Diccionario cinematográfico (63)

Marmota: si nos vamos a nuestra querida RAE aparece que una marmota es un “mamífero roedor, de unos cinco decímetros de longitud desde el hocico hasta la cola, y poco más de dos de altura, cabeza gruesa y aplastada por encima, orejas pequeñas, cuerpo recio, pelaje muy espeso, largo, de color pardo rojizo por el lomo y blanquecino por el vientre, y cola larga de unos dos decímetros de longitud, con pelo pardo abundante y terminada por un mechón negro”. Pero, ay, queridos amigos si hablamos de la marmota Phil nos metemos en otros terrenos maravillosos. 

Y, de pronto, surge en nuestra cabeza el día de la marmota o Atrapado en el tiempo. Entonces en la cara se me pinta una sonrisa o carcajada. De pronto me encuentro en una pequeña localidad de Pennsylvannia donde cada dos de febrero se celebra la predicción de la marmota Phil sobre cuánto tiempo durará el invierno. 

Entonces me meto en el pellejo del egocéntrico e insoportable hombre del tiempo con cara de Murray y su pesadilla, sin explicaciones, cuando se encuentra atrapado una y otra vez en el dos de febrero, su odiado día de la marmota. El enorme reloj que continuamente señala las seis de la mañana de un nuevo día repetido… 

Suspiro y río con película de humor inteligente que me hace pensar una y otra vez. ¿Cómo afrontar un mismo día una y otra vez? No nos parece, a veces, estar atrapados en un mismo día…, en resumen, ¿cómo vivir?, ¿cómo afrontar el día a día?, ¿podemos cambiar?, ¿enmendar errores?, ¿transformarnos…?, ¿cómo relacionarnos con las personas que siempre vemos cada día? 

Este maravilloso hombre del tiempo nos hace revivir una y otra vez un dos de febrero y sus distintos estadios emocionales y actitudes ante el mismo nuevo día. El resultado es mágico, de culto. Es la película del boca a boca por excelencia, que va camino en convertirse en clásico no por una inteligente operación de marketing (bueno, ahora que están empezando a ser conscientes, en su nuevo lanzamiento en dvd quizá sí) sino por la cantera de amantes de esta historia que supieron verla no con ojos de producto típica comedia romántica (que es como se quiso vender) sino como mucho más. 

Y ahí nos encontramos con un Bill, con su humor cínico y su cara de continúo hastío, que se va transformando en un mismo día. Egocéntrico, inmaduro, hedonista, depresivo, suicida, ligón, más hombre enamorado, hombre que empieza a aprovechar las oportunidades, que empieza a aprender, que empieza a fijarse en los otros, en sus compañeros de batalla, en los ciudadanos anónimos…, que empieza a dejar de sentirse el ombligo del mundo y que descubre que se vive bastante mejor practicando algo sencillo: ser agradable en el día a día, ser amable, ser educado, importándote el otro aunque sea el tipo más plasta del planeta (maravilloso y torturador por su estupidez vendedor de seguros), disfrutar de los pequeños placeres… A, por supuesto, y de paso el amor…, descubrir a la persona amada, con la que deseas levantarte por las mañanas. Conocer a esa persona a fondo, poco a poco, y descubrir lo mejor de ella. 

Película realmente divertida pero que también tiene un punto de inflexión dramático y conmovedor. El abuelo que vive en la calle…, Bill no puede cambiar su destino, pero sí hacer pasar unas últimas horas dignas y agradables, sin que desaparezca en medio de la soledad y el desprecio o lo que es peor la indiferencia.

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