Air doll de Hirokazu Koreedea

Parto de una confesión, no he visto ni una sola película del director japonés Koreedea, con lo cual no tengo referencia visual ni de otro tipo sobre su cine. Sólo críticas y noticias que he ido leyendo de otros trabajos suyos anteriores a Air doll.

Segundo, Air doll me deslumbró, sorprendió y me atrajo. Me pareció bellísima visualmente y además me gustó cómo trata la soledad del ser humano en las grandes urbes y cómo trata temas como la falta de comunicación, la insatisfacción, el vacío existencial y todo a través de una fábula fantástica que pivota entre un cuento, una poesía visual y una fuerte tragedia. No es la primera vez que una muñeca hinchable es protagonista absoluta de la soledad humana, me viene alguna que otra película a la cabeza…

Me entusiasmó la interpretación increíble de su protagonista, esa muñeca hinchable que cobra vida de la manera más sencilla, bella y natural (ese precioso plano de una mano de plástico al que la caen unas gotas de lluvia y de pronto vemos una mano de carne y hueso) y que mira el mundo con ojos de descubrimiento y que trata de entender qué significa poseer un corazón. Du-na Bae se mueve, mira y reacciona como alguien a quién le transmiten vida, como una muñeca con corazón, que descubre, sueña, se ilusiona, se decepciona y sufre…, porque duele tener un corazón.

También es un canto de amor de Koreedea al cine como mundo de ficción. Algo que atrae también a la muñeca (porque ella misma es ficción) y que la hace tener un primer empleo en un videoclub de alquiler dónde no sólo disfrutamos de todo un arcoíris de carátulas sino de continuas referencias a películas.

Así Koraeeda hace que veamos casi como cotidiano (como mucho de los personajes) la aparición de esta muñeca con corazón que trata de encontrar un sentido a su vida y que hablando con distintos personajes, a los que muestra su desconocimiento y su tristeza por estar vacía —pero muchos le dicen que eso no es tan extraño y ella lo toma al pie de la letra—, irrumpe en las calles de Tokio.

Estos personajes secundarios van formando una especie de poema y metáfora sobre la soledad y lo que duele tener un corazón (algunas de estas historias secundarias y personajes están más conseguidas que otras). Y la muñeca hinchable va en busca de identidad y trata de ocultar lo que la hace ficción y no humana (¡benditas costuras!) y por primera vez esta muñeca hinchable que le duele su condición de sustituta de placer sexual adquiere conciencia de que quizá esté enamorada del dependiente y compañero de trabajo de su video club.

Pero Koraeeda no se queda en simple cuento de hadas o de muñeca que encuentra su felicidad y su corazón en la gran solitaria urbe sino que ofrece un triste y cruel giro que nos quita la venda de los ojos y nos mete de lleno en las dificultades de tener un corazón vivo. Y nos regala finalmente una historia desgarradora de una muñeca a la que la niegan una y otra vez la posibilidad de soplarle un aliento de vida. Porque la vida es dura y es bella a la vez…

La fui a ver con un amigo y ambos mencionamos ese amor al cine y nos vino a la mente por una escena en concreto, cuando la muñeca va al taller de su creador, un recuerdo. La muñeca no es lejana a esos replicantes que buscan sueños, memoria e identidad…, que buscan un corazón, una vida y enamorarse…, que tratan de huir de la muerte aunque también es el destino de todo ser humano. Por último, un símil que me fascinó es la obsesión del director por mostrar el reciclaje de la basura, aquello que puede ser de nuevo empleado y aquello que ya no sirve, definitivamente, para nada.

Air doll fue una bonita y extraña experiencia y también una sorpresa que me dejó una sensación de fábula triste en una gran ciudad de soledades errantes del siglo XXI.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.