El festín de Babette (Babettes gæstebud, 1987) de Gabriel Axel

No éramos muchos en la sala pero hubo un sentimiento unánime de risas, suspiros y un estado de tranquila felicidad mientras ante nuestros ojos nos contaban una historia que transcurría en una remota aldea danesa a finales del siglo XIX. El festín de Babette es una perfecta adaptación cinematográfica del relato de Isak Dinesen (que todo el mundo relaciona con Karen Blixen y sus Memorias de África, libro de carácter autobiográfico y también con una versión cinematográfica absolutamente alejada de las palabras escritas) y su nuevo visionado (es un bienvenido reestreno) me hace que asocie las sensaciones que siento ante esta película con otras dos memorables incursiones cinematográficas al mundo del relato. Así esa unión sagrada de los placeres de la vida (el arte, la sensualidad, la reunión y los ritos que conlleva, las celebraciones, las relaciones personales…) con lo trascendental y espiritual me viene a la cabeza cuando visiono  otras dos películas: Los muertos (curiosamente también de 1987) de John Huston que lleva a la pantalla a la perfección el cuento del mismo título de James Joyce y, por otra parte, me voy con Max Ophüls que en El placer (1952) adaptó tres cuentos de Guy de Maupassant, el fragmento central lo ocupa una magnífica adaptación cinematográfica del cuento La casa Tellier (1881).  Deparo buenos momentos ante la lectura de estos tres relatos y después disfrutando de sus adaptaciones cinematográficas. Unión entre lo más mundano y placentero con un sentido de la trascendencia que promete una tranquila catarsis en el lector o espectador.

El festín de Babette te sumerge en una historia delicada e intimista a través de una voz en off femenina que te va guiando hasta desaparecer para que tome un total protagonismo el anunciado festín y las reacciones que provoca en cada uno de los comensales. Los paisajes en esa aldea perdida, el mar, el frío, el cielo lleno de estrellas, el ambiente austero y silencioso de sus habitantes, la luz natural… envuelven todo en un abanico de placenteras sensaciones. Y nos arrastra a la historia de dos hermanas, hijas de un pastor, que son su mano derecha e izquierda y deciden dedicar su vida tranquila a buenos actos con sus vecinos, a un amor trascendente sin vivir un amor pasional y terrenal. Sin embargo hay dos momentos en que dichas hermanas se podían haber entregado a la pasión terrenal. Martine con un oficial Lorens Loewenhielm y Philippa con Achille Papin, un cantante de ópera francés. Los dos encuentros marcan profundamente a estos hombres y suponen un nuevo camino y sentido de la vida. Años más tarde ambos vuelven a aparecer de distintas maneras en la aldea perdida danesa donde viven las hermanas y los cada vez más ancianos seguidores del pastor fallecido, alterando sus austeras y tranquilas existencias…

Achille Papin regresa en forma de carta en manos de una misteriosa mujer, Babette, que pide el auxilio de las hermanas para tener un techo y quedar a su servicio. Tan sólo sabemos por la carta de Papin que huye de París durante el periodo de la Comuna que fue duramente reprimida, que se ha quedado sola sin su esposo e hijo que han fallecido y que sabe cocinar. A partir de ese momento Babette silenciosa se hace imprescindible facilitando la vida de toda la aldea y dando una nota austera pero ‘exótica’ a la vez. Su único punto de unión con París es un billete de lotería que compra todos los años a través de un amigo… y que un día en forma de carta se le informa de que le ha tocado. A partir de ese momento las hermanas están seguras de que Babette se irá de su lado así que no ponen peros cuando su fiel sirvienta les pide realizar y pagar una cena francesa para sus feligreses y ellas mismas en el aniversario del nacimiento de su padre, el pastor… Los preparativos de la cena alterarán a las tranquilas hermanas que ven cómo en su casa entran perdices, vinos, una tortuga gigante… y Martine tras una horrible pesadilla siente que debe avisar a los comensales de que aquello puede ser una “aquelarre de brujas” y todos comprenden y la dicen que se tranquilice, que no harán caso de absolutamente nada de lo que tomen… Inesperadamente el día de la celebración llega otro invitado distinguido, aquel joven oficial que se enamoró de Martine, ahora un hombre de mundo y con una importante carrera profesional, conocedor de sabores y buenos banquetes.

