Momentos inolvidables de Sissy Spacek

Hay actrices y actores que tienen un físico peculiar y distinto a lo que se ha visto, y de pronto, despegan en el universo cinematográfico. No se sabe muy bien cómo además tienen una valía innegable en el terreno interpretativo. En los años setenta apareció un joven blanca, muy blanca, rubia, muy rubia con destellos pelirrojos. Cara pecosa, ojos azules, muy delgada, casi de cuerpo asexuado y empezó a trabajar como actriz. Llamó la atención y con una filmografía peculiar sigue todavía ofreciendo trabajos magníficos, con el mismo físico, aunque algo más mayor. Y su misma sonrisa tímida llena de misterio y personalidad. Hablo de Sissy Spacek.

Y, aparece su rostro aniñado en esa extraña y hermosa ópera prima de Terrence Malick. Al lado de Martin Sheen. Y esta mujer-niña de rostro angelical cuenta con su voz en off de manera poética –y en bellas imágenes– las salvajadas del chico que la ama. Sus asesinatos y su huida. Sissy Spacek baila y mira a un asesino. Con cara de ángel. Martin Sheen, joven que se pierde en la violencia, es mirado de otra manera por la joven-niña que toma bajo su cuidado. Malas tierras da la voz de alarma: ha nacido una actriz.

Después es la reina del terror paranormal y reina de la telequinesia en Carrie, película popular donde las haya. La niña rubia marginada del instituto que vive con madre posesiva y loca que recibe las burlas y bromas crueles de sus compañeros. Que vive con terror la menstruación, el sexo y el mundo adulto. La dulce niña que no va a protagonizar un cuento de hadas, ni va a entender a aquellos que tratan de protegerla…, la niña rubia a la que se le desata la ira y protagoniza horrible venganza con unos poderes que deja de controlar.

Los ochenta la devuelven el rostro de mujer luchadora contra un mundo que le pone las cosas difíciles y se convierte en la cantante country que alcanza la gloria y el éxito en Quiero ser libre o que muestra el horror de la dictadura y los intereses de EEUU en Chile en la impactante Missing. Ella es la mujer a la que le desaparece el marido periodista y progresista y que inicia una búsqueda de puertas cerradas junto a un suegro que descubre que su país no es lo que pensaba, poderoso Jack Lemmon. Su dolor y su impotencia junto con su convivencia con un suegro que se va acercando más y más a ella, la hacen grande.

En la siguiente década aparece tímida como mujer consorte que apoya a su marido, aunque a veces la cuesta, en una investigación sobre quién mató a JFK, nos dice que no la olvidemos en Affliction y nos recuerda su siempre buena presencia como hija discapacitada en esa historia que nos hace ver que Lynch también sabe contar sencillamente, a la manera clásica, en Una historia verdadera.

Y en el siglo XXI nos sigue regalando papeles redondos y momentos inolvidables como esa mujer y madre de En la habitación, pacífica y tranquila pero que cuando la arrebatan lo que más quiere, pierde junto al esposo la cabeza, y se hunde en la terrible violencia, en el ojo por ojo. O nos sigue demostrando que es esa rubia sensible y ahora cansada que arrastra sus momentos infelices, difíciles y cotidianos en esa pequeña joya de sentimientos que es Nueve vidas.

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