Encantadora de abejas: Ninny me contó el otro día, de nuevo, la historia de Idgie y Ruth. Yo nunca me canso de escucharla. Con su voz anciana me dice que Idgie era encantadora de abejas y que Ruth era la muchacha más linda y fuerte de Whistle Stop. Eran tiempos de la Gran Depresión pero ellas, en su café, siempre tenían deliciosas recetas preparadas para todo aquel que quisiera acercarse: sin hogar, con hogar, blanco, negro, niño, hombre, anciano, grande, pequeño, niña, mujer, anciana…, eran transparentes, no hacían distinciones. A Idgie le cambió la vida siendo niña cuando perdió a su hermano mayor en trágico accidente. Se volvió más especial de lo que ya era. Ella encantaba a las abejas y al personal con sus historias y cuentos. No era una mujer que siguiera las convicciones de la época pero se encontró con Ruth –que quizá hubiera sido la novia del hermano– y ya no se sintió sola. Ambas se protegieron. A Ruth le cambió la vida un hombre que la trataba a palos y la dio un hijo al que amaba y hubiera hecho cualquier cosa por él (igual que toda la gente que la amaba). Idgie fue en su búsqueda. Y las dos se hicieron dueñas de un café y hacían tomates verdes fritos. Cuando se aburrían se lanzaban harina y tomate…, jugaban a las cartas, hacían teatro…, y sobre todo hacían agradable la vida a los demás. Idgie no paraba de contar historias. Pero un día el destino las golpea de nuevo, e Idgie ve cómo pierde a otra persona querida, a su Ruth. Pero Idgie sabe que la vida sigue, y ante su apariencia fuerte, era la más frágil. Eligió la soledad…y seguir encantando abejas.