es cierto que ha sido recibida con tibieza… pero a mí me encantó por todo lo que cuento. Merece la pena muchísimo tanto por el estilo con cómo cuenta su historia Gray como por lo que cuenta. Así como su puesta en escena de un melodrama que recuerda a los del cine silente. A mí me ha parecido su mejor película y más redonda de su filmografía.

    Besos
    Hildy

  6. Mi querida Mariarosa, efectivamente, conmueve. Y, para mí, como espectadora una de las funciones del cine es que logre sumergirme en las historias que transcurren en la pantalla blanca. Con El sueño de Ellis como a ti, me sucedió. Pude sumergirme y no salirme hasta el final de la proyección.

    Besos
    Hildy

  7. El principal problema del film es que si no conectas con Griffith, Chaplin, Von Sternberg… te defrauda; personalmente me encanta Gray pero no he entrado en el film de la misma manera que no entro en Griffith, Chaplin, Von Sternberg. Eso no quita que sea una buena película, algunos planos son para enmarcar, y lo fácil hubiera sido tomar el melodrama clásico de Sirk, Minnelli, Powell & Pressburger pero Gray se queda con riesgo abandonando relecturas postmodernas en su estilo, como hace Todd Haynes por ejemplo, para ser clásico con mayúsculas como Terence Davies. Por mi parte me sigo quedando con “Two lovers” i “The immigrant” la dejo para volverla a ver para apreciarla al 100%.
    Un saludo.

    Josep M.

  8. Es verdad, Josep, que a veces ante una película puedes sentir una cierta falta de conexión (o no compartir la sensibilidad de la película) pero no por ello no apreciar que es una buena película. Y explicas muy bien por qué, porque alguno de sus referentes tampoco te hacen vibrar… Yo estoy segura de que volveré a ver más de una vez The inmigrant. Ahora que nombras a Terence Davies, recuerdo lo que me entusiasmó The deep blue sea, también un maravilloso melodrama, que tanto me recordó a otros dos clásicos melodramas británicos: Vivir un gran amor de Edward Dmytryk (que Neil Jordan crearía un bello remake) y Amigos apasionados de David Lean. Y totalmente de acuerdo con que algunos planos de El sueño de Ellis son para enmarcar…

    Besos
    Hildy

  9. Pues mira que no la tenía yo muchas ganas pero después de leerte me ha entrado el gusanillo…

    Se me empiezan a acumular, pardiez! y es lo que decía en cá Licantropunk: la época estival e ir al cine se tiran pelín de los pelos. Eso y que no hay horas, o eran días?, suficientes.

    Un beso

  10. Querida, querida Marga…, a mí me gustó mucho, mucho, mucho… El melodrama es una de mis debilidades (es que me pones uno… y yo me pierdo…) y éste es realmente brillante. Llega, llega hondo.

    Ja, ja, ja…, tienes razón pero ¡en las salas de cine hay aire acondicionado… y a veces en tardes muy pero que muy calurosas, se agradece una tarde en la sala de cine y después una terracita…!

    Beso
    Hildy

  11. Querida Hildy,
    La vi ayer mismo, y habiéndome gustado bastante, creo no obstante que es la que menos me ha entusiasmado de James Gray. A falta de ver su opera prima “Little Odessa”, en un hipotético orden de preferencia, “Two Lovers” sería la primera, seguida por “The Yards”, “La noche es nuestra” y esta última.
    Como melodrama que aúna conflicto individual con crítica social me parece admirable, y encuentro muy atinadas las conexiones que estableces con diversas heroínas del cine mudo. Y ahí están los temas recurrentes de Gray: la familia como refugio y como problema, la lucha contra el destino, el amor obsesivo. Visualmente es fantástica, con ese cromatismo terroso tan característico de Gray, aún mejor empleado en “The Yards”. Creo, sin embargo, que el personaje de Jeremy Renner está peor dibujado que los de Cotillard y Phoenix, y el triángulo amoroso se resiente de ello, no es tan palpitante como los de Phoenix-Paltrow-Vinessa Shaw en “Two Lovers”, o Wahlberg-Phoenix-Theron en “The Yards”. Joaquin Phoenix está, una vez más, prodigioso, y su fructífera colaboración con Gray daría para un buen análisis. El plano final es inolvidable, un espejo sirkiano propiciando una variante poética del split screen.
    Es una maravilla pensar que Gray tiene tan sólo 44 años, y que es posible seguir esperando con ansia estrenos suyos por muchos años. De pocos cineastas actuales podemos decir eso.
    Besos,
    Javier

