Momentos inolvidables de Un tranvía llamado deseo (1951) de Elia Kazan

Instinto y sexualidad brutal.

Delicadeza y fragilidad.

El macho sudoroso.

La damisela frágil y elegante que ama lo bello.

Brutalidad en los gestos.

Sensibilidad en la mirada.

Locura.

Una mujer de mente rota.

Un disparo.

Ella fue cruel. Se rió de la debilidad del otro. Dejó de respetar… y no se lo perdonará nunca. Porque ella es débil y es frágil y está sola y envejece… y no tiene nada.

El Código Napoleónico: todo lo que pertenece a la mujer es del marido y viceversa. Tengo que velar por los intereses de mi mujer.

Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos.

El deseo es lo contrario de la muerte.

El tiempo pasa… mi rostro se diluye.

Necesito un baño caliente para mis nervios. Necesito sólo un trago.

No, el hotel no se llamaba Flamingo, se llamaba Tarántula.

Mentiras creadas con un farolillo de papel, una estola de piel barata y una corona de cristales.

¡Stellaaaaaa!

Unas escaleras.

Mi hermana desea y baja en brazos del hombre que antes era fiera y ahora se lamenta y suplica que no le dejen nunca.

¡No te quedes con los brutos!

¿Te importa que me cambie de camiseta?

Joven, joven…

Flores, flores para los muertos.

Mitch, Mitch… ambos estamos solos ambos nos necesitamos.

La crueldad deliberada es imperdonable.

No, no voy a presentarte a mi madre…

No hace falta que se levanten, ya paso yo sola.

¿Qué se te ha olvidado, Blanche?

Ecos.

La hermana dolida.

Mitch roto. Porque creyó en una dulce damisela, en su teatro sensible, y después al descubrirla frágil y rota sólo supo ser cruel. Y eso duele.

Stanley, brutal. Como siempre. Porque a él no se la dan. Él arrancó a la hermana de la casa con columnas y la arrastró a Nueva Orleáns. Y ahora llega una cuñada loca para perturbar su vida cotidiana. Nunca respetó…

Cuando ella se vaya, todo volverá a ser como antes entre nosotros dos…

No, no volveremos nunca. No regresaremos nunca.

La hermana Stella siente la fragilidad de la hermana Blanche. No sabe cómo darla una mano. Pero tratará de estar a su lado lo mejor que sabe. Aunque el marido, al que desea con locura e irracionalidad, no la ayuda demasiado.

Blanche con la mente frágil y rota huye del hotel Tarántula y se va del brazo de un desconocido, un amable desconocido, que la respeta. Que quizá no la haga daño…

¿Qué has oído de mí?

Hace calor en Nueva Orleans.

Toca partida de Póquer. Se reunen en la caverna.

Blanche… deja su perfume barato, su rostro marchito, sus ojos que sufren y sus vestidos de telas delicadas.

Mentiras piadosas porque huye. Huye del daño, de la brutalidad, de la muerte, del paso del tiempo…

No puede crear un mundo mágico que la proteja.

Socorro, socorro, situación desesperada…

Y el bruto acecha, siempre acecha. Y golpea… y se enfrenta a ella frágil y sensible cuerpo a cuerpo. Sin dejarla huir. Sin dejarla respirar. No hay ningún respeto. Sólo el empleo de la fuerza. No podrá defenderse… porque Blanche ya está rota.

Se rompe un espejo.

Se rompen los sueños.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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