Sueño dorado (Golden boy, 1939) de Rouben Mamoulian

A veces hay películas que sirven para encontrarnos con historias interesantes de sus creadores y sobre todo para entender la creación cinematográfica y teatral de un periodo histórico. 

Y eso ocurre con la película de la que hoy quiero hablar, Sueño dorado, una película de finales de los años treinta. Ésta es una película rescatada en una interesante colección de dvd sobre producciones de la productora Columbia (interesante por las películas elegidas y por el precio al que se puede adquirir cada dvd). 

Son varios los motivos que hacen interesante esta película, un melodrama de la época. Primero, rescatar la interesante obra de un director de cine olvidado pero en su época artesano creativo y capaz. Creativo en cuanto a técnicas cinematográficas. El director Rouben Mamoulian (director de origen ruso, Georgia) inició su capacidad creativa en el teatro y en la ópera pero también sintió la llamada del cine. Al principio de la década de los treinta innovó en los sistemas de sonido haciendo posible el milagro del cine sonoro. Estuvo delante de una de las primeras obras sonoras de calidad como Aplauso (1929). Consiguió un drama histórico de prestigio con una gran Greta Garbo, en La reina Cristina de Suecia (1933). Deslumbró con una cinta del mejor terror de los treinta, El hombre y el monstruo (1931). Convirtió en grandes éxitos obras ya olvidadas del cine mundo como El signo del zorro (1940) o Sangre y arena (1941). Mucho antes de Lo que el viento se llevó (1939) fue el primero que se atrevió con el Technicolor en La feria de la vanidad (1935). Y, así, podríamos enumerar mucho más aunque su producción cinematográfica no fue del todo extensa. Sobre todo porque su defensa de libertad creativa le hizo chocar con productores y estudios no pudiendo terminar o realizar las producciones que deseaba. 

Otro motivo que la hace interesante es saber que Golden boy es la traslación a la pantalla de un éxito teatral del dramaturgo Clifford Odets. Y aquí nos encontramos con personaje para detenernos, despacio. Odets tiene una importante, aunque vuelvo a repetir adjetivo, y olvidada obra teatral (yo aquí no he leído ninguna traducción al castellano de su producción teatral, teniendo en cuenta que cada vez es más complicado encontrar editoriales que se atrevan a editar y volver a publicar obras de teatro…, y hay un público lector que disfruta leyendo obras de teatro cuando a veces es la única manera de acercarse al teatro). Lo poco que conozco de su producción es, por supuesto, debido al cine. Odets también se acercó al mundo del cine no sólo escribiendo guiones (o incluso dirigiendo, su obra más recordada, todavía no la he visto, en la cuál dirigió y escribió el guión fue Un corazón en peligro de 1944 con Cary Grant y Ethel Barrymore) sino que sus obras teatrales fueron adaptadas a la pantalla, como el caso que nos ocupa. 

De Odets tuve noticia consciente cuando vi por primera vez en televisión hace muchos años la película de Jessica Lange, Frances. La película contaba la historia de la malograda actriz Frances Farmer, uno de los hombres que la rompió el corazón fue el dramaturgo Clifford Odets con el que mantuvo una relación mientras él continuaba casado con la también actriz Louise Rainer. 

Luego, cuando ya empecé a interesarme con adicción al cine (y esa otra pasión que tengo algo más abandonada pero que perdura que es el teatro) descubrí que durante los años treinta fue uno de los máximos representantes de un teatro comprometido y de ideología de izquierdas. Fue el creador en 1931 del mítico Group Theatre donde se encontraban Elia Kazan, Lee Strasberg o Stella Adler. El grupo se basaba en el modelo Stanislavski y en el Teatro del Arte de Moscú. Después del crack de 29, formó parte del Federal Theatre, el impulso que quiso dar Roosevelt para reavivar la vida teatral desde lo popular (magníficamente reflejada en esa película maravillosa de Tim Robbins, Abajo el telón). Navegando por la red descubro que Golden Boy fue llevada a los escenarios en 1937 y que el papel de Lorna (que en la película realiza bien, como siempre, Barbara Stanwyck) lo representó Frances Farmer. Y, no quiero acabar sin hablar de otras adaptaciones cinematográficas de las obras del dramaturgo como Clash by night de Lang o The big knife de Aldrich.  