  12. Amen. De la a a la z. Este tío juega en otra liga, y ya vendrá quien le reivindicará dentro de 15 o 20 años…y entonces yo diré….frene usted el carro, que yo conozco a una que se llama Hildy que ya lo dijo en su momento. Extraordinario texto.Un abrazo

  13. Mi querido Javier, a mí me encantó Little Odessa y solo me falta de su filmografía The Yards (La otra cara del crimen). The inmigrant es la película que más redonda me ha parecido de Gray y que más me ha gustado. Creo que los personajes realmente son Cotillard y Phoenix y esa relación de dependencia, redención y sacrificio que establecen entre ellos. Y el personaje de Renner es el que provoca la catarsis, el rumbo o una evolución en la pareja protagonista, el que desencadena todo el maravilloso final. El personaje de Renner, que finalmente solo es un ilusionista… y no un salvador (por lo menos consciente)… En realidad no existe el trío sentimental…

    Ay, Joaquin Phoenix… qué tío. Cuántos personajes complejos ha sido capaz de poner en pie… y que no nos olvidemos de ellos. Me quedé con su rostro en Todo por un sueño… y no ha parado.

    Todavía, efectivamente a Gray le quedan muchas historias por contarnos.

    Besos
    Hildy

  14. Ja, ja, ja, mi querido Victor, muchas gracias… Veo que compartimos mirada en El sueño de Ellis… Cómo la disfruté.

    Estoy segura de que dentro de quince años The inmigrant seguirá valorándose y generando análisis nuevos…

    Besos
    Hildy

  15. Vista.

    Y lamento, mis queridos Hildy y Víctor, ser de nuevo el cenizo de turno. No sólo no creo que esta película vaya a pasar a ninguna posteridad (hace años que el cine que se produce va a ser pasto del olvido; la posteridad frenó hace décadas), sino que Gray está dando preocupantes señales de un vacío esteticismo. Si «Two lovers» tenía un planteamiento interesante que se malograba hasta, en algunos aspectos, llegar al ridículo, en esta película, sin llegar a tanto, le ocurre algo parecido. Y es que no me la creo nada de nada. O sea, que los referentes sobre Ellis Island seguirán siendo los que son: Chaplin, Coppola, Kazan y Leone. Así que yo seré uno de esos que dentro de quince años digan que determinadas películas del gran Gray están sobrevaloradísimas.

    Bien la ambientación, la atmósfera, el vestuario, la recreación de la época, etc. Phoenix y Cotillard están estupendos intentando dar dimensión a unos personajes que, para mí, no la tienen. Si se sitúan en el guión los puntos en los que cambian su manera de actuar y se observa cuál es su evolución psicológica y las supuestas motivaciones de esos cambios, no se aguanta. Renner, además no consigue reflotar su personaje; mejor dicho, ni siquiera es un personaje. El problema para mí es el guión, lleno de lagunas, huecos, incongruencias y caprichos narrativos no fundamentados en la propia trama que son, creo, producto de la inconsistencia de los personajes. Dos detalles como ejemplo: ¿de qué guerra europea huye una inmigrante polaca? Por las fechas, de la guerra ruso-polaca de 1920-21. La ganaron los polacos, por cierto, con lo que resulta raro hablar de refugiados de una guerra que ganas. Dejando esto al margen: ¿cómo es que una humilde inmigrante polaca (de Silesia, no de Varsovia o Cracovia ni de Gdansk) habla inglés? Porque el guión, y no la historia, lo piden. Y ahí radica el problema: en la película pasan un montón de cosas porque el guión necesita que pasen, no porque resulten en la historia. A partir de ahí, a mí se me cae todo. Si a eso añadimos la cadencia narrativa elegida, tan lejana de los grandes ejemplos que se han citado por ahí arriba (y nada que ver con el ritmo narrativo, con la fluidez, con el poder visual -que no esteticista- del cine mudo, con el que, a mi juicio, no comparte nada excepto alguna similitud en el tema elegido), y que no me parece la mejor, me parece más un ejercicio de quiero y no puedo que una película redonda, memorable, o que haya de perdurar.

