El moderno Romeo ve, por primera vez, a Julieta

Lo confieso, lo confieso, lo confieso…apasionadamente…Hildy Johnson es de las que siente que el corazón se la sale ante las exageradas y barrocas recreaciones del australiano Baz Luhrmann. Lloro, río, canto y me emociono continuamente ante Moulin Rouge, disfruto de lo lindo con Romeo y Julieta (… para horror de los puristas…¡¡¡y sí soy una apasionada del teatro de Shakespeare…, y siento que no lo traiciono!!!), y espero con ansia esa película-epopeya que parece ser se llamará Australia con su musa Nicole Kidman acompañada del bello Hugh Jackman.

Me encanta cuando reponen una y otra vez el anuncio de Chanel nº 5, esa mini historia de amor de actriz que escapa de su éxito (bellísima Kidman) y llega a los brazos de un chico espectacular pero anónimo (sí, el brasileño Rodrigo Santoro).

Sí, el australiano me pierde. Me pierde. Me deja sin sentido y sin capacidad de análisis o crítica. Sus imágenes, estruendos, movimientos continuos de cámara, la mezcla de músicas y ritmos, sus decorados exagerados, los actores que elige y que los viste de estrellas, sus historias mil veces repetidas y visitadas y recreadas, su espectáculo rodeado de pirotecnia, de lugares comunes, de tópicos…, me estremecen. Y, cómo no, llena mi cabeza de momentos inolvidables.

La secuencia: empieza la canción Kissing you con la voz de Des’ ree y estamos en esa fiesta de disfraces que organiza la familia de Julieta. Los espectadores hemos visto como se han colado Romeo, Mercurtio y demás amigos. Ahí están los Capuleto y los Montesco. Esas familias poderosas de una Verona Beach cargada de corrupción y violencia. Romeo (Leonardo Di Caprio con cara de niño bueno, de príncipe), disfrazado cual caballero de armadura, pasa por una especie de pecera gigantesca y se recrea en los peces…, y su mirada va a caer a un ojo que le observa. Un ojo que se va elevando para que aparezca el rostro de una Julieta (Claire Danes, ¿dónde estás?) vestida de blanco y con alas de Ángel. Y los dos se observan, y los dos se ríen, y los dos se enamoran…, a través del agua, a través de los peces, a través del cristal transparente de la enorme pecera y en esto el ama llama a Julieta. Y se va. Pero, Romeo ya siente una especie de imán que le conduce a ella. En el jaleo de un gran baile de disfraces, Romeo descubre a su Julieta bailando con un panoli vestido de Astronauta (qué rollo el futuro). Y así en la distancia, los dos siguen mirándose, jugando con la risa, con el gesto, con la mirada…, sin palabras.

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