Clark Gable

El hombre de la sonrisa pícara, unas grandes orejas…, y el bigotillo eterno. Chulo como ninguno, las mujeres caían rendidas a sus pies en historias de celuloide. Las espectadoras suspiraban, los espectadores se sentían cómodos viéndole. Durante la década de los treinta se convirtió en El Rey. No había duda alguna y nunca ha dejado de serlo.

En el año 1939 protagonizó el papel que le volvió eterno por los siglos de los siglos. Imposible no emocionarse o enamorarse de él locamente en la sala oscura en la pantalla gigante cuando se convierte en Rhett Butler, el hombre duro pero eternamente enamorado de otra dura, Scarlett.

Su vida real, el hombre fuera de la pantalla, tampoco carece de atractivo. Comienzos difíciles, misterios y rumores, consagración…, y hombre enamorado con historia trágica. Existen imágenes y los testigos lo cuentan que nunca estuvo tan enamorado como cuando se casó con su tercera esposa, la actriz cómica (maravillosa, no podía saltarme este adjetivo) y bellísima Carole Lombard. Dicen que le cambió la vida. Que le encantaba reír a su lado. Ambos se casaron en 1939…pero tres años después Carole Lombard murió en un accidente aéreo. Y el viudo quedó desolado y con muy pocas ganas de vivir. La leyenda dice que se enroló en aviación en la II Guerra Mundial y que no tenía miedo a nada, como si su vida le importase poco. Durante los cuarenta no apareció en exceso en pantalla. El Rey volvería a surgir con un halo de su pasada gloria en los cincuenta.

Antes de comenzar a recordarle a través de sus papeles cinematográficos pasaré por dos anécdotas más para comprender la dimensión mítica que adquirió El Rey… Una niña rubia, solitaria y abandonada tenía un ídolo de la pantalla que se llamaba Gable que además era pareja habitual de su estrella femenina favorita, de melena platino. Años después cuando esa niña era ya una estrella consagrada y también mujer rota cumplió un sueño: actuar como protagonista en una película junto a El Rey, su ídolo. Una película triste pero bonita despedida, fue la última para los dos.

También según las leyendas y la mitología cinematográfica…uno de los mayores admiradores de Gable lucía bigotillo de dictador —bigote también tristemente popular—, fue uno de los mayores hijos de puta de la historia y cabeza visible del nazismo…ni más ni menos que el señor Hitler. Tanto lo admiraba que dicen que ofreció una recompensa si le llevaban frente a él como prisionero de guerra…

Pero empecemos su historia de cine. Después de muchos esfuerzos, contactos, transformaciones físicas y demás llegó su año de consagración 1931 donde protagonizó numerosas películas junto a las grandes actrices del momento como Norma Shearer, Joan Crawford, Barbara Stanwyck… Si queremos conocer la visión llena de luces y sombras de cómo logró adentrarse en la industria es interesante consultar uno de los capítulos del libro de la actriz de cine mudo Louise Brooks, Lulu en Hollywood. Otra de las leyendas cinematográficas de El Rey cuenta su desastrosa primera prueba ante las cámaras…, el que sería uno de los grandes galanes lo vieron feo en exceso…

En 1932 se encontró con una de sus parejas femeninas por excelencia. La sex symbol del momento, la rubia platino por la que todos suspiraban, la jovencísima y sensual Jean Harlow. Y juntos triunfaron en cinta de aventuras y amores Tierra de pasión, la tercera en discordia sería una joven Mary Astor. Y esta sería la semilla de uno de los grandes éxitos de Gable en los cincuenta… Mogambo. Con la Harlow seguiría enamorando a los espectadores entre otras en Los mares de China, otra de aventuras. Su última aparición juntos fue en Saratoga en 1937, su futuro como pareja cinematográfica fue interrumpido por la muerte de la joven actriz. No hay que dejar pasar que en 1932 también actuó en divertida comedia (¡¡¡que no he visto todavía!!!) donde la coprotagonista sería la mujer de su vida, Carole Lombard, pero en ese momento no saltaron chispas: Casada por azar.

