Continúa mi enfermiza adicción en estos últimos meses al melodrama. Recuerdo que una madrugada hace muchos años vi Vidas borrascosas en televisión y me dejó un buen recuerdo. Así que el otro día me compre el dvd a buen precio y me dispuse a disfrutarlo de nuevo y no me decepcionó.
Estos melodramas de los años 50 tienen jugo (y son el origen de la fórmula ya manida del culebrón televisivo, de hecho, esta película terminó convirtiéndose en serie).
Por supuesto, no falta una de las reinas del melodrama, Lana Turner como protagonista en su papel de rígida madre que esconde un oscuro pasado. El encanto de este tipo de películas ha sido un referente para directores posteriores. Con esta película me viene a la cabeza el cine y la famosa serie (Twin Peaks) del director David Lynch. Este director, en algunas de sus películas así como en la serie, presenta una localidad idílica que se inserta en un espacio natural maravilloso donde todo parece que se rige bajo la calma y la buena moral pero sólo hay que escarbar un poco para que surja una doble cara de los personajes, una doble moral y se desaten los odios, los celos, las pasiones, la violencia…, todo subyace en un espacio que no lo sugiere.
Así es Peyton Place, la localidad donde transcurre Vidas borrascosas (esta película es la adaptación de un best seller del momento). Un lugar idílico donde sus gentes se dejan llevar por una forma de vida establecida en los cincuenta de moral intachable, protocolos, apariencias y demás. De pronto, escarbamos un poco y surge otro mundo turbulento.
La película bascula entre el mundo adulto y el mundo adolescente. Los hechos que transcurren ponen a prueba a cada uno de los personajes. Y, el resultado merece la pena. Me parece interesante la lectura que se hace durante toda la película de la sexualidad, tema tabú, sobre todo en esa década. El deseo, el sexo, la represión, el desconocimiento… Así como, también es interesante, las distintas visiones que se muestran para encarar la educación de adolescentes en un instituto.
Vidas borrascosas está bien contada y cuenta con un plantel de actores muy en boga en aquellos años. Junto a los veteranos de la talla de Lana Turner y Arthur Kennedy (genial como el padrastro alcoholizado y maltratador que abusa sexualmente de su hijastra) aparecen jóvenes promesas como Russ Tamblyn (¿alguien olvida su papel de Rick en West Side Story?), Hope Lange (rubia delicada e hijastra maltratada) o Terry Moore (como la lolita pero a su pesar porque sólo es una mujer enamorada).
La historia transcurre según van pasando las estaciones del año así la fotografía y el tiempo tiene mucho que ver con los sentimientos que van surgiendo. No falta nada en este idílico lugar: las diferencias de clase, la lolita, la inocente, la artista, el tímido, el niño rico rebelde, el amor adulto, el amor adolescente, el suicidio, el asesinato, el juicio, la fiesta, el encuentro, el desencuentro, la relación entre madre e hija, el profesor comprensivo, el doctor como voz de conciencia, el sensato, las mentiras, el cotilleo, las apariencias… No todo es lo que parece y sumergirse en Vidas borrascosas es subirse al tobogán de las emociones.