La angustia de vivir (The Country Girl, 1954) de George Seaton

“Leal, entregada, inquebrantable…” así describe dos veces el duro director de teatro Bernie Dodd (William Holden) a la sufrida esposa Georgie (Grace Kelly) de un actor y cantante de éxito ahora alcohólico Frank Elgin (Bing Crosby). La angustia de vivir es un melodrama de los años cincuenta que adapta una de las obras del dramaturgo Clifford Odets y que con la regular dirección de George Seaton queda como el retrato de una esposa ideal en esa década. Una mujer absolutamente entregada al esposo, a pesar de los pesares, y de los sufrimientos. Que siempre está ahí apoyándole y cuidándole y que aunque esté agotada y desfallecida finalmente se recupera y vuelve junto al esposo, entregada y enamorada.

La angustia de vivir cuenta con todos los ingredientes para un buen melodrama pero no funciona. No es creíble y se queda en el camino. Plantea varios asuntos interesantes pero se queda en la superficie y no logra emocionar ni que te creas a los personajes. El triángulo que se establece entre los tres protagonistas carece de fuerza y credibilidad y es imposible creerte ese final de una Grace Kelly que corre tras Crosby dejando la posibilidad de ser amada por un Holden (como siempre brillante).

Así como en 1945, Días sin huella sí supone un buen retrato del alcoholismo, y posteriormente pasaría lo mismo en los sesenta con Días de vino y rosas, La angustia de vivir se queda en la superficie aunque no deja de tener algunos aciertos en su retrato de un hombre alcohólico, Frank Elgin. Es de valorar la personificación que logra plasmar un actor que no era habitual en papeles dramáticos como Bill Crosby y sí que es cierto que en ciertas escenas logra imprimir todo el patetismo de un hombre que no logra salir de la pesadilla del alcohol. Pero se queda en el principio del camino porque Elgin deja ‘milagrosamente’ el alcohol (aunque advierte a su esposa que puede recaer de nuevo) así como su fuerte sentido de la culpabilidad (por el descuido que tuvo que supuso la muerte del hijo y el principio de sus males). Después de llevar años y años arrastrando su problema junto a su esposa Georgie, su recuperación es radical. Y ése quizá es el mayor defecto de la película, los giros radicales y continuos que hacen que no puedas creerte la trama.

Porque también es radical el cambio de relación que se establece entre las dos personas que quieren ayudar a Elgin: el director de teatro que apuesta por él como actor principal de su obra y el de su ya cansada y abnegada esposa. De una relación de odio absoluto y misoginia por parte del director que culpa —ayudado por las mentiras que vierte Elgin para justificar su alcoholismo— a la esposa, a la que ve como dominante y mala influencia, del problema que arrastra al esposo a de pronto un amor entregado y absoluto del director hacia la mujer amargada. Así mismo la mujer amargada y cansada del esposo, que ya no se arregla ni se quiere y que muestra su desencanto absoluto, escena tras escena (con una Grace Kelly despojada de glamour que le valió un oscar), recupera toda su fuerza, belleza y encanto por el hecho de volverse a sentir deseada como mujer por el hermoso William Holden… aunque siempre recordándole que ella es una mujer casada y por ello leal, entregada e inquebrantable…, claro, como debe ser una esposa. Que aguante carros y carretas y que le siga mostrando amor y devoción al hombre del que se enamoró aunque le fastidie la vida, que para eso se unieron en santo matrimonio.

Aunque no deja de ser entretenido ver a Grace Kelly sin maquillar y después con un vestido glamuroso, un moño bien hecho y un collar de perlas, a un Bill Crosby derrotado y a un hombre duro y de éxito pero que esconde un alma romántica y que pierde en el amor con el rostro de un siempre eficaz William Holden…, La angustia de vivir no destila esa angustia ni desarrolla todos los temas interesantes que contenía la trama. Además de la absoluta falta de química entre Crosby y Kelly. No conozco la obra original pero sí otros trabajos cinematográficos con muchísima fuerza bajo la pluma de Odets (no hay más que recordar El gran cuchillo o Chantaje en Broadway) para valorar que hubo muchas cosas que no se desarrollaron de manera eficaz.

También merece la pena el retrato que realiza de los recovecos de una producción teatral musical. Las peleas entre director y productor, los ensayos, el estreno, la espera de las críticas, la gira, el miedo al fracaso, el éxito…, y el espectáculo debe continuar…

No obstante la película es recordada porque supuso el espaldarazo definitivo para la rubia del momento, Grace Kelly, que se llevó el oscar y que iba ya de camino a convertirse en la maravillosa musa del maestro del suspense (me quedo con La ventana indiscreta). Su abnegada esposa dejó fuera de juego a Judy Garland (Ha nacido una estrella), Dorothy Dandridge (Carmen Jones), Audrey Hepburn (Sabrina) y a Jane Wyman (Obsesión).

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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