En el año 1934 protagonizaría junto a William Powel y Myrna Loy una película clásica del cine de gánster, Enémigo público número 1. Película emocionante con triángulo amoroso: dos amigos con vidas muy diferentes enamorados de la misma mujer. Por supuesto, Gable era el gánster que nos ganaba el corazón. Dice otra leyenda —cuantas leyendas cinematográficas protagoniza El Rey, reales— que fue la última película que vio el mafioso John Dillinger antes de que el FBI le matara a balazos en la salida del cine. Dillinger adoraba a Gable y le encantaba el rostro de la Loy. Pero ese año fue su año de glorificación absoluta cuando participó en una comedieta sin pretensiones con otra reina del género, Claudette Colbert. Era una película en la que no creían ninguno de los dos que dirigía el italoamericano Frank Capra. Pero ¡magia! los muros de Jericó y la historia de un periodista atractivo y más chulo que un ocho con una millonaria rebelde dieron el campanazo en taquilla y en los Oscar. Estoy hablando de la deliciosa Sucedió una noche. Al año siguiente también triunfó con el papel del oficial Christian que lidera una Rebelión a bordo. Gable más sensual que nunca nada tiene que envidiar al Brando de 1962 en un remake de esta obra.

Sigue su década de gloria y en 1936 conoce a otra pareja cinematográfica que se convertiría en el mejor amigo en pantalla y en rival de amores cinematográficos. Los dos funcionaron como pareja de cine en varias films como San Francisco, Piloto de pruebas o Fruto dorado. Y el otro actor fue Spencer Tracy. Llegamos al final de la década y al papel dorado en película épica con miles de leyendas, él fue el Rhett Butler de la novela gigantesca de Margaret Mitchell. Él fue la encarnación del hombre soñado. Atractivo, divertido, aventurero, más chulo que un ocho, valiente, buen amigo, buen amante, cínico, fiero…, que sin embargo le rompen el corazón una y otra vez… Scarlett nunca se entregará cien por cine al hombre que la ama desde el primer momento que la mira… Lo que el viento se llevó es la culminación de su éxito en el cine y en su vida personal. Es el año que se casa con el amor de su vida, Carole Lombard, después de tres años de encuentros continuos.

Los años cuarenta pasan sin apenas ver el rostro de Gable en pantalla. El actor no protagoniza ningún éxito. Son los años oscuros y tristes. Por una parte, su esposa fallece en trágico accidente en 1942. Por otro son los años de la II Guerra Mundial y el actor como muchos otros actores del momento, se alista y va a la guerra. A su regreso vuelve al cine pero con más pena que gloria. Aunque siempre es un aliciente volver a verle. Ahora es un galán maduro y las más bellas actrices siguen cayendo en sus brazos. Sin embargo, sigue siendo un reclamo y protagoniza películas muy populares en la época. Yo guardo mi amor eterno y cariño inmenso a una película de aventuras de Ford, al remake de Tierra de pasión donde Gable veinte años después vuelve a ser el héroe, la maravillosa Mogambo (1953). Esta vez el aventurero estará entre dos damas, reinas del celuloide en aquellos años, una Ava Gadner hermosa y genial en su papel de mujer de mundo y una principiante con futuro, Grace Kelly. También se le recuerda con cariño junto a Yvonne de Carlo en La esclava libre (1957) o enamorará a estrellas del momento como la rubia comediante Doris Day (Enséñame a querer) o una explosiva Sofia Loren (Capri).

Su despedida del cine fue hermosa. Se fue como galán, como hombre maduro y desencantado de la vida que, sin embargo, tiene otra oportunidad para enamorarse y ser feliz. Él es un duro vaquero en una época ya decadente, un aventurero cansado, que se convierte en amante sensible de una belleza rubia inocente pero igual de desencantada de la vida y de los hombres pero siempre con una chispa de esperanza y de creer en las personas. Ella, la sex symbol del momento, la actriz y mujer desgarrada, la niña que soñaba con Gable, es Marilyn Monroe. La película es un canto triste dirigida por el director que trató como nadie a los perdedores, John Huston, y el guión de un dramaturgo de prestigio, Arthur Miller (casado con Monroe pero ya en los últimos momentos de un matrimonio roto). La película se llamó Vidas rebeldes (1961) y fue la última para ambos. Él murió de un ataque al corazón a los 59 años. Ella un año después se quitó la vida, tenía 36 años. También pululaba entre esos personajes de corazón solitario otro vaquero triste, Montgomery Clift.

El Rey con su bigote y sonrisa pícara…sigue enamorando a los espectadores en la sala oscura. Su leyenda sigue viva.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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