La conspiración (The conspirator, 2010) de Robert Redford

¿Será posible que funcione mucho mejor un Abraham Lincoln ultraviolento, presidente de día, cazador de vampiros de noche? ¿Es factible que un drama histórico que presenta una versión de los hechos posteriores al asesinato de Lincoln menos estudiada o conocida que el propio asesinato pasara sin pena ni gloria? Sí, esto es posible en la fábrica de los sueños. El Lincoln cazavampiros despertará más interés o por lo menos una mayor y mejor promoción y apuesta que una película, de corte clásico, pero de inteligente propuesta.

Y esta película que pasó sin pena ni gloria por los cines fue obra del actor y director Robert Redford. Repasando algunas de las palabras que se vertieron sobre ella en el momento de su estreno, me sorprende que se le echa en cara a Redford que no innova en el lenguaje cinematográfico sino que opta por contar bien narrativamente y visualmente su historia (cómo si esto último fuera fácil). Es decir, se le echa en cara su clasicismo narrativo (cuando un montón de éxitos cinematográficos no innovan en el lenguaje cinematográfico sino que lo emplean bien). Me sorprende esa pega para justificar su fracaso. Porque sí, no innova en el lenguaje cinematográfico pero cuenta, en su estilo clásico, estupendamente una historia. Y que queréis que os diga disfruté mucho viéndola y tras su visionado. Redford plantea temas muy interesantes y nos narra una historia del pasado para hablarnos del presente. El director convierte a su público en espectadores de la historia y deja muchas vías para la reflexión. Como en Leones por corderos, Redford expone sus tesis en películas. Nos plantea disertaciones visuales…

Un personaje de la película lanza en un momento dado la tesis: “Abandonar la constitución no es la respuesta”. Explica que en un momento en que un país está en una situación de fragilidad y de cambio, que en un momento que un país está asustado (y se fomenta ese miedo de mil y una maneras… la teoría de la doctrina del shock), lo que hay que tratar es de no perder el norte. De no saltarse a la torera la constitución y los derechos humanos. Otro personaje lanza otra frase lapidaria: “En la guerra, la ley calla”. Ya con sólo estas dos frases de diálogo podemos iniciar un debate apasionante y además enfrentarnos a la situación política y social presente…

Pero es que Redford además de realizar su disertación visual nos cuenta una historia apasionante e interesante. Y nos la cuenta muy bien. Otras palabras leídas dejaban la sensación de que Redford presentaba una historia bien cerrada pero fría, sin emoción. Yo debí traspasar esa frialdad porque sí que me emocioné…

Pero ¿qué cuenta La Conspiración? El irregular juicio militar por conspiración de los sospechosos (confederados, del Sur) que pretendían sembrar el caos y desestabilizar —a punto de llegar a su fin la cruenta guerra civil— tras asesinar al presidente y cometer a la vez otros dos asesinatos que fueron fallidos (al vicepresidente y al secretario de Estado). El juicio reunió a ocho sospechosos y uno de ellos era una mujer. En esa mujer, Mary Surratt, se centra Robert Redford. En esa mujer y en la defensa que lleva a cabo su joven abogado, un héroe de la Unión (del Norte).

Así vemos el proceso de transformación de la mirada del joven y ambicioso abogado que de pronto ve que el juicio no está siendo justo (sino que la sentencia ya se sabe de antemano), que el juicio no es más que un espectáculo rápido para mantener a raya a los ciudadanos y contentarles con una ‘justicia’ efectiva, rápida, vengativa y cruel. Todos los esfuerzos del joven abogado para que su defendida tenga un juicio justo son bloqueados. De ser un héroe de guerra (que siente que este caso le ha caído como una ‘losa’ porque él también está indignado con el asesinato del presidente) pasa a ser un enemigo de las autoridades, a alguien a quien quieren callar y quitar de en medio… por querer defender los derechos humanos de su defendida y luchar por que se celebre un juicio constitucional.

