David O. Selznick y Jennifer Jones, hacia el romanticismo extremo

El obsesivo Selznick fue productor de un montón de películas memorables (sí, Lo que el viento se llevó y las primeras de la aventura americana del maestro del suspense, Hitchcock) y también impulsó la carrera de varios actores y actrices. Hombre complejo y siempre recordado (a veces únicamente) por las largas anotaciones que mandaba a sus sufridos directores y guionistas (y a otros trabajadores del mundo del cine) con cada uno de los puntos que veía que había que tener en cuenta o que había que cambiar en una película… Le gustaba tener el control completo de todo el proceso cinematográfico. Mimaba la película en la que se aventuraba. Se convertía en obsesión.

En la época de los grandes estudios, él luchó por convertirse en productor independiente y lo consiguió. En su andadura muchos actores y actrices se cruzaron en su camino y en los años cuarenta se enamoró de una actriz que estaba trabajando y actuando para lograr el estrellato… y él se convirtió en guía obsesivo de su carrera profesional y en su futuro esposo. Ella era Jennifer Jones. A partir de su unión profesional (primero) y sentimental (después. Se casaron en 1949 y permanecieron unidos hasta la muerte del productor en 1965), Selznick con mano férrea controló la carrera de Jones, tanto si era él productor de las películas que protagonizaba como si no (siempre estaba su mano…). Jones logró carrera interesante y bajo la batuta del productor Selznick fue protagonista de películas que se han convertido en parte de la memoria cinéfila colectiva. Reconozco que no profeso amor hacia Jennifer Jones, quizá porque en un ciclo que la dedicaron hace muchos años en la 2 me pareció la reina de la llorera y la exageración…y la cogí un pelín de manía. Aunque ahora estoy volviendo a recuperar su obra cinematográfica y mi percepción ha ido cambiando (está asombrosa en Carrie de William Wyler).

De este peculiar dúo destacaré aquellas películas en las que Selznick se acreditó como productor independiente. Y también dos coproducciones donde Selznick estuvo detrás de su esposa y de la obra cinematográfica dando curiosas situaciones.

Desde que te fuiste (1944) de John Cromwell

Primeras lágrimas de Jennifer Jones en una obra cinematográfica de Selznick, fruto de una época (Segunda Guerra Mundial). Película para animar a los ciudadanos estadounidenses que ven cómo sus vidas han cambiado con una guerra dura donde se ausentan los hermanos, padres, hijos, novios… (y quizá nunca regresen o vuelvan heridos física y mentalmente). Tipo señora Miniver, pero con familia americana unida jamás será vencida y sus vicisitudes en tiempos de guerra. Importante reparto femenino con Claudette Colbert a la cabeza y secundada por una joven y enamoradiza Jennifer Jones y una adolescente Shirley Temple. El que se ha ido a la guerra obviamente es el esposo y padre. Las cartas de la Colbert se suceden contando su día a día. De metraje interminable y con una lista de maravillosos actores secundarios. Estaría también presente un Joseph Cotten que actuaría varias veces como pareja amorosa de ficción de Jennifer Jones. Cotten, en esta película, no ama a la actriz sino que se muestra más pendiente del personaje de la Colbert. La joven Jennifer Jones en la película suspiraría por el personaje con rostro de Robert Walker (su marido en aquel momento y en trámites ya de divorcio).

Duelo al sol (1946) de King Vidor

Película a lo grande con producción de Selznick y por supuesto toda su atención en cada parte del proceso. La estrella no podía ser otra que su enamorada, Jennifer Jones. Que le da papel bombón, sensual y escandaloso, la mestiza Perla Chávez, en un historia de amor y pasión más allá de la muerte. Perla, una fuerza de la naturaleza, revuelve la vida de una familia, los McCandless. Y ahí están dos hermanos (como Caín y Abel) suspirando por su amor. Ellos son Gregory Peck y Joseph Cotten, el mal y el bien se dan la mano para amar a la misma mujer, una pasional Perla.

Lo demás ya es leyenda cinéfila… esos colores arrebatadores y ese final de amor más allá de la muerte en una montaña. El paroxismo.