Así llegamos a la parte más maravillosa de la película que es esa preparación de la gran cena por parte de Babette en la cocina, toda una artista capaz de causar sensaciones, emociones y felicidad incluso en gentes que jamás se han preocupado de matices y variedades en los sabores… y la propia cena en ese comedor que en un principio se niega a disfrutar, excepto el inocente oficial que nos revelará el origen de la misteriosa cocinera, y esos feligreses que sucumben a un festival culinario arreglando antiguas rencillas, hablando de cosas trascendentes y emocionándose ante cualquier mirada o palabra. Y el espectador sufre esa transformación con todos ellos y observa cómo la directora y artista de todo es una Babette creadora que se adueña de la cocina y del momento derrochando todo su amor y su saber hacer en esa ‘última cena’.

Gabriel Axel (1918) es un director danés que sólo ha sobrepasado las fronteras de Dinamarca con esta película pero sin embargo ha trabajado durante muchísimos años en el cine y la televisión de su país. Yo no conozco nada más de su obra cinematográfica pero El festín de Babette es una película que me provoca emociones intensas. Y en cada visionado me fijo en nuevos detalles que convierten en una aventura el volver a verla (sobre todo es un festival de rostros que no se olvidan). Una película sobre lo sensual y lo espiritual y su hermosa unión con un excelente banquete de recetas exquisitas acompañadas de las bebidas adecuadas, un buen vino tinto, un suave champán o un delicioso amontillado… y de fondo una hermosa canción. Después quizá nos apetezca dar la mano a los demás comensales, rodear un pozo y cantar felices bajo las estrellas… O quizá nos dé por repetir una frase del oficial: “esta noche he aprendido que en este hermoso mundo nuestro todo es posible”…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

12 comentarios en “El festín de Babette (Babettes gæstebud, 1987) de Gabriel Axel

  1. Una película ma-ra-vi-llo-sa. De esas pocas veces que terminas una película y tienes la sensación de haber visto algo muy pequeño en la forma, pero enooooorme en todos los sentidos.
    Y qué bien lo has contado, pardiez…
    Besos

  2. Jolines,nada más entrar aquí y me ha dado la sensación, con esa imagen,que escribirías una reseña de Los muertos de John Huston que no es otra cosa que el final de la otra película de Marco Ferreri La gran bouffe,ese monumento a la carne.Pero no,escribes sobre una película magnífica que es El festín de Babette.De aquí reivindico la literatura de Isak Dinesen,que la gente se ha quedado solamente con Memorias de África,cuando sus relatos son extraordinarios.Y para terminar en donde he iniciado este apretado comentario,decir que El placer es una obra maestra.

    Besos desde la sobremesa,amiga Hildy

  3. Querido Alfredo… qué bonita manera de definir El festín de Babette.
    Una película llena de sensaciones, emociones, sabores y olores…, un bonito relato que el espectador disfruta desde su butaca o el lector pasando las páginas de un libro.
    Besos
    Hildy

  4. … Sí las conexiones que me provocan Los muertos, El placer y El festín de Babette me conmueven. Tanto los relatos como las películas me viene bien verlas de vez en cuando. Siempre me emocionan.

    De Dinesen además de Memorias de África y Babette me lei en su momento Siete cuentos góticos pero sé que me pierdo bastante… que todavía me quedan páginas por descubrir.

    La gran comilona es una de las películas que más incomodidad me ha provocado al verla… comer hasta morir… cuando el placer ya no es placer sino una pesadilla, una dependencia, una apatía. Y sería efectivamente el reverso perverso y oscuro de las anteriores películas.

