La loba (The little foxes, 1941) de William Wyler

Como siempre, Wyler no decepciona. Uno de sus más famosos melodramas es La loba donde queda en la mente del espectador el rostro sureño y decadente de una Bette Davis que aterra.

Wyler tomó a dos de sus damas: la dramaturga y guionista Lilliam Hellman —que era amiga del director y que muchas veces colaboraron juntos formando un gran matrimonio artístico— y la diva Bette Davis (con la que ya había trabajado en Jezabel y La carta. Con la mujer que ya había odiado y amado, amado y odiado).

Así el director ya contaba con una buena historia (que la Hellman había estrenado en Broadway con éxito), la propia dramaturga iba a adaptarla a guión; con la diva entre las divas para encarnar a Regina (una de las zorras más impresentables de la historia del cine… pero la queremos tanto); con un reparto maravilloso (del que hablaremos en breve) y con un equipo técnico habituado a realizar buenas películas —a la cabeza el director de fotografía Gregg Toland—.

Y es que La loba es de esas películas maravillosas que tienen matices y múltiples lecturas. Aunque la primera vez que la ves es imposible no dejarse arrastrar por el pérfido personaje de Regina. Pero una vez que la ves más veces surgen una cantidad de temas que merece la pena comentar. Además de valorar el trabajo interpretativo de todo el elenco.

El punto de partida es simple una familia sureña de tres hermanos (Regina, Ben y Oscar) quieren unir un capital de partida para traer a la localidad una fábrica de algodón en colaboración con un hombre de negocios de Chicago. Para beneficiarse los tres del negocio necesitan que Regina reciba su parte de su marido, Horace. Horace es un banquero con una dolencia de corazón irreversible al que le queda poco tiempo de vida. Alrededor de esta familia nos encontramos con la hija de Regina y Horace, una joven con mirada todavía inocente, una niña rica (enamorada del periodista de la localidad, un joven vital y con los ojos abiertos); la esposa de Oscar, una mujer consumida por el alcohol y que vive una humillación continua; el hijo de ambos, Leo, un vividor con dos dedos de frente y, por último, todo el personal de servicio, todos negros que son testigos silenciosos de los rencores, defectos y tejemanejes de la familia.

La película puede ser un análisis certero sobre el nacimiento de un capitalismo salvaje. Sobre la acumulación de riquezas sin mirar a quien te llevas por delante. Sobre cómo levantar un negocio aplastándose unos y otros sólo mirando por los intereses de cada cual.

También narra la desintegración de una familia y la caída de una aristocracia sureña trasnochada (representada por la tía alcohólica) y el paso a una burguesía sureña con menos escrúpulos todavía que busca la acumulación de dinero y poder sin mirar otros intereses. Sin importarles la explotación de trabajadores o el bien de una comunidad. El capitalismo despiadado.

Toda esta transformación-desintegración (transformación de cada uno de los personajes, transformación de una familia a socios de un negocio sin escrúpulos que desencadena una guerra despiadada y la desintegración final de una familia) ocurre bajo la mirada pasiva de la joven hija (que sólo reaccionará al final) y la de los sirvientes negros que ven como sus amos se comen unos a otros sin dejar pellejo.

William Wyler emplea maravillosamente como en otras películas todas aquellas escenas que transcurren en las escaleras de la mansión de Regina. Ahí en las escaleras ocurren las escenas-clímax que hacen avanzar la trama. Y también organiza como nadie esas reuniones familiares que nos van lanzando informaciones que nos ayudan a ir construyendo una historia.

Sí, ya hemos alabado la interpretación electrizante de una Bette Davis, que es esa zorra bíblica que nombran una y otra vez en la película (zorra al igual que sus hermanos ávidos de poder, dinero y reconocimiento aunque tengan que aplastar al otro o aunque tengan que esperar con una sonrisa cínica). Esa zorra que triunfará como mujer de negocios pero que quedará sumida en la más terrible de las soledades aunque podrida de dinero, eso sí. No le van a la zaga las demás composiciones. La película supuso el debú de Teresa Whright como la dulce joven de mirada pasiva que despierta y se transforma a lo largo de la película de mujer-florero (abocada a la desintegración, la humillación y el fracaso como su tía alcohólica) a mujer-acción que toma las riendas de su vida. De un jovencísimo Dan Duryea que ofrece una interpretación genial de ese primo Leo vividor y con dos dedos de frente (este actor se convertiría posteriormente en el mejor chulo y ser despreciable de películas de cine negro). Después la película cuenta con reparto excepcional con el olvidado Herbert Marshall que conmueve como ese hombre que va perdiendo la vida y que su corazón se rompe cada vez un poco más al ver en el nido de pirañas que se ha convertido su familia y al sentir continuamente el odio patológico que le profesa su señora esposa. O la tía Birdie, otro de los personajes positivos pero absolutamente vencido entre litros de alcohol con el rostro de Patricia Collinge. O ese tío solterón y cínico que es Ben con el rostro del actor de carácter, Charles Dingle. O el otro tío Oscar, un hombre que se caso por dinero y posición y que su vida es, al sentirse humillado siempre por sus hermanos, no escatimar humillaciones para su esposa y su hijo, todo con el rostro de Carl Benton Reid. O esa sirviente negra que los protege a todos ocultando los secretos y echando siempre su mirada de comprensión ante cada uno de ellos con la cara de Jessica Grayson.

Ver una película de William Wyler siempre ofrece la oportunidad de aprender mucho de cine.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.    

2 comentarios en “La loba (The little foxes, 1941) de William Wyler

  1. Una joya, mi peli preferida de Wyler. Me encantan las películas que hablan sobre corrupción, desintegración, capitalismo en sus peores formas porque nos ofrecen la cara oscura de la moneda, el reverso sobre el que todos nos podemos reflejar. Porque hablan sobre la condición humana, en definitiva.
    No voy a hablar del reparto, pues están absolutamente todos en estado de gracia (aunque si me tengo que quedar con algunos me quedo con la electrizante Bette Davis y el magnífico granuja Dan Duryea, que aquí pese a ser un poquito descerebrado está pa comérselo).
    Lo realmente espléndido de este film está en las múltiples lecturas que se pueden sacar de la película: el incipiente desarrollo del capitalismo que tú explicas, pero también sobre la desestructuración familiar, el alcoholismo como medio de evasión de los problemas o incluso el germen de enfermedades como consecuencia de esa codicia desaforada.
    Hay tantas interpretaciones que se pueden sacar de esta película que el adjetivo que mejor la define es: inagotable.

    Saludos!!

  2. Querida Isis, totalmente de acuerdo sobre lo inagotable en miradas, interpretaciones, temas y detalles de esa joya de William Wyler que es LA LOBA. Me encanta cómo la diseccionas y cómo pueden ofrecerse un montón de puntos de vista y todos ellos interesantes. Además con la suerte de cada personaje contar con un magnífico intérprete y una puesta en escena muy buena.

    Me parece además una adaptación al cine de la obra de teatro de Lilliam Hellman magnífica.

    Es de esas películas que nunca te cansas de mirar. Siempre descubres un matiz nuevo.

    Besos
    Hildy

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