Dos semanas en otra ciudad (Two weeks in another town, 1962) de Vincente Minnelli

Diez años separan a Cautivos del mal de Dos semanas en otra ciudad. Cine dentro del cine. Dos amargas incursiones al mundo del cine en forma de melodrama que, sin embargo, no dejan de mostrar un apasionamiento hacia ese mundo de celuloide que, como la vida, contiene momentos de desesperación, crueldad absoluta y decadencia… pero también segundas oportunidades. Y las dos muestran ese Hollywood que evoluciona. No son iguales los estudios en los años cincuenta que esa decadencia que van sufriendo y ese cambio que se va dando en los sesenta. Por eso una ocurre en el seno de la industria de los sueños y la otra se traslada a la vieja Europa cuando los grandes estudios buscaban abaratar costes y las viejas glorias o las nuevas promesas iban a estudios europeos a pasear su olvido. En Dos semanas en otra ciudad la ciudad es Roma y los estudios, Cinecittà.

Las dos están protagonizadas por un mismo actor, Kirk Douglas y su director es Vincente Minnelli. Cautivos del mal, en blanco y negro, sirve para ilustrar el momento glorioso que vivieron un actor y un director de ficción, Jack Andrus (el propio Kirk Douglas) y Maurice Kruger (Edward G. Robinson). Así les vemos a ambos en sala de cine mirando una obra del pasado. Minnelli cuenta mucho de la historia del cine en una única escena.

Minnelli cada vez más sofisticado, y de gustos europeos (no es ajeno a las corrientes que irrumpen en Europa y a los aires nuevos de Hollywood), alardea de su uso del lenguaje cinematográfico y del buen uso de las claves del melodrama (en el que sin duda es uno de los directores estrella) para mostrar un retrato amargo de una serie de personajes que sufren porque aman, odian y viven intensamente. Así Douglas, el actor de hoyuelo, vuelve a estar inmenso como hombre desequilibrado, como actor que arrastra el fracaso y va en busca de una segunda oportunidad pero para ello ha de vivir una nueva catarsis (de pura tragedia) para salir absolutamente limpio y curado de su inestabilidad emocional.

Y para este proceso emocional que sufre el personaje se rodeará de cuatro personajes fundamentales para la evolución de su estado mental. El director con el que formó pareja artística en el Hollywood dorado (y que ahora también pasea su decadencia aunque trata de disimularlo) y una relación compleja. Carlotta, la ex mujer que le lleva siempre por los recovecos más oscuros de su personalidad y por un estado de dependencia enfermizo. Una joven y bella italiana que llega a la vida del actor como un balsamo y un joven actor que arrastra uno y mil complejos que es puro reflejo del actor maduro en su pasado (y que va también en picado hacia el abismo).

Como rey del melodrama nos hace sucumbir en un mundo de emociones extremas donde como en un tiovivo o como en un coche sin frenos el espectador pulula junto a un Jack Andrus que estalla o tiembla pero que comprueba que puede enfrentarse a sus miedos más recónditos.

Una de las sorpresas que nos depara este melodrama puro es el patético y triste papel de Clara, la esposa del director en plena decadencia, Maurice Kruger. Clara tiene el rostro de una buena actriz que cuando tuvo oportunidad de lucirse mostró su capacidad interpretativa. Es una de las caras a las que el olvido casi ha borrado pero cuando se la descubre raramente decepciona, Clarie Trevor. Siempre será la inolvidable prostituta Dallas reina de la función en La Diligencia de John Ford.

Una de sus escenas más recordadas y clímax catártico es la rápida carrera hacia la desesperación después de una noche de pesadilla (pero noche decisiva para dar el vuelco definitivo a su vida) que emprende Jack Andrus en su coche junto a una exaltada Carlotta sin máscaras. Pero Minnelli también se muestra maestro en las escenas de fiesta decadente o en los sets de rodaje (y doblaje) de la película que se está gestando en suelo europeo. Minnelli se muestra amargo, dolido pero a la vez apasionado. Ama el cine, su profesión… pero le duele y le amarga. Como le amargaría el resultado final de Dos semanas en otra ciudad que parece ser no fue del gusto del propio director que tuvo que someterse a los dictados del estudio para el que trabajaba.

Dos semanas en otra otra ciudad es un viaje con retorno de un actor que en la recaída encuentra una puerta abierta. Porque a pesar de los pesares se enfrenta a sus miedos y se da cuenta de que hay otros caminos. Y que del fracaso se aprende aunque sea un camino largo, arduo y duro.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

2 comentarios en “Dos semanas en otra ciudad (Two weeks in another town, 1962) de Vincente Minnelli

  1. Gran película. Creo, sin embargo, que si en «Cautivos del mal» el cine es un protagonista más (hasta el punto de que Douglas es una personificación del cine a través de su sátira de Selznick), aquí es escenario. Pero atrapa y encandila como toda buena película de «cine dentro del cine».
    Y qué bueno es Robinson, siempre.
    Besos

  2. Me parece, mi querido Alfredo, una sesión doble maravillosa y complementaria. Ambas cuentan mucho de la historia del cine. Sin embargo, me gusta el matiz que comentas. Dos semanas en otra ciudad se empapa del lenguaje cinematográfico del melodrama. Y los estudios romanos son puro ‘escenario’ de unas vidas que se cruzan y nos llevan a la catarsis.
    El personaje que representa Robinson, ese director acabado que se aferra a las glorias del pasado me provoca tanta, tanta pena…

    Besos
    Hildy

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