    O sea, que de Gray, que me gusta bastante en cuanto a su amor por «homenajear» el cine clásico (esta vez hasta fusila alguna célebre frase del guión de «Los profesionales» de Brooks), en sus referentes y sus imitaciones, me siguen pareciendo mucho más interesantes «La noche es nuestra» y «La otra cara del crimen». Igual de cinéfilo entonces, pero con una espontaneidad más personal. El exceso de cálculo le perjudica.

    Besos & abrazos

  16. Ohhhhh, ¿así que dentro de quince años seguiremos debatiendo ferozmente?… Si seguimos debatiendo sobre El sueño de Ellis…, quiere decir que ésta, sobrevalorada o no, no habrá caído en olvido…, ¿no?

    A mí de la filmografía de Gray es la que más redonda me ha parecido en todos los aspectos (como ya he dicho anteriormente me falta por ver The Yards). Y no me hace aguas ni cómo está contada, ni lo que cuenta. Es decir creo que está en equilibrio perfecto el lenguaje cinematográfico y visual… y todos lo que se nos narra. En el texto he tratado de explicar por qué me ha entusiasmado (incluidos los tres personajes principales)… y no quiero repetirme o ser pesadota…, je, je, je.

    No te ha convencido… pero ¡has ido a la sala! (y espero que no haya sido horrible del todo haberte animado a verla… aunque no te haya entusiasmado). Y como siempre me expones muy bien el porqué o los motivos de no creértela pero, mi querido Alfredo, qué poderoso y qué bien rodado está todo el final. Ahí hay cine…

    Besos
    Hildy

  17. Ay, es que no me creo nada de nada, ni siquiera ese final…

    Pero una cosa me ha molestado especialmente: la sempiterna búsqueda de coartadas morales para un protagonista que no hace lo «correcto»: [SPOILER] que si abusan de ella, que si la engañan, que si no le queda otro remedio, que si la manipulan, que ella no quería, oiga!!!, que fue sin querer… Hubiera sido mucho más interesante, como siempre, un personaje convencido, autónomo, dominante, a pesar de la situación. Una vez más, Hollywood es de una cobardía vergonzante. MÁS SPOILER: cualquiera de las historias de las chicas de ese teatrillo me parece potencialmente más interesante y poliédrica que la chica buena obligada a hacer cosas malas, que se arrepiente y busca la felicidad. No cuela…

    Más besos

  18. Pero ¡alma mía! esas eran las heroínas con rostro de Janet Gaynor, Lilian Gish y Edna Purviance… ellas son buenas e inocentes pero el mundo que las rodea las hace caer en pecado y en otras malas artes… Pero Gray complica más el personaje de la Cotillard porque realmente es un personaje convencido, autónomo y dominante que sabe desde el principio que es engañada y manipulada… pero ¡su hermana está en Ellis! y ella sabe que va a sacarla de allí… Gray encuentra su inspiración, y lo consigue, en el melodrama silente…