Por supuesto, Clifford Odets tuvo que declarar, como muchos otros artistas, durante la Caza de Brujas ante la Comisión de Actividades Antiamericanas. El dramaturgo dijo que perteneció al Partido Comunista durante ocho meses en 1934 y que lo dejó porque limitaban su libertad creativa. Sin embargo, siempre sus obras mantuvieron un discurso comprometido, progresista y de izquierdas. 

Y, por último, Sueño dorado, con todos los ingredientes del melodrama cinematográfico de época, merece la pena por sus intérpretes. Barbara Stanwyck como Lorna, como siempre en su línea. Excelente intérprete y que representa como nadie los papeles de mujer dura pero en el fondo vulnerables y románticas. También, esta película fue el debut de un joven de 21 años, que después en los cincuenta se convertiría en grande y en todo un sex symbol, el maravilloso y ya hermoso William Holden. También, la oportunidad de ver en un rol muy distinto a un actor al que nunca dejaron ser joven, el gran actor de carácter, Lee J. Cobb (¿alguien le olvida en La ley del silencio o en 12 hombres sin piedad?). Lee aquí representa al padre de Holden, con una sensibilidad extrema. Lee también nació en el mundo del teatro y en concreto en el Group Theatre, por supuesto, también fue uno de los perjudicados en los interrogatorios de la caza de brujas. Y, también, fue uno de los actores que cedió al miedo y dio nombres de compañeros que habían militado en el partido comunista en 1953. La película cuenta con otros actores secundarios el conservador Adolphe Menjou u otro de los malos por excelencia del cine, Joseph Calleia. 

Sueño dorado presenta la historia de una joven que se debate, en tiempos de depresión, entre la riqueza y el éxito que le puede aportar el boxeo, o si abandonar para siempre su verdadera pasión y fuente de felicidad, ser un violinista de prestigio. En su camino se cruza Lorna, la chica de su desagradable manager; un padre que lucha porque alcance su sueño y una familia sencilla o un gangster que le abre las puertas a un mundo de corrupción, dinero y fama. La película habla de asuntos como ceder a la riqueza y el capitalismo más salvaje o dejarse llevar por el corazón, aunque se sea más pobre, y alimentar una pasión. O también deja ver la lucha de clases y sobre todo la situación de los afroamericanos en uno de los contrincantes del joven violinista, Chocolate Brown, que se convierte en la verdadera víctima de la película. Tampoco, debe obviarse el reflejo del mundo del boxeo, un tema siempre mimado en el séptimo arte. Siempre ha habido grandes películas que han reflejado este mundo y sus héroes o antihéroes (recuerdo Marcado por el odio, Luces de la ciudad, Toro Salvaje, Campeón, Rocky…)

2 comentarios en “Sueño dorado (Golden boy, 1939) de Rouben Mamoulian

  1. Hace tiempo que no han aparecido sus interesantes críticas,me aportaban un plus de concimiento critico las sobre peliculas, y los comentarios sobre las que escrbía. Me encantaría poder conocer algun enlace desde el que seguir su interesante obra.
    Reciba un afectuoso de Juan Gonzalez E.

  2. Bienvenido, Juan
    Muchas gracias por escribirme y dejar su amable comentario.
    La verdad es que no he dejado nunca de publicar en El blog de Hildy Johnson, justo donde ha publicado este comentario. Si da un click en la cabecera le remitirá a los textos más actuales.
    Gracias por seguirme y leerme
    Beso
    Hildy

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