Jennie (1948) de William Dieterle

Película de culto con producción de un hombre independiente que apuesta por la historia compleja resuelta de manera sencilla. Recuerdo su blanco y negro y la historia de un amor que sobrepasa el tiempo. Tiene apariencia mágica e irreal. De una niña que pronto se convierte en joven y en mujer… y que enamora a un pintor, a un creador en un momento artístico complicado, de vacío creativo. Él es Joseph Cotten. Ella es Jennifer Jones. Un romanticismo suave entre un creador y una musa fantasmal… Aquí es donde sale mi vena contra la pobre Jennifer Jones… no me la creo como tierna musa (imagino a otras).

Pasión bajo la niebla (1952) de King Vidor

De nuevo Selznick se va por una historia de tórridas pasiones al servicio de su señora esposa. Vuelve a confiar en Vidor y pone como amante al actor de moda, un rudo Charlton Heston. Apenas recuerdo este melodrama que quiero recuperar. Me encantará volver a verlo. Jennifer es Ruby Gentry, una campesina, despechada en amor y desgraciada siempre, llega a alcanzar estatus social al casarse con un hombre poderoso. Ruby es una mujer rechazada…, cuando accidentalmente muere el esposo, empezará un nuevo y tortuoso camino para cerrar heridas.

Adiós a las armas (1957) de Charles Vidor

Otra macroproducción de Selznick que sigue obsesionado con la carrera de su amada esposa. Esta vez es volver a llevar a las pantallas Adiós a las armas (adaptación de la novela de Hemingway). Espectáculo a lo grande que no consigue remontar y apasionar… y sí aburrir a veces. Además cuenta con un problema importante, la no química entre Rock Hudson y Jennifer Jones, que vuelve de nuevo a llorar desconsoladamente. No se consigue el aura mágica de Gary Cooper y Helen Hayes en la versión de los años 30 ni la elegancia de Frank Borzage. Fue el último trabajo profesional de Selznick y Jennifer Jones.

Dos curiosidades

También el productor actuó en la sombra (no tan en la sombra, bastante presente) en dos coproducciones para lanzar a su señora esposa fuera de las fronteras norteamericanas. Para que fuera dirigida por prestigiosos directores europeos afincados en Europa… Jennifer Jones estuvo presente en el mundo especial y mágico de Powell y Pressburger (en una película que no he podido ver ninguna de sus dos versiones… espero poder hacerlo pronto). El productor quería intervenir una y otra vez y no quedó satisfecho con el resultado de la película británica que se estrenó en 1950, Corazón indómito. De modo que curiosamente el productor obsesivo volvió a estrenar en EEUU otra vez la película en 1952 con varios cambios y escenas nuevas (dirigidas por otro, Rouben Mamoulian)… y otro título, Corazón salvaje. De nuevo la Jones se vuelve a poner, con el color especial de Powell y Pressburger, en la piel de una mujer salvaje y libre.

También consiguió que Jennifer Jones trabajara en producción europea con uno de los artífices del neorrealismo, Vittorio de Sica. La película fue todo un fracaso pero yo siempre que puedo la reivindico, Estación Termini (1953), una historia de amor en tiempo real, una larga y maravillosa despedida entre una mujer americana y su amante italiano (un bello Montgomery Clift) en una estación de tren.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

8 comentarios en “David O. Selznick y Jennifer Jones, hacia el romanticismo extremo

  1. Un buen repaso,amiga.Estoy de acuerdo con lo que dices de Estación Termini.La película es maravillosa y con muchos puntos interesantes,además.
    O’Selznick fue un productor de verdad,como la mayoría de aquella época dorada del cine.Hoy los productores son simplemente empresarios del dinero.No tienen ni idea de lo que es el cine.
    La Jones fue una actriz agitanada y maravillosa.Duelo al sol representa todo lo que fue,eso sí,en El retrato de Jennie es todo un ser angelical;película memorable que llevo tiempo en mente para reseñarla.Enigmática y poética,junto con la película El fantasma de la señora Muir de Joseph L. Mankiewicz, es de lo mejor que se ha hecho.Y siguiendo con la Jones;también fue una de las actrices que envejecieron mal.Mira que se puso fea.¿La recuerdas en El coloso en llamas bailando con Astaire?