En La Conspiración además hay un reparto muy interesante que llevan magníficamente a cabo sus roles. Destacan los dos protagonistas, Mary Surrat con el rostro de una estupenda Robin Wright que confiere al personaje de fuerza, fragilidad y ambigüedad. La mujer vestida de negro con su rosario en la mano. Y por otro lado el joven abogado Frederick Aiken interpretado por el actor escocés James McAvoy. McAvoy se muestra sutil como ese héroe de guerra que quiere ser un ambicioso abogado y casarse con una bella joven a ese hombre que se va comprometiendo cada vez más con su defendida, que va viendo que no es más que una marioneta y que le va venciendo la desilusión pero no las ganas de luchar hasta el último instante… A los dos protagonistas les sigue toda una galería de secundarios necesarios: Tom Wilkinson, Kevin Kline, Danny Huston, Evan Rachel Wood… Y dentro de esa ‘dirección clásica’, Redford juega con las luces y las sombras que tienen un significado dentro de la historia (y cómo ilumina a cada uno de los personajes en los distintos momentos de la narración) y rueda con corrección, ritmo y tensión el juicio. Impresionante y muy bien rodada la escena de los ahorcamientos…

Sigo sin entender cómo pasó sin pena ni gloria (en algunos países no llegó ni a estrenarse en pantalla grande) este último trabajo como director de Robert Redford. Parece ser que llama más la atención un Lincoln cazavampiros que un análisis histórico del asesinato de este presidente… 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

6 comentarios en “La conspiración (The conspirator, 2010) de Robert Redford

  1. A ver si yo consigo explicártelo…

    El problema, para mí, es de concepto del argumento. No sé si la película surge del taller Sundance y Redford le robó el proyecto al guionista primerizo de turno (lo ha hecho ya tantas veces…), pero en la película se da una circunstancia que afecta a Redford en lo personal: su pose de progre no viene sostenida con una elaboración intelectual propia y personal. Es decir, que le «gusta» aparentar ser un liberal, un progre, un tipo contestatario y crítico con el abuso del poder, pero, primero, en sus empresas y negocios, incluido Sundance, no predica con el ejemplo, y segundo, lo es de oídas, es decir, por asimilación, copia o mimetismo con otros, sin capacidad de emitir juicios y sostener principios propios.

    Esto repercute en la película, llena de topicazos, lugares comunes y superficialidades. Porque, primero, comete un error al escoger a Mary como baluarte de su defensa de los principios constitucionales. No es en la defensa de los inocentes donde éstos se ponen en riesgo, sino en la de los culpables. ¿Por qué Redford se empeña en hacer un culebrón, típico por otra parte, entre abogado que busca en la defensa de una inocente injustamente acusada -o no- la redención a sus traumas personales mientra ella acepta su condena con redención cristiana, como sacrificio por una causa superior que no es otra que la esencia de las libertades de América? ¿Por qué no escoger como protagonistas a los culpables? ¿Por qué no buscar la lectura más difícil, la única que podía aportar algo de verdad en el asunto, esto es, quién era Lincoln de verdad, qué fue de verdad la Guerra de Secesión, por qué el Sur quiso irse, como defendía precisamente la Constitución de EE.UU. y el Norte se lo impidió por la fuerza? Ahí está la esencia del debate que Redford plantea, y sin embargo lo rehúye en cada minuto del metraje, yéndose al trillado camino de lo sentimental.

    Si a eso añadimos la peor fotografía en una película de Hollywood de los últimos, no sé, treinta años (desde aquello del abuso de las transparencias), creo que son buenas causas para argumentar el fracaso de la cinta. En principio, porque no son las únicas. Te dejo lo que escribí sobre ella, por no darte más la paliza, pero donde están los motivos por los que yo creo que la película ha fracasado:

    http://www.diarioaragones.com/especiales/canalcultura/32025-la-conspiracion-tibia-y-fallida-vuelta-al-mito-de-lincoln.html

    Por cierto, vuelve Lincoln en la piel de Daniel Day-Lewis, dirigido por Spielberg una vez más intentando que lo tomen por un director serio, intentando parecerse a Griffith y Ford.

    Besos

  2. ¡Guau, Alfredo, encantada me tienes! ¿Sabes? no he podido volver a leer tu crítica en el diario aragones, me permite ver el título y la fotografía pero no el texto. DE todos modos apuntas otra mirada y un análisis del fracaso de esta cinta que por supuesto me motiva a repensarla.

    No sé si recuerdas que ya hablamos otra vez de la Guerra de Secesión y de las distintas maneras de verla e interpretarla (ésa es una de las maravillas de la Historia… lograr encajar todos los puntos de vista de un mismo acontecimiento para acercarse lo más posible a lo que pudo ser en realidad)en la reseña de otra película que a ti no te había gustado nada y a mí me interesó bastante: TIEMPOS DE GLORIA.

