Expiación

¿Se puede alcanzar la expiación a través de la creación artística? ¿Se puede sentir el perdón por un acontecimiento del pasado con las teclas de escribir de una máquina?¿Puede el punto de vista cambiar una historia?¿Tiene la literatura vida propia? 

Expiación del británico Joe Wright es una historia bien contada llena de recovecos y puertas, de sentidos, de segundas visiones…, es la adaptación cinematográfica de la novela del mismo título de Ian McEwan y el placer de ver en pantalla un drama con unas gotas de clasicismo, mito, leyenda y altas dosis de sentimientos. ¿Quién dice que la estructura clásica de principio, desarrollo y desenlace no funciona? 

Expiación es el placer de dejarse llevar por una historia de culpa, amor imposible, guerra, muerte y creación artística. Expiación es la magia de la buena interpretación, la importancia de la dirección artística, las maravillas que pueden surgir de un original montaje, la belleza de un buen guión adaptado (de Christopher Hampton) y la importancia de una música (de Dario Marianelli) que envuelve. 

Una primera parte, con una fuerza visual que arrastra al espectador, nos presenta a los personajes del drama. La magia del montaje nos hace disfrutar del contraste entre una historia vista por los ojos de una niña (estupenda Saoirse Ronan) de imaginación portentosa y con un mundo creativo propio y la realidad. La niña crea un mundo de pasiones oscuras y celos ocultos entre su hermana mayor y el hijo de la ama de llaves. La realidad nos enseña un mundo de apariencias, clases y poderes que entierran, sin piedad, una historia de amor, inocente y joven. 

La segunda parte nos lleva a un viaje al infierno, con la guerra de fondo. Las consecuencias que tiene para cada uno de los personajes la acción de una niña de once años en un cálido día de 1935. Los personajes son devorados por el destino. Y, la niña ahora adolescente, trata de expiar su culpa. De obtener el perdón. Va siendo consciente de cómo cambió el rumbo de la historia a raíz de su confesión y del mundo que creó alrededor de un hecho. 

La tercera parte muestra la expiación, ¿la obtención del perdón?, de una anciana, que fue una niña imaginativa y una adolescente abocada a la soledad y la culpa, a través de la creación artística. A través de la escritura. Y deja un poso de tristeza…, de la imposibilidad de amor y felicidad por un acto infantil. 

Pero Expiación nos deja varias lecturas. ¿Es justo que una niña cargue con toda la culpa?¿Que ese acto se convierta en el motor de su vida? La culpa de lo que pasó ese caluroso día de 1935 arrastra a todos los personajes que los protagonizaron, excepto a la pareja que trataba de llevar adelante una historia de amor, ajenos a lo que estaba ocurriendo a su alrededor. La hipocresía, el silencio, la lucha de clases, las apariencias, la estructura de poder…, la facilidad de encontrar un chivo expiatorio…, todos aprovechan la mala acción y la fantasía de una niña con profundos sentimientos y que esconde un amor infantil que se trastoca en odio cuando sale de sus caprichos, cuando ve que puede no ser princesa o protagonista de las historias que imagina. 

Por último, Expiación, tras sus imágenes increíbles y bellas (esa casa con vida propia, ese plano secuencia de una playa que recoge el horror de una guerra, ese francés moribundo que sueña o recuerda bajo la mirada de una joven enfermera, esas imágenes soñadas por un soldado enfermo, ese mismo soldado desolado frente una enorme pantalla de cine con dos personas que se besan y se aman…), cuenta con un plantel de actores que hace más atractivo el universo de la película. Una Keira Knigtley más hermosa y romántica que nunca, como reflejo de mujer ideal que protagoniza un amor frustrado. Un James MacAvoy, a tener en cuenta, que se come la pantalla con sus enormes ojos azules y su papel atormentado de hombre que ve cómo el futuro se le escapa de las manos por un hecho injusto, y por último, un personaje interpretado por tres mujeres, la niña, la adolescente y anciana, Briony (Saoirse Ronan, una ajustada Romola Garai, y una veterana e intensa Vanessa Redgrave) que nos lleva a su viaje atormentado por la realidad, la creación literaria y la imaginación, por lo que fue y pudo ser. 

 

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