La comedia de la vida (20th Century, 1934) de Howard Hawks

… Buena película para empezar el año. Una comedia de Hawks, en uno de los tantos géneros que dominó con mucho arte y uno de los géneros en los que dejó carcajadas a raudales. Hawks inolvidable en La fiera de mi niña, Luna nueva (ya sabéis que debo mi inmortalidad y eterna juventud a esta maravilla), Bola de fuego, La novia era él, Me siento rejuvenecer o Su juego favorito, comenzó su famosa andadura por el género (aunque ya tenía su experiencia en el cine silente) con La comedia de la vida donde se encuentra la semilla de la comedia alocada, la screwball comedy.

Así su pareja protagonista está formada por dos seres creativos pero arrastrados por la irracionalidad, el esperpento, la hilaridad, el histrionismo, con chispa en sus diálogos rápidos y vivos… y rodeados por personajes igualmente irracionales… pero por ello rozan la genialidad. Todos se reúnen finalmente en un escenario muy cinematográfico: un tren, el 20th Century, con destino a New York.

El tren ha sido escenario de muchos asuntos (pasiones, asesinatos, viajes iniciáticos…) pero ha sido también escenario de alocadas comedias que nos han dejado escenas imborrables desde un Buster Keaton, maquinista de la general, hasta los irracionales que pueblan La comedia de la vida, pasando por las desternillantes escenas en Los hermanos Marx en el Oeste (¡Más madera!), la divertidísima Un marido rico de Preston Sturges o Con faldas y a lo loco y esa litera de límites insospechados para celebrar la más divertida de las fiestas. En los camarotes y vagones de La comedia de la vida transcurren vidas locas… y apasionadas.

Hawks ama y respeta los oficios que llevan a cabo los hombres y mujeres que protagonizan sus películas. Porque forman parte de una pasión. Así es comprensivo con las virtudes y defectos de sus personajes protagonistas que finalmente siempre se entregan apasionadamente al trabajo que aman y que da sentido a sus vidas. En La comedia de la vida es el mundo del teatro el que sube al estrado en una de esas combinaciones maravillosas entre pantallas de cine y escenarios. Por otra parte en el guion se deja llevar por dos plumas incisivas (que ya habían creado para el teatro su maravillosa Primera plana… que Hawks transformaría en la mítica Luna nueva —una de sus versiones cinematográficas—…), Ben Hecht y Charles MacArthur.

Sus personajes esperpénticos nos dejan una reflexión con la que juegan en sus maravillosos diálogos… en ese mundo ya no hay distinción entre lo real y lo interpretado. No hay freno para el exceso, el juego, los trucos y las mentiras. Realidad y ficción se cruzan continuamente como los sentimientos y las pasiones. La vida se transforma en una locura sin hueco para la calma ni el aburrimiento. La propia realidad es un gigantesco e interminable escenario.

La estructura de la película es circular empieza con un ensayo en la que se nos muestra el nacimiento de un tándem artístico, una actriz (que empieza) y un famoso y excéntrico productor que ve en ella una joya en bruto… y termina con otro ensayo en el cual se ve que ambos acabarán siempre irremediablemente juntos porque juntos crean a pesar de los pesares. En medio transcurre su periodo de separación donde ella sigue su estrellato (cambiando las tablas por Hollywood y su libertad… y una personalidad realmente alocada que como su pigmalión siempre bordea lo real y lo ficticio… la vida también es un escenario) y él va uniendo fracaso tras fracaso en los teatros. Ambos vuelven a unir sus destinos a bordo de un tren…

Y alrededor de ello una galería de personajes secundarios absolutamente delirantes y geniales ofreciendo la que esto suscribe matrícula de honor a Etienne Girardot con un papel delirante y maravilloso. Él es el anciano Mathew J. Clark, hombrecillo con un maletín que va pegando en el tren pegatinas con mensajes religiosos (¡Arrepentíos, que ya es hora!) en ventanas, sombreros, chaquetas…, que se dice empresario y va dejando cheques millonarios sin fondos allá por donde pasa… Pero también le acompañan otros personajes como el relaciones públicas Owen O’Malley (Roscoe Karns) apegado a su botella y siempre con frase a punto y el contable del teatro Oliver Webb (Walter Connolly) con sus ‘problemas’ de corazón, sus despidos continuos y el mejor amigo del protagonista, los inseparables secuaces del productor.

Todo lo anterior arropa a la pareja protagonista: Carole Lombard y John Barrymore… que ofrecen la esencia de la locura y de lo delirante en sus interpretaciones como la actriz principal y el famoso productor. Los dos intérpretes se desatan y su histrionismo, maravillosamente pautado, deja dos interpretaciones de quitarse el sombrero. Porque los dos se encuentran en un gran escenario que es la vida y no paran de jugar y de actuar… ya que la vida es puro teatro.

John Barrymore como productor extremo deja a su personaje matices y más matices y hace de la exageración un arte. De la estirpe Barrymore, John que fue galan silente arrastraba vida de excesos y aunque ya el alcohol iba haciendo mella en su físico y en su memoria siguió interpretando hasta que murió en 1942. En La comedia de la vida dio rienda suelta al exceso y al esperpento creando a un productor teatral apasionado, genial, inaguantable… y con altas dosis de locura. Carole Lombard, sin embargo, estaba convirtiéndose en estrella imprescindible, en gran dama de la alta comedia loca, y aquí en su actriz desatada ya se encuentra la esencia de su personalidad de comediante. Su belleza y elegancia esconde a un personaje de divertida irracionalidad que llega a extremos delirantes en mi personaje favorito de la Lombard, la Irene Bullock de Al servicio de las damas.

