Melancolía de Lars von Triers

Entre la belleza y la frialdad Von Triers muestra lo recóndito de la melancolía. Entre el relato apocalíptico y la crítica velada a la alta burguesía Von Triers es capaz de articular imágenes maravillosas. Entre la descricipción psicológica y la relación de dos hermanas opuestas Von Triers ofrece una película hermosa, fría y muy razonada. Y entre medias se cuelan un montón de referencias culturales que se nos escapan de los dedos, del corazón y de la mente y crean un mundo propio.

Von Triers encierra al espectador entre un prólogo (que es una sucesión de imágenes oníricas, hipnotizadoras y tremendamente hermosas que invaden los sentidos del espectador cautivado además por la música de Tristán e Isolda de Richard Wargner que rodea todo de una belleza visual que todavía no comprende) y un final dolorosamente bello. En las imágenes pausadas del prólogo el espectador pasea despacio por las video instalaciones, de en vez un Bill Viola, un Von Triers que sabe ser mago con la imagen. Llegar hasta al final es vivir un Apocalipsis donde después probablemente sólo quede el vacío. Final desgarrador y poético… Y en medio de todo, de ese prólogo y ese final danza la melancolía siempre presente.

En Justine, primera parte, rescata el Dogma en la manera de filmar y lo que más interesa es notar el descenso o la caída de la hermana melancólica (Kirsten Dunst) a los abismos de la depresión. Así de esa limusina —que no puede avanzar en una estrecha curva— que parece un principio una novia vestida de blanco va descendiendo en absoluta soledad a los infiernos de la depresión ante la mirada de una hermana impotente. Y en un ambiente de apariencias felices donde todos quieren algo y todos le repiten que está radiente y feliz (excepto esa madre borde, amarga y esquiva que la confiesa el secreto eterno: todos tenemos miedo siempre) la novia vestida de blanco sufre su propio Apocalipsis y desgarro a la luz de la noche. Y su hermana y su cuñado que todo se lo organizan en enorme mansión la repiten continuamente que sólo quieren que sea feliz, la exigen que sea feliz. Pero ella no puede. Y Claire (Charlotte Gainsbourg), la hermana segura, la repite desesperada que a veces la odia. Y Justine ya en el descenso hacia la depresión nota cómo se acerca Melancolía un planeta que todo lo trastoca. Ya no tiene miedo a la autodestrucción. Como dice su pequeño sobrino es su tía fría y hecha de acero…

Y en Claire, segunda parte, se vive la espera a un fin del mundo que a Justine ya no le asusta ni padece. Ella ya está rota y por eso termina actuando cuerdamente, esperando, e incluso construyendo una mágica cueva para crear un cuento a un sobrino asustado. Aquí la que se desmorona es la que siempre la ha sostenido, nunca la ha abandonado aunque siempre, a veces, la odie. Claire no espera el fin del mundo. Claire no quiere la destrucción de su mundo seguro. Y sobre todo quiere sostener, proteger y mantener al hijo. Ella no sabe de abismos y autodestrucciones. Quiere vivir. En la enorme mansión Melancolía se acerca. Y cada habitante de la casa Justine, Claire, el cuñado (Kiefer Sutherland) y el sobrino viven el final de una manera diferente. Melancolía lo más hermoso y aterrador capaz de alterar las fuerzas de la naturaleza, que enfoca a una mujer desnuda, que espera. Melancolía que devora al mundo…, que lo altera. Y Claire corre para salvarse, y Justine de manera brusca, para que la odie a veces, la pone la realidad al frente: no hay salvación, estamos solos.

Y con sus heroínas (siempre mujeres rotas que me sublevan), y unos hombres que pasan como sombras y obstáculos que no las sostienen, y un niño esperamos el final en una cueva mágica.

Mientras Von Triers nos sacude con ecos de un romanticismo alemán, nos sacude con Resnais a lo Marienbad o con el Antonioni de La Noche todo rodeado de un halo extremo y operístico a lo Visconti que hace magia con escenografías y puestas en escena. Y allí al fondo la sombra de Tarkovsky con Sacrificio. Ofrece drama psicológico y familiar con tintes apocalípticos sin un atisbo de cine catastrófico y sí una poesía seca, fría pero tremendamente hermosa. Donde hay sitio para una novia vestida de blanco solitaria, para unos globos de luz, para un planeta que se acerca cada vez más tremendamente atrayente, para una mujer desnuda en medio del caos, para otra mujer que corre desesperada bajo la nieve con un niño en brazos… Y para un planeta Melancolía que arrasa.

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12 comentarios en “Melancolía de Lars von Triers

  1. Sinceramente no me gusta Von Triers, no entiendo la pureza de su método y la pornografía sentimental de sus películas. Hay algo que no me encaja.Pero Melancolía es una película que quiero ir a ver.Ya te contaré.

    Besos,Hildy.

