Diccionario cinematográfico (61)

Biblia: el cine, como uno de los inventos que se adjudica occidente (a pesar de antecedentes de Oriente y esas sombras chinas), tiene como una de sus fuentes la Biblia, un libro sagrado. Y, esa Biblia ha inspirado guiones. Del antiguo al nuevo testamento. 

Y es que la Biblia seas creyente o no es un gran libro de cuentos, de simbolismos, de historias, de mitos, de grandes personajes, de metáforas hermosas… 

Siempre se me quedó grabada una anecdota de un hombre que me fascinó cuando Hildy era más joven. Ese hombre era poeta, cuando le conocí y cultivé una linda amistad, al poco tiempo le asoló una triste enfermedad, por eso, ahora, aquí en la tierra ya no está con nosotros. El hombre poeta, sabio y lector no era creyente pero siempre fue hombre comprometido y consecuente. Siempre se quedó al lado de aquellos que un sistema injusto les daba la espalda. Pues, una tarde tranquila, el hombre poeta, el indio que volaba en caballo de sueños, nos dijo que su libro de cabecera en esos momentos era la Biblia porque le parecía lleno de historias maravillosas. 

En el cine, la Biblia ha tenido mayor o menor fortuna pero ha inspirado a creyentes y no creyentes. Ha sido protagonista de cine reflexivo e ideológico o de puro cine espectáculo. El protagonista del Nuevo Testamento, Jesucristo, ha sido todo un personaje en distintas obras cinematográficas y con muchas caras. También, hay otro cine interesante que describe la institución de la Iglesia desde todos los puntos de vista imaginables, complacientes y muy críticas. La Biblia habla de milagros, en el cine muchas veces también. 

Me vienen a la cabeza una lista enorme de películas: El manantial de la doncella, La palabra, El evangelio según San Mateo, Jesucristo Superstar, Amén, El cardenal, Historia de una monja, La Strada, La mujer del obispo, Qué bello es vivir, Los diez mandamientos, Ben Hur, Sansón y Dalila, La historia más grande jamás contada, Los lirios del valle, Narciso negro, El festín de Babette, Yo te saludo María, La última tentación de Cristo, Rompiendo las olas, Las hermanas de la Magdalena 

La última película de este tipo que he visto ha sido la de Mel Gibson, La pasión de Cristo. En su conjunto, no me gustó. Lo único que salvo es la relación entre Maria y Jesús. El rostro y sufrimiento de la actriz Maïa Morgenstern hace que sus escenas sean las más valoradas por esta espectadora. La recreación de la pasión es tan llena de violencia, tan extrema y barroca, que efectivamente estás deseando que acabe la película porque sientes que no hay ser humano que aguante tal calvario. Y, lo que menos me gustó, lo que a mi parecer, Gibson, en ese relato extremo de sufrimiento y dolor (es una película poblado de rostros desagradables y con mucho odio en la expresión) podía haber evitado son esas alucinaciones desagradables de la muerte o del diablo o esos niños de rostros monstruosos. 

La Biblia tiene relatos e imágenes literarias de extrema belleza, y para terminar esta acepción, recuerdo otra vez esa escena magistral de la obra maestra de Sergio Leone, Érase una vez en América, donde una niña hermosa lee a adolescente enamorado, El cantar de los cantares.

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