    Besos
    Hildy

  5. Muy aguda esa conexión con la última obra de Houston.En ambas películas parece reinar el buen ambiente alrededor de la mesa aunque por debajo se debatan temas muy serios.Y ambas cuentan con dos interpretaciones femeninas maravillosas, muy matizadas, lejos del gran guiñol,pero seductoras.
    Me gusta más la de Houston, aunque este plato de Axel es bien apetitoso. No he visto las de Ophuls, pero la anoto sin falta. No estaría mal que esa práctica de recuperar estas pequeñas joyas se practicase más a menudo. Un abrazo.

  6. Querido Victor, fui feliz a esta proyección porque El festín de Babette nunca había podido verla en pantalla grande. Así que fue una auténtica gozada tener la oportunidad de gozarla. Efectivamente en ambas, tanto en Los muertos como en Babette los personajes femeninos (y las actrices que los representan) son maravillosos.

    Me encantan los cuentos de Maupassant así que todo lo relacionado con este autor y el cine trato de verlo (aunque me falta todavía por descubrir)… El Placer de Ophuls es una auténtica gozada donde el director recrea tres de sus relatos.

    Besos
    Hildy

  7. Querida Hildy, aunque no siempre te escribo leo tus magníficos comentarios y los que tantos amantes del cine te mandan y siempre me quedo admirada de tanta sabiduría y amor al cine, a la literatura, a la fotografía, a la música… al Arte en definitiva.

    Esta película en concreto yo tampoco la he visto en pantalla grande pero guardo un magnífico recuerdo de ella en DVD…El Arte de la gastronomía ha sido muy bien llevado al cine; recuerdo con mucho agrado «como agua para chocolate», «un toque de canela»… y «El festín de Babette» El sentido del gusto, el del olfato y el de la vista se recrean en la cocina…¡¡todo un placer desde el principio de la humanidad sin duda!!

  8. Cine y comida es una atractiva combinación que da como resultado, habitualmente, película sensualmente apetecibles… Da para una investigación de lo más suculenta. Como dices la gastronomía es todo un arte y, por cierto, muy cinematográfico. Me has dado una idea para el diccionario… las cocinas en el cine, qué bueno mi querida María Rosa…

    Besos
    Hildy

  9. Fantástica reseña. Esta película es formidable, una muestra de cómo el arte (gastronómico en este caso) puede reblandecer a las mentes más endurecidas: la sensibilidad que alcanza a cualquiera. El momento de la cena es una cumbre, un momento cinéfilo irrepetible. El que no la haya visto, que vaya al cine a aprovechar esta segunda oportunidad (verla en pantalla grande, un plus imperdible) y no habrá tirado el dinero de la entrada.
    Saludos.

  10. Sí, querido Licantropunk, la sensibilidad a todos nos alcanza… en algún momento y por la razón más inesperada… Y la gastronomía y una buena reunión puede ser una forma de hacer llegar el buen arte y que influya en nuestra manera de ser y de comportarnos, en despertarnos la mente y las emociones… Una buena comida con los sabores y condimentos necesarios nos habla… y nos hace sentir… como ocurre en El festín de Babette.

    Sí, me encantó poder disfrutarla en pantalla grande. Y volver a recordar cómo una creadora, una artista, Babette, es capaz de transformar a un grupo de seres humanos… de hacerlos sentir y vivir.

    Besos
    Hildy

  11. Querido Marcos, tanto los tres cuentos como las películas son una mezcla precisa de sensualidad y espiritualidad… y finalmente un canto a los placeres, emociones, sensaciones y sentimientos y como a través de ellos también se alcanza la trascendencia… A mí me encantan y me llegan cada vez que los leo o los veo… (puedo combinar las dos modalidades).

    ¡Yo me atrevo a afirmar que te van a gustar un montón tanto los relatos como las películas!… Ya me lo contarás.

    Besos
    Hildy

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