Persépolis

Un viaje autobiográfico a Irán de la mano de la dibujante iraní Marjane Satrapi y del también dibujante Vincent Paronnaud. Persépolis es una adaptación a la pantalla de los cuatro libros de cómic de Marjane donde da su visión particular sobre la historia y acontecimientos de su país desde 1978. 

Persépolis, dibujos animados en blanco y negro, de trazo elegante y con unos personajes que pronto te hacen meterte en una historia que te apunta al cerebro y al corazón. 

La película narra la historia de una joven, Marjane, que crece en el Irán de la Revolución Islámica. El relato empieza con Marjane, como niña vital de nueve años que vive la destrucción de su pueblo cuando los fundamentalistas toman el poder de su ya castigado país. 

A los catorce años, sus padres toman la determinación de enviarla a Austria y alejarla así de un país que se rompe a pedazos y que además sufre una cruel guerra con Irak. Allí, Marlene siente la soledad, el convivir en un país extraño, sufre la nostalgia y la dicha y el dolor adolescente. Hasta las últimas consecuencias.  

Marlene, tras una crisis de tristeza y soledad, regresa a un Irán que sigue oprimido, con el velo, con ansias de vivir en libertad y de crear, con fuerzas recuperadas y capaz de volver a fragmentar un corazón roto, Marjane trata de tomar las riendas de su vida a pesar de vivir en un país que la reduce a golpe de miedo y prohibición. Pero, como siempre le ha dicho su abuela, y como le han mostrado sus padres, su tío asesinado y amigos de su familia, la integridad y la dignidad como persona la mantiene, finalmente, intacta. Y dispuesta a una nueva vida. 

Persépolis narra una bella historia con unos personajes y unas escenas que te envuelven. Es una historia autobiográfica y muy personal que te da una visión y un punto de vista sobre la situación social y política de un país. 

Persépolis conmueve, te hace reír, llorar, reflexionar y sentir. Los personajes femeninos llenan la película, los masculinos enternecen. Un padre que siempre llora y se emociona, un tío comunista lleno de sensibilidad y esperanza –la escena de la visita de Marjane, niña, a la celda donde su tío ha sido detenido, contiene toda la emoción que más quisiera cualquier película de actores de carne y hueso–, esa abuela-conciencia que guarda flores de jazmín en su pecho y que siempre tiene una frase genial a tiempo, o esa madre fuerte que desea que su hija sea libre y que ama a un país que se desintegra a pedazos, siempre íntegra pero que se desmaya de dolor al separarse de lo que más quiere.

Su viaje a Austria, ese mundo de contraste, la ignorancia de Occidente hacia las realidades distintas, la soledad y la marginación…, el regreso a Irán, la apatía de un futuro que se ve negro, el horror de vivir bajo el yugo del miedo, lo que cuesta morderse la lengua, la búsqueda de resquicios de libertad… 

Y, escenas geniales e inolvidables. ¿Alguna vez se ha visto de manera tan hermosa al buen Dios y al pensador Karl Marx en los cielos dando consejos a una niña que se diluye en el dolor? 

La oportunidad de verla en V.O. te da la posibilidad de escuchar tres grandes voces femeninas del mundo del cine. Chiara Mastroianni como Marjane, Catherine Deneuve como la madre y la gran Danielle Darrieux como la abuela. 

La directora, guionista y dibujante de cómic, Marjane Satrapi, en una entrevista cuenta que siempre echará de menos a Irán…, pero que nunca nada le quitará la capacidad de reír ni lo mejor de sí misma, Persépolis lo pone de manifiesto. “Por supuesto. Es mi país y siempre lo será. Si fuera un hombre, diría que Irán es mi madre y Francia mi mujer. Obviamente, no puedo olvidar todos esos años, cuando me despertaba con una vista una montaña de 18.700 pies de altura, cubierta de nieve, que dominaba mi vida y la de Teherán. Es duro pensar que no podré volver a verla. Lo echo de menos. Por otro lado, tengo la vida que quería. Vivo en París, una de las ciudades más bellas del mundo, con el hombre que amo, haciendo el trabajo que me gusta, me pagan por hacer lo que me gusta. Por respeto a los que se han quedado allí, que comparten mis ideas pero no pueden expresarlas, encontraría de mal gusto e inapropiado quejarme. Si me hubiera rendido a la desesperación, todo se habría perdido. Así que hasta el último momento mantendré la cabeza alta, y seguiré riendo porque no me quitarán lo mejor de mí misma. Mientras estés vivo puedes gritar y protestar, pero la risa es el arma más subversiva de todas”. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.