Diccionario cinematográfico (50)

Solterona: es distino solterona o solterón que soltero o soltera. Cuando añadimos el ona o el ón, nos imaginamos a hombres y mujeres de cierta edad que nunca se han casado, y no sólo eso, sino que normalmente apenas han tenido o nunca han tenido relaciones sexuales. La solterona, el personaje como tal, ha dejado su innegable estela en un montón de producciones e historias en el cine. Algunas de final feliz, otras no tanto. Son historias donde la solterona alcanza la libertad y un nuevo despertar o una nueva oportunidad. O son historias de represión y frustración. Hay solteronas que las llevamos siempre en el corazón. 

En este viaje podemos señalar, entre otras, a cuatro reinas en el mundo de la soltería: Bette Davis, Katherine Hepburn, Olivia de Havilland y Deborah Kerr. De la primera podemos recordar La extraña pasajera en los años cuarenta. Allí la buena de Davis realiza una interpretación de una mujer llena de miedos y frustraciones totalmente dominada por su madre. Cuando cae en un colapso nervioso, la atiende un psiquiatra, que entre otras cosas, la propone un viaje, en soledad. En ese viaje, la extraña pasajera despierta su feminidad y conoce a un hombre casado pero infeliz. Ambos vivirán un amor apasionado. Davis regresa con fuerzas y sin complejos, se ha sentido amada. ¿Cómo olvidar esas escenas en las que Paul Henried enciende dos cigarrillos para ambos? En los años treinta realizó otro papel que en España se tradujo como La solterona en un melodrama entre dos primas, donde una de ellas pierde todas las oportunidades de ser una mujer casada o una madre realizada para evitar los escándalos de la época –y no muy ayudada por su prima–, al final no puede renunciar al papel que se ha tenido que crear, el de la tía solterona. 

La Hepburn tiene dos papeles inolvidables como solterona. Uno es en la mítica La reina de África donde Kate emociona como la hermana solterona de un misionero que conoce el amor, la aventura, la libertad y la vitalidad en un destartalada barca junto a un borrachín encantador y buen hombre con cara de Bogart. Y, el otro, la divertida y tierna Locuras de verano donde una solterona se toma unas vacaciones en Venecia y descubre el amor en los brazos de un anticuario italiano. A Kate, enamorada, se la va viendo cada vez más bella y joven. 

Olivia de Havilland, también, aporta dos papeles inolvidables. Por una parte, una maestra camino de transformarse en solterona que cae a los pies de un extranjero en la frontera de México, sin darse cuenta de que éste la está utilizando para conseguir los papeles, pasar la frontera y después abandonarla para irse con su amante…, pero la inocencia, frescura y la entrega de Olivia transforman al improvisado gigoló, el siempre romántico Charles Boyer en Si no amaneciera. Después, dejó a todos con la boca abierta en su transformación de inocente y tímida solterona y rica heredera a mujer amargada, dura y cruel en esa maravilla que es La heredera, crónica de un desamor, con el telón de fondo de un Henry James literario. 

O que me dicen de la mágica Kerr que ya recordamos hace poco sus papeles como mítica solterona en esas películas extrañas y atrayentes donde ella brilla con luz propia en Suspense y La noche de la iguana. 

Nuestro recorrido nos lleva al cine español y sus solteronas míticas. Primero nos vamos de la mano de una intérprete americana que deleitó con su imagen de dulce solterona de ciudad de provincias que se convierte en objeto de burla pero que da una lección al mundo entero con su fuerza, dignidad y sobre todo porque no queda un ápice de odio en su figura y sí mucha soledad: me refiero a Calle mayor y Betsy Blair. Antes ya había demostrado su dulzura en un papel similar en película independiente americana, Marty, donde dos solterones unen sus destinos y se dan una oportunidad que puede cambiar sus vidas, sin soledad. 

Pocos pueden olvidar un papel tan reprimido y triste, magistralmente interpretado por Aurora Bautista, de una mujer que se niega una y otra vez la oportunidad de amar atrapada con las convenciones sociales y creencias religiosas en la Tía Tula. El universo de Unamuno queda reflejado en esta triste historia. 

Otra solterona, de las que hacen historia, es la que representa José Luis López Vázquez en Mi querida señorita. Su Adela muestra la poca educación sexual y la represión de una España que escondía su sensualidad. Ella es él. Ella está abocada a la soledad más absoluta, él se vuelve dueño de su sexualidad y se da una oportunidad. 

El cine italiano, también, nos deja retratos de solteronas inolvidables. Por quedarnos con algún retrato, escogemos a las tres tías de La familia de Ettore Scola, tres mujeres entreñables que se llevan la película de calle con sus risas y discusiones alocadas. 

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