Así es un placer sumergirse en el tren 20th Century con destino a Nueva York y ser testigo de vidas que son puro teatro para nuestro deleite…

 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “La comedia de la vida (20th Century, 1934) de Howard Hawks

  1. Maravillosa historia, realmente desternillante, que hace que todavía se eche más de menos lo que la Lombard pudo haber sido…
    Besos

  2. Si es que la Lombard era absolutamente desternillante…
    ¿Imaginas un viaje en tren con tales personajes? Creo que una charla con el anciano de las pegatinas no tendría desperdicio.
    Beso
    Hildy

  3. … todavía hay destinos en los que no se puede llegar en AVE (por otra parte qué gozada poder plantarse en na de na en el lugar deseado… aunque las conversaciones sean más cortas… aunque el asesinato en el Orient Express hubiera dejado muy poco margen de averiguación al pobre Poirot…, tendría tan sólo el tiempo de un cortometraje)

    Besos
    Hildy

  4. De la peli, poca cuenta puedo dar, compa Hildy, dado que no la conozco (además de que soy poco de screwball, es un subgénero que no termina de engancharme…); pero de viajes en AVE sí que podría aportar alguna que otra experiencia, dado que son ya muchos los miles de kilómetros que acumulo a lomos de ese “caballito de hierro”. Y, francamente, no creo que sea ni mejor ni peor que el viejo tren, el de toda la vida; es, simplemente, diferente, muy diferente (con sus ventajas, claro, y sus inconvenientes, cómo no…). Y, por supuesto, aún aguarda a que se haga una peli que le dé un papel destacado (a día de hoy, no recuerdo que haya ninguna en tal tesitura).

    Un fuerte abrazo, feliz 2012 y buen día.

  5. Vale, Manuel, que el AVE tiene ventajas innegables, es cierto, pero entre las desventajas, también innegables, es que ya no puedes hacer un viaje, pongamos, Zaragoza-Madrid, a un precio digno y decente, salvo chollo puntual o casualidad no buscada tan aleatoria como el Gordo de Navidad. Y en un país que se califica de Estado Social y Democrático de Derecho, convertir el transporte «público» en un artículo de lujo, y hacer que los pobres se apelotonen en el autobús (cada vez más caro, por eso mismo), no es de recibo. Aunque se tarde más, tenemos derecho a viajar por menos. Pero es otro de los síntomas de que hemos aprendido a vivir más deprisa, pero no mejor.
    Abrazos a ambos (y disculpas por ocupar este espacio cinéfilo para peregrinas reflexiones personales)

  6. Mi amigo Manuel, sniff, sniff, qué pena que no terminen de engancharte las comedias alocadas. Yo me río tanto con ellas y con sus personajes. Lo que he podido disfrutar de Una chica afortunada, Sucedió una noche, La fiera de mi niña, Me siento rejuvenecer, Al servicio de las damas, Un marido rico… Es que pienso escenas…

    Bueno la verdad mi querido amigo es que la comedia en general es un género con el que disfruto un montón. Pero tienes toda la razón del mundo con que hay distintas sensibilidades para el humor. Yo con unas me muero de la risa y con otras no me sale ni siquiera una sonrisa. A mí también me pasa que no conecto con ciertos tipos de humor.

    ¿Cuáles son tus comedias favoritas?

    … Seguro que pronto veremos el AVE convertido en un escenario de cine.

    Besos
    Hildy

  7. … Alfredo querido.

    ¡Más madera! ¡Más madera!

    Encantados, seguro, estamos los dos (Manuel y Hildy) de tus ‘peregrinas reflexiones personales’.

    La indignación muestra que la capacidad de reacción todavía sigue viva…

    Besos
    Hildy

  8. Me temo, compa Hildy, que una lista de mis comedias favoritas sería algo tan disperso como caótico, bastante poco significativo a la hora de buscar una línea, me gustan cosas muy dispares. ¿Títulos, así a vuelapluma? Pues desde Con faldas y a lo loco a Algo pasa con Mary, pasando por Vida y amores de una diablesa o Ninotchka, o cualquiera de Berlanga (con todo su vitriolo y mala leche…). Ya ves, nada definido, igual hay pelis sublimes, que chorradas intrascendentes. Como en la vida misma, vaya…

    Un fuerte abrazo y seguimos en esto de las pelis…

  9. En la disparidad también se encuentra mucha riqueza.
    Porque admite distintas visiones y puntos de vista.
    Todas las comedias que nombras me hacen pensar en una escena y soltar una carcajada.
    Has dado totalmente en la diana con mi sensibilidad (coincidimos plenamente) humorística: ¡adoro Ninotchka!
    Hace poco vi otra comedia que no llega al nivel de Ninotchka pero tiene puntos de conexión y escenas divertidísimas, Camarada X de King Vidor.
    Y ¡lloro de la risa con Con faldas y a lo loco!
    Besos
    Hildy

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