    Besos,Hildy.

  2. ¡Qué apetecible sesión doble, Jennie y El fantasma y la señora Muir! Seguro que de ambas realizas texto sobresaliente, Francisco, y con ya muchas ganas de leerlo.
    A mi siempre me emociona Estación Termini. Hay una escena en que los dos entran a un vagón abandonado… que me viene siempre a la cabeza.
    Yo nunca he podido sentir bella a Jennifer Jones, siempre ha habido algo en su rostro o en el gesto que no me ha agradado… ni cuando era muy pero que muy jovencita.
    Lo que sí me está pasando últimamente es que la reconozco carrera interesante con papeles bien interpretados (y que no se dedicaba sólo a llorar o a poner caritas de mujer pasional -que así la trataba yo injustamente a la pobre-) y en películas que me encantan.
    Besos
    Hildy

  3. No me gusta demasiado Jennifer Jones como intérprete, creo que su carrera como actriz se vio demasiado invadida por el mastodóntico modo de entender el cine de su esposo y adquirió vicios grandilocuentes, poses impostadas, falta de naturalidad y predilección por los ademanes y los gestos dramáticamente casi histéricos, en suma. Hace poco la vi en «Suave es la noche» y me aburrió mucho. Ahora, en su papel de Perla en «Duelo al sol» es un animal salvaje y arrebatador como pocos. Donde más me gusta, supongo que por la guasa general, es en «La burla del diablo», de John Huston, pero ya digo, por las propias circunstancias del rodaje y de la película, memorables.
    Besos

  4. Interesante la relación de O’Selznick y Jennifer Jones que has descrito en tu artículo, también la recapitulación de sus películas con su venia y padrinazgo. No recuerdo a Jennifer Jones en determinado papel, por ahí algo de Madame Bovary si creo tenerla en mente pero te tomo la palabra en apreciarla de lacrimógena, espero verla con mayor precisión la próxima vez y compararla para ver si me resulta poco convincente. Y decir que es primera vez que veo tu bitácora y me gusta, muy agradable leer tu aprecio por el cine, si gustas en aras de compartir cinefilia te invito a visitar la mía. Un abrazo.

    Mario.

  5. Pobre, Jennifer, a mí me pasa lo mismo. Nunca me llega a gustar del todo aunque la estoy descubriendo en interpretaciones y en películas que me merecen la pena. Pero cuando veo que ella es la protagonista de golpe… me entra pereza. Eso no quita que se puedan encontrar en su carrera películas muy interesantes. Y también que en otras me esté gustando incluso ella.
    Besos
    Hildy

  6. ¡Gracias, Mario, por la visita! Claro que iré a visitar tu blog.
    Compartir pasión por el cine siempre es un placer.
    Nos vemos en los blogs y comentamos
    Besos
    Hildy

  7. Una apreciación al hilo del comentario de Paco. David O. Selznick (la O., así, con punto detrás, creo, y no con apóstrofe como si fuera irlandés, porque la O. es maquillaje, no significa nada, es un añadido para dar empaque a un apellido judío en un tiempo en que éstos no estaban bien vistos tampoco en América) era, sí, un productor de verdad, y gracias a él hoy disfrutamos de películas imprescindibles. Pero cuántas películas y cuántas carreras se truncaron o no vieron la luz por su implacable imperio, por sus intuiciones equivocadas, por sus decisiones atrevidas, absurdas o erróneas… Creo que se ganó a pulso verse de Kirk Douglas en «Cautivos del mal».
    Besos

  8. Pues tienes razón con lo de la O…, ay, con lo que me gusta el apóstofre… Es que yo cambio los nombres de una manera…

    Y sí era un productor obsesivo y cabezota con lo cual cuando acertaba, acertaba y cuando metía la pata la metía hasta el fondo. Y como le cayeras mal… ni los buenos días y como le cayeras bien la obsesión hasta llevarte a lo más alto…
    Complejo, el tío.

    Besos
    Hildy

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