El regreso: cadeneta cinematográfica

Miren ustedes que ya he vuelto. Y en estos días, como siempre, he tenido distintos vínculos con el mundo del cine y todos muy diferentes. Y como predije ando loca de volver a pulsar el teclado y contarles.

Pues sí he estado días y días al otro lado del océano, en tierras mexicanas, donde encuentro un país querido y gente amada (recuerden lectores que ahí está mi adorada hermana y gracias a ella he tenido oportunidad de conocer a muchísimas personas que ya tienen un hueco y un recuerdo en mi memoria y corazón).

Primero por los libros llevados, regalados y encontrados. Me apeteció volverme a leer El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald. ¡Ay, dios, cómo volvió a gustarme y a engancharme! Así que me quedé con ganas de volver a ver su versión cinematográfica más recordada (la de 1974 con Redford y Farrow). Y recordé la tempestuosa relación de Fitzgerald con Hollywood (no se pierdan Días sin vida, melodrama de 1959, sobre los últimos tiempos del autor). Y también me vino a la cabeza como Fitzgerald sigue siendo contemporáneo (¿recuerdan que El curioso caso de Benjamin Button se inspira en un cuento del autor?).

Después en una libreria encontré una novela que no conocía del dramaturgo Arthur Miller (que me apasiona así como su relación con el cine no sólo por su relación con la Monroe) que se llama En el punto de mira. Y me ha impresionado. Sólo un breve resumen: el señor Newman necesita unas gafas. Desde el momento que se las pone su mundo cotidiano se transforma. Todavía no ha acabado la segunda guerra mundial y, sin embargo, en EEUU también existe un antisemitismo latente y violento. Con su nuevo aspecto, Newman ve cómo en su entorno vecinal y laboral levanta suspicacias por su apariencia de judío. De verdad, me ha encantado. Y las referencias al cine son importantes. En un momento de la novela nos dicen que el protagonista se parece a Claude Rains y en otro momento los protagonistas descubren el horror que están viviendo los judíos en Europa en una película en una sala de cine…

Por último, comentar un regalo (que me hizo muchísima ilusión) que estoy empezando a leer. Una novela que no conocía. Se llama Max de Howard Fast sobre los pioneros del cine en Hollywood. Y promete. Al igual que la vida de su autor, uno de los muchos intelectuales de izquierdas perjudicados y olvidados tras el periodo de la caza de brujas. Fue un novelista prolífico y como curiosidad me encuentro con que el argumento de Espartaco de Kubrick está inspirado en una de sus novelas (el guión lo realizó otro autor en la lista negra de la caza de brujas, Dalton Trumbo).

Otro bonito descubrimiento fue pasear una mañana por la calle Génova (en la Zona Rosa) de México DF y encontrarme con una estatua de un cómico y cantante mítico mexicano que protagonizó un montón de películas con el nombre de Tin Tan (Germán Valdés). Fue junto a Cantinflas, uno de los cómicos más populares. Sin embargo, fuera de las fronteras mexicanas es menos conocido. De hecho, Hildy tan sólo ha visto una película de Tin Tan.

Después, como siempre no pude evitar adquirir tres dvd (que finalmente me los regaló mi adorada hermana) de los que pronto hablaré. Por fin logro El desprecio de Jean Luc Godard que me apetecía muchísimo. También me ocurría lo mismo con Nazarín de Luis Buñuel. Y, por otra parte, adquirí por recomendación de mi cuñado, Vanishing Point (Punto límite: cero) de Richard C. Sarafian…¡con guión de Guillermo Cabrera Infante! Road movie de culto de los años 70 (y parece ser que fuente de inspiración de Tarantino para Death proof).

Otro día me divertí de lo lindo con la broma que dirige Silvestre Stallone, Los mercenarios, o por lo menos así la vi yo. Todos los duros que os podais imaginar se dan cita en una película de acción descabellada. Moraleja: ¡Pon un duro en tu vida!

¿Habéis visto cómo es imposible que desconecte del cine?

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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