No es país para viejos

Y vuelven los hermanos Coen con una película interesante…, sin embargo, me ha pasado igual que con El hombre que nunca estuvo allí. La primera parte de la película me llena totalmente con los personajes, el ambiente y el paisaje así como los diálogos. 

Si en El hombre que nunca estuvo allí me privaba la visita y modernización que realizaban del cine negro, aquí alucino con esa mezcla de western crepuscular y fronterizo. 

Toda la primera parte: el sheriff y su ayudante, el fuera de la ley pero con sus propios códigos (alucinante Josh Brolin) y ese malvado que roza la locura paranoica (una ovación a un Javier Bardem con peinado imposible). Toda la persecución y el viaje que inician los tres personajes son magistrales. Yo me encontraba al borde de la emoción, Dios, voy a ver una película redonda. Y, de pronto, para mí, pinchazo en la segunda parte. 

Como pasaba en El hombre que nunca estuvo allí, los Coen abandonan el estilo y la historia y se van por caminos filosóficos y mentales, por otros derroteros que superan la ficción…, y te pierdes en reflexiones, y los personajes se pierden, y la historia se pierde…, y, te quedas desconsolado en la sala oscura.  

Es cierto que piensas lo que te quieren decir y contar, cuando sales del cine, y lo entiendes pero…, por qué sacrificar los personajes maravillosos ya construidos, el ambiente y la atmósfera conseguida, para dar giros a una historia filosófica y reflexiva. Creo que lo pueden contar, sin sacrificio de la historia que están contando. 

Hasta yo comentando esta película me estoy haciendo un embrollo porque yo quería, además, de la reflexión sobre la violencia, una historia clara y completa, que era lo que estaba viendo en la primera parte. El personaje de Moss no se merece el desenlace que tiene aunque la reflexión sea ese sinsentido de la violencia que ha sido siempre igual en el lejano Oeste y en el Oeste contemporáneo. Una violencia, que no tiene explicación, y que sume en el desencanto y en la depresión a un sheriff de los de toda la vida (Tommy Lee Jones). Una violencia que lleva a la locura. Una violencia que no tiene explicación posible. 

Me quedo con los Coen y su historia de tíos duros que sobreviven en la frontera. Con la historia de los perseguidores y el perseguido. Con el paisaje desértico, los moteles de carretera, las gasolineras perdidas, el asesino despiadado que juega con el destino a cara o cruz…, ahí estaba viendo yo su reflexión. Los Coen me pueden con la fuerza visual de sus películas, su amor al cine –homenajes, homenajes maravillosos– y su capacidad de emocionar. Lo de Bardem ya nos lo han dicho aquí mucho, y sí es un acierto e interpreta muy bien a su personaje. Pero yo lanzo otra sugerencia, Josh Brolin recrea un personaje también magnífico (alguien olvida su entrada a unos grandes almacenes en camisón blanco, gorro vaquero y por supuesto, su botas camperas). La película es de Bardem y de Brolin. 

 

 

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