    Besos
    Hildy

  19. ¿Y no se te ha ocurrido pensar, como, maravillosamente, no se le ocurre al personaje, que en Nueva York de 1921 existen muchas otras posibilidades de abrirse paso -como millones de inmigrantes- que no sean depender de ese señor? ¿Tan autónomo y dominante es el personaje que no sabe buscarse las judías ejerciendo otro empleo cuatro calles más allá? ¿Por qué no explica a su familia -no es que no la comprendan, es que ni lo intenta- qué le ha pasado en el barco? Es un personaje deconstruido, vacío, cuya naturaleza consiste básicamente en gimotear, y al que se va llenando de pensamientos y sentimientos según interesa en el minuto concreto de metraje. Yo no creo que esta chica sea buena e inocente. Creo que esta chica, simplemente, es, o retardada o inútil. O no es nada, está en blanco. No me creo el personaje, y menos cuando se revela qué es lo que le ha pasado en el barco. Se da de patadas con todo lo que ocurre después. Insisto en que hubiera sido mucho mejor un personaje fuerte, que aceptara o que escogiera el mal camino convencida, que se erigiera en manipuladora, que demostrarara personalidad y carácter, y que la reflexión de la cinta fuese por ahí: un nuevo mundo, una puerta abierta al futuro y a la prosperidad, un mundo de oportunidades, y ella va y se hace puta por convencimiento. Pero claro, con un planteamiento cobarde en el que no sólo se buscan coartadas morales para justificar a la niña buena, sino que se eluden las secuencias de su caída -Gray podría haberse lucido al principio, cuando el chico de quince años, y darle otro aire a la película- es lo único que se puede esperar. No, no, cuanto más la pienso menos me gusta, así que no voy a decir más porque al final no salvaré ni lo que me gustó.

    Más besos

  20. Me parece muy inspirada esa mención a las mártires del mudo. A mí la historia me recordaba más a Una mujer de París, también de Chaplin y con Edna Purviance. También me parece que el punto fuerte de Gray es el estilo y la atmósfera (la imagen de cierre es estupenda). Como sucede en otras obras suyas, el melodramatismo está un poco encorsetado, lo que le resta emoción. Una película notable, en cualquier caso.

  21. ¡Cómo me gusta Una mujer de París!, querido crítico abúlico, mira creo que voy a verla de nuevo en breve. Y tienes razón Gray es un director que sabe de lenguaje cinematográfico, con un estilo especial y una atmósfera que engancha. Sí, toda la escena final es una pasada. A mí de la filmografía de Gray por ahora es la que más redonda me parece aunque Cuestión de sangre me toca la fibra sensible. Quizá son las que más me gustan por ahora (a falta de ver La otra cara del crimen). Por otra parte, me parece que también conoce las claves del melodrama pero del cine mudo y me gusta el resultado.

    Beso
    Hildy

  22. Uff, cuánto debate y yo recién la vi ayer y encima por la tele a las diez de la noche, o sea, es como no haberla visto. Primero, empiezo en desventaja porque no conozco (hasta donde puedo recordar) otras películas de este director. Pero sí encontré en esta peli cosas que me gustaron mucho y otras no tanto. Entre las que me gustaron mucho está la recreación de la época, que me pareció impecable, y también el trabajo de los dos protagonistas. Creo que después de haber visto a Marion Cotillard haciendo de Piaf le compro cualquier cosa que quiera venderme y aquí me encantó como reduce la actuación al mínimo, evitando demasiado desborde y brindando una Ewa muy contenida que mira lo que le sucede casi desde afuera. Además, no sé polaco, pero los diálogos en ese idioma sonaban muy bien. ¡Y Joaquin Phoenix! Normalmente no me tienta ver su trabajo (seguro que me estoy perdiendo cosas muy buenas, pero ya con solo verle la cara me voy para otro lado), pero aquí está brillante. Su personaje sigue haciendo cosas terribles y sin embargo no pude menos que quererlo porque se muestra tanto o más vulnerable que cualquiera de sus «palomas».-
    Lo que no me gustó fue el final. No me refiero a cómo está filmado sino a ese «happy ending» que, no sé… no me cerró… Y yo también me pregunté cómo aprendió inglés Ewa, pero bueno, tampoco tenía grandes parlamentos, podemos hacer una concesión y pensar que sabía lo básico como para defenderse.-
    Un beso grande, Bet.-

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