Los girasoles (I Girasoli, 1970) de Vittorio de Sica

Otro director al que tengo gran cariño y del que disfruto cada vez que me sitúo frente una pantalla y proyectan una película suya. Me gusta porque me hace pensar pero me emociona también profundamente. Me gustan las películas que forman parte de su periodo neorrealista y también las que se alejan de sus postulados. Me fascina El ladrón de bicicletas, El limpiabotas o Umberto D pero también disfruto cada vez que veo Estación Termini, Dos mujeres o El jardín de Finzi-Contini.

Ahora me he dejado llevar por una historia de amor con final triste. Una película como Los girasoles funciona por varios motivos. Una historia bien contada y con una estructura que engancha. Una banda sonora inolvidable que acompaña las imágenes y te arrastra a todo un mundo de sensaciones, tenía que ser de Henry Mancini. La fotografía tranquila y siempre hermosa y detallista de Giuseppe Rotuno. Y dos actores que se convirtieron en una pareja cinematográfica con mucha historia. Empezaron su idilio cinematográfico en 1954 con La ladrona, su padre y el taxista y terminaron en 1994 con Pret a Porter. Ella era Sophia Loren, él era Marcello Mastronianni (cómo quiero a este hombre, cómo me emociona).

En Los Girasoles, él se llama Antonio y ella Giovanna. Son tiempos de guerra. Segunda Guerra Mundial en Italia. Donde la vida se vive en presente porque no se saba si mañana uno estará vivo. En esas circunstancias se conocen Antonio y Giovanna y viven su amor rápidamente, con emoción, alegría, ilusión, esperanza… a pesar de ser tiempo de guerra. Se casan porque así él consigue más días de permiso antes de que le envíen al frente, son tan felices que hacen travesuras para que nadie los separe, Antonio se finge loco… pero nada sirve. Antonio finalmente es enviado como ‘voluntario’ al frente ruso. Y Giovanna se queda esperando… Pero Antonio no vuelve. Es dado por desaparecido. Sin embargo Giovanna que le ama y recuerda profundamente no se rinde ante la búsqueda y si se tiene que ir a Rusia a buscarle se va. Porque ella es toda una napolitana que nada se la pone por delante. Y allí se va con la fotografía de su Antonio.

Así Los Girasoles es una película a la que le recorre por sus venas la nostalgia. Los amores perdidos. Como una guerra trunca una historia feliz y la transforma en otras historias, que no dejan tampoco de ser bellas. Como dos seres no pueden vivir su posible amor feliz por circunstancias históricas, porque sí señores la Historia con mayúscula afecta a las pequeñas historias de los seres humanos que pueblan el mundo.

Así tras unos minutos de alegría donde los personajes sólo viven el presente, carpe diem, después viene la búsqueda y el reflejo de una guerra dura que destroza y cambia vidas. Y Antonio y Giovanna te dicen todo con sus miradas, sus risas, sus lloros desgarrados y sus despedidas continúas porque las circunstancias nunca les dejaron estar juntos.

En Los Girasoles cobra mucha importancia los trenes, las estaciones y las despedidas o llegadas. El tren siempre está presente. El tren de la vida. La delicadeza con que se filman los interiores de las casas donde viven los protagonistas. La iluminación de algunas escenas donde están presentes aquellos personajes que se aman, como esa última conversación a la luz de una vela. La dureza de la guerra para un grupo de soldados italianos que caminan congelados y agotados sobre la nieve tras el velo de una bandera roja como la sangre de muchos que quedaron sepultados bajo campos de girasoles. A veces sólo les recuerda una cruz de madera con un nombre en una tierra anónima y lejana a su hogar. En Los Girasoles también vemos el miedo a la muerte y el agradecimiento y cariño ante la solidaridad que muestra un desconocido al que más allá de una guerra que separa le importa la supervivencia de un ser vivo que está solo. Y por eso puedes sentirte seguro y vivir una vida que sabes que no es la tuya… aunque a veces sientas que estás muerto.

Y en Los Girasoles te crees los rostros de Sophia y Marcello que te llevan de la mano por un tobogán de sentimientos…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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