Diccionario cinematográfico (51)

Pistolero: hoy en el colegio me he pegado con un compañero. Discutíamos porque él decía que no había mejores pistoleros que Wyatt Earp o Billie el Niño. Yo dije que ésos eran principiantes comparados con Jimmie Ringo, mi padre. Como mi amigo no estaba de acuerdo, me pegó un puñetazo. Me gritó que mi papá no era el más rápido, que le mató un joven pistolero que ahora cabalga lleno de gloria por haberse cargado al que decía que era más rápido.Cuando se lo cuento a mi mamá, que cada vez está más triste, llora desconsolada y me dice con cariño que no recuerde a papá como el mejor pistolero. Me dice que Ringo quería vivir con nosotros dos en una granja y que fuéramos felices y comiéramos perdices. Yo miro a mamá y le digo que vale porque no me gusta que llore. Pero, en el fondo, yo sé que mi papá, Ringo, era el pistolero mejor del Oeste, un héroe solitario, que un día que llegó al pueblo donde vivíamos mamá y yo me miró y habló como un padre. Diga lo que diga, mamá, aunque la quiero mucho, Ringo es un héroe pistolero. Y así le recordaré.

Soy la esposa de Ringo. Y siempre lo seré. Estuvimos a un paso de alcanzar la felicidad. Como siempre yo me lo crei. Por eso lo amaba. Por eso me amaba. Porque siempre imaginamos que habría un momento en que terminaríamos juntos, en que envejeceríamos el uno al lado del otro junto a una chimenea y en una pequeña casita de campo. Nuestro hijo sería un famoso abogado, o banquero o Sheriff y siempre estaría pendiente de nosotros.Los dos soñábamos. Pero Ringo siempre tenía que huir. Era pistolero y siempre tenía cuentas pendientes. Él al final se dio cuenta de que se hacía mayor. Se dio cuenta de que se cansaba cada vez más. Se dio cuenta de que no quería huir a todas horas. Vio lo que le gustaría un hogar, lo que le apetecía verme y cómo no quería perderse los primeros años de su  hijo. Me lo arrebató un joven pistolero, uno de esos que se creen que tienen toda la vida por delante y que se convertirán en leyenda y que todo el mundo les tendrá respeto y miedo… como cuando conocí al joven Ringo de 20 años, feroz y vital, chuleta, con toda la vida por delante. Me lo arrebataron con 35 años, como hombre maduro, como hombre cansado, como hombre con ganas de cambio. Como hombre que siempre me amó.

Soy Mark, el amigo de correrías de Ringo, ahora soy hombre respetable, un sheriff que trata de mantener la justicia y la ley sin pistola de por medio. A Ringo jamás le olvidaré. Hubo un momento de nuestras vidas, que por ser fugitivos de la ley tuvimos que decidir. Él, en ese momento, eligió seguir sin rumbo. Yo decidí que no podía más y que prefería establecerme. Fue una elección. El último día que me encontré con Ringo, el último día que le vi con vida, me asombré de cómo había madurado, de cómo le pesaba el ser una leyenda y sobre todo lo cansado que se sentía. Lo que más me alegró es que todavía le quedaba capacidad para soñar y para amar. Pero ese día no le sirvieron. Y yo tampoco pude ayudarle. Porque desgraciadamente, siempre surgen estúpidos jovencillos que no se dan cuenta de la responsabilidad y el peso que tiene ser una leyenda y no tienen perspectiva de futuro ni de cansancio. Jóvenes que sólo les interesa la fama y pisar a todos los que tienen alrededor. Inexpertos sin prudencia. Sin perspectiva romántica. Yo creo que si Jimmy Ringo se convirtió y seguirá siendo leyenda era por su verdadero romanticismo y porque en el fondo fue arrastrado por el destino a ser un héroe con pistola. 

Declaraciones de los principales personajes de El pistolero (1950) de Henry King

En homenaje a un Gregory Peck con cara de Jimmy Ringo 

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