  2. Yo tengo una relación amor-odio con Von Triers. También me sublevan y cabrean sus heroínas femeninas. Sin embargo reconozco que a veces me subyugan sus imágenes cinematográficas. El caso es que siempre acabo acudiendo a la sala de cine para ver sus películas. Von Triers me seduce y me deja fría a la vez. Y eso me ha pasado de nuevo con Melancolía que me seduce y me deja fría. Con un prólogo y un final dolorosamente bellos y entre medias una melancolía que avanza.
    Besos
    Hildy

  3. A mí me parece demasiado heredera de películas como «Celebración» y «Sacrificio», ya lo comenté. Sus imágenes son subyugantes, sus pequeños episodios, entre inquietantes y absorbentes. El conjunto, espléndido en lo visual, perturbador e incómodo en lo argumental, ambicioso e insatisfactorio en su pretenciosidad.
    Besos

  4. En tres líneas has explicado Melancolía… pero Von Triers ha logrado a pesar de los pesares subyugarme. Con el prólogo y el final me ha ganado en esta historia. Y desde luego sabe de Melancolías.
    Lo de Celebración no lo veo tanto sólo en la forma de filmar (estilo Dogma) porque la celebración de la boda para mí es caer en la melancolía con el personaje de Justine no tanto buscar la provocación y mostrar el mundo que la rodea que se derrumba.
    Besos
    Hildy

  5. No la he visto, compa Hildy, pero para mí el cine de Von Trier tiene el gancho suficiente como para despertarme el interés por todo lo que hace (más allá de lo que puedan ser sus actitudes personales, que, visto lo visto, y al menos en su dimensión pública, dejan bastante que desear, por decirlo suavemente…). Y a ésta, como todas, cómo no, le tengo muchas ganas. Ya veremos, ya…

    Un fuerte abrazo y buen jueves.

  6. A mí en cambio, el primer capítulo, «Justine», no me recuerda solamente a «Celebración» en cuanto a la forma Dogma (de hecho, aunque la de Vinterberg se considera la primera película oficial del movimiento, se salta varios de los mandamientos del manifiesto 95). Yo no interpreto el primer capítulo a través de esa melancolía, sino de la angustia; al igual que el personaje de Ulrich Thomsen en «Celebración», Justine se angustia, sufre, se deprime porque es más lúcida que nadie, porque sabe más. En el caso de Ulrich, él sabía la verdad del patriarca cuyo aniversario era el motivo de la fiesta. En el caso de Justine, que sabe «cosas» que nadie sabe, por simple lucidez, intuición, genio, sabe perfectamente que su boda es inútil, que ese momento es gratuito, pero, como Casandra, no puede decir nada. Veo poca melancolía y mucha angustia. Pero claro, ¿quién iba a ponerle Angustias a un planeta…?
    Besos

  7. … Ay, amigo Alfredo, qué buena visión has proporcionado. Y sí, si te digo la verdad también sentí la angustia… y la melancolía.
    Creo que el truco del Dogma ha sido siempre saltárselo… con elegancia e ilusión.
    Es obvio que poner Angustias a un planeta… como que no. Ay, que siempre termino riéndome contigo hasta con Melancolía…
    Besos
    Hildy

  8. Hija que te ha gustado! Qué placer de leer los comentarios, tan enriquecedora experiencia que ya me dieron ganas de verla de nuevo. Su impacto es increíble, pero dime que te pareció Kirsten? La madre merece una peli para ella sola, que mujer! Espero regresar pronto!

  9. Pero ¡cómo te echaba ya de menos Christian! ¿Cómo estás?

    Sí, sí Melancolía me ha gustado bastante más de lo que esperaba. Tiene mucha, mucha miga y como dices es una enriquecedora experiencia.

    Pues Kirsten me pareció que estaba muy bien en su papel. A parte de poder ‘jugar’ con ella en la parte figurativa de la película y ofrecer con su rostro y su cuerpo imágenes bellísimas (esa novia de blanco totalmente en soledad, esa mujer desnuda bajo melancolía, esa novia arrastrada por el agua a lo Ofelia, ese rostro solitario mientras tras suyo van cayendo pájaros muertos…), la propia actriz logra crear un personaje que se descompone entre la melancolía y la depresión pero que a la vez se hace fuerte como el acero (como siempre la llama el sobrino) ante la adversidad y la destrucción segura, puesto que ya sabe lo que es, ya lo siente.

    Ja, y la Rampling, la madre es un personaje genial… y por poner un pero a la película, una pena que esté tan poco desarrollado. Sin embargo tiene una de las escenas claves cuando le dice a JUSTINE que todos siempre tendremos miedo…

    Besos, bello mío (por la empanada mental que te he soltao en unos segundos)
    Hildy

  10. Pues no la he visto…aún…pero después de todo lo leído voy a ir a verla y ya contaré…no sé, no sé… demsiada melancolía me parece…

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