    Es cierto, también las películas históricas parten de un análisis, interpretación, disertación… que puede ser menos o más rica… pero por lo menos tanto aquélla como ésta dan atisbos de otra mirada, otra interpretación, otro análisis… que luego el propio espectador puede ahondar más.

    A mí LA CONSPIRACIÓN me resulta una historia, contada de manera clásica (respecto el lenguaje cinematográfico), interesante puesto que abre puertas a mirar de otra manera un episodio de la historia (para mí bastante desconocido, me refiero a este juicio y al paradero de cada uno de los sospechosos). Y, sí, es con los culpables con los que la constitución, el juicio justo, etcétera tiene que seguir en pie… pero también cierto es que los tiempos caóticos, del miedo, también pueden ‘culpabilizar y castigar’ a muchas personas inocentes y eso también da un miedo terrible, ¿no crees?

    No obstante el drama histórico siempre es complejo llevarlo correctamente a cabo (y sobre todo con las dosis de profundidad suficiente)… pero mientras dé ganas de leer, buscar información, tratar de aprender más historia sobre lo que propone la película… creo que una mínima función ha cumplido.

    Ahhh, y una pequeña cuestión, después de la disertación, hombre mi querido Alfredo, la fotografía yo no la vi tan penosa. Te lo juro. Y las contradicciones de Redford como hombre progresista y hombre de negocios no me sorprenden. Creo que una de las cosas más difíciles en la vida es ser absolutamente coherente.

    Besos y más debates
    Hildy

  3. Lástima: cosa del navegador, no sé por qué ocurre. Si pruebas con otro, Firefox, por ejemplo, creo que no da problema. En todo caso, el argumento iba en la misma línea, aunque con más detalle.
    Uf, «Tiempos de gloria»… Volví a verla hace poco, y me ocurre lo mismo. Me choca el concepto que maneja, no tanto la narración en sí. Me resulta llamativo el punto de vista. Creo que abusan de ese «buenismo» americano que tanto les gusta pero que tan distinto es de la vida a veces.
    El cine histórico es un peligro cuando sirve a un mensaje político determinado, casi siempre ligado a la desmemoria o al despacho por la vía rápida de los «tópicos nacionales», esos lugares comunes a los que encomendarse demagógicamente cuando se carece de argumentos o, simplemente, no pueden presentarse los que se tienen. Y soy muy pesimista en eso de que el público, así en general, sienta despertar en él el deseo de profundizar más en lo que ve. Creo que la política descubrió hace muchísimo tiempo el cine como mecanismo de asentar verdades a medias, propaganda y principios demagógicos en la mente del público, y que, presentados de forma atractiva, simple y dramática con un final adecuado a sus expectativas y aspiraciones en la vida, es la forma más fácil y exitosa para intoxicarlo e inmovilizarlo intelectualmente. Para que conozcan la historia tal como se la han contado, sin tener que pensarla. Y la mayor parte del público compra esta posibilidad, sin hacerse preguntas.
    Nada, nada, la foto no cuela… Igual el operador llevaba miriñaque…
    Besos

  4. … Sin embargo, a veces, algo hace el cine respecto a abrir los ojos (al igual que la literatura, la música… las artes en general) porque es curioso que en sistemas totalitarios o en otros intolerantes lo primero que quieren dominar es la cultura (o lo primero que quieren cargarse), y lo primero que quieren prohibir son ciertas películas, libros o canciones… o relegarlas al olvido.

    Besos y debates
    Hildy

  5. Glug.Ante tamaña disertación por parte de ambos uno se encoge.Pero qué demonios,me voy a poner valiente.¿Por qué ahora le da a todo el mundo por Lincoln? Ya en el fallido remake de Tim Burton El planeta de los simios, vemos al final a un Lincoln convertido en chimpancé.No me gustó la película de Redford y es posible que no me guste la de Spielberg,y,mucho menos ese Lincoln que caza vampiros.Joder con los americanos.Yo me quedo con el alcalde de Villar del Río:Pepe Isbert.Toma ya.

    Besos con barbilla a lo capitán Ahab y patillas a lo gitano.

  6. Ja, ja, ja, mi querídisimo Francisco (con aumentativo y todo)… veo que Lincoln (por lo menos el cinematográfico) no te inspira mucha simpatía. Sí, tienes toda la razón, el alcalde de Villar del Río, ese Pepe Isbert por lo menos nos deja su espíritu tragicómico y mucha ternura… y nada de eso tiene ninguno de los Lincolns del mundo…
    Besos
    Hildy

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