El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto, il cattivo, 1966) de Sergio Leone

Me acordé de 39escalones en su ‘debú’ como actor en un memorable trailer donde habitaba el espíritu de Leone

Pues sí creo que la vi hace un montón de años y no recordaba nada, así que aproveché que me la dejaba una enamorada de este spaghetti western para volver a recordarla y me lo he pasado estupendamente.

El western a la europea permitió que naciera un creador de la imagen que entendía el cine como puro lenguaje cinematográfico capaz de rodar escenas de más de diez minutos sin palabra alguna. Sin miedo a los silencios y aliado de la creación de unas bandas sonoras maravillosas. Este creador fue Sergio Leone y el compositor Ennio Morricone. El salvaje oeste se encontraba en tierras europeas, a veces, en Almería y sus duros y herméticos personajes danzaban en tierras deserticas a lomos de sus caballos en un gris, violento y crepuscular oeste.

Leone fue el creador de la Trilogía del dolar donde sus arquetípicos personajes que aguantaban un primer plano como nadie se movían por impulsos de supervivencia en busca de un botín. El dinero era su razón de vivir, de actuar o morir. La tercera película de dicha trilogía fue El bueno, el feo y el malo donde tres fuera de ley buscan, se unen y se traicionan para encontrar un botín de 200 mil dólares. Cada uno tiene una parte de información de tal modo que no pueden matarse hasta que llega el momento culminante cuando se encuentran cara a cara junto al preciado botín. De fondo una guerra sinsentido violenta y dura entre sudistas y yanquis (los confederados y los de la Unión) para ambientar un panorama desolador donde los tres fuera de ley funcionan con sus propios códigos y reflexiones.

En esta película y en la trilogía en general se encierra un mundo masculino y bestial donde no hay cábida para lo femenino. Apenas, en esta tercera película, aparecen mujeres o tienen una función determinante dentro de la trama. Muestra la búsqueda de tres supervivientes de una cantidad de dinero que quizá ni siquiera les cambie la vida y ésa es su única motivación para actuar. Una historia sin complicaciones y directa que nos muestra y nos presenta a través de acción y con unos rótulos a los tres personajes que nos acompañarán en el metraje.

El rubio, Tuco y Sentencia se baten en un duelo final de esos que tienen la emoción y la contención como elementos de viaje. No hacen falta palabras sino una banda sonora potente, las miradas de tres rostros con muchas arrugas de vida y existencia, sus manos en las pistolas…, una buena lección de montaje.

Y son esos rostros y los actores que los interpretan los que se llevan de calle esta película de tiempos duros. El rubio es un contenido, duro, joven y frío Clint Eastwood que se iba gestando su halo de estrella internacional en producciones europeas. El maravilloso Eli Wallach realiza el personaje más rico en mátices, el bufón mítico y pícaro revestido de humanidad, que responde al nombre de Tuco. Exagerado, divertido, desarrapado y superviviente máximo (para mí entró en mi Olimpo particular con su histriónica y sublime interpretación en la compleja Baby Doll). Y por último el elegante y altísimo malo, malísimo, de sonrisa terrorífica Lee Van Cleef y rey del género.

El bueno, el feo y el malo cuenta con replicas y frases geniales, medidas y justas. De esas sentencias que no se olvidan. En su extremada y poética violencia genera un catálogo de imágenes para el recuerdo. Como esa paliza que recibe Tuco de manos de uno de los secuaces de Sentencia cuando éste actúa como soldado yanqui de alta graduación en un campo de prisioneros y cómo fuera del barracón los presos sudistas tocan un concierto de música que tapa los golpes y los gritos. Esa última escena final, el gran duelo y encuentro de los tres personajes, que llega a un clímax emocional. La muerte de ese joven sudista bajo la mirada atenta de El rubio que acompaña su agonía, mirándole, tapándole, sonriéndole y dejándole dar una calada a su consumido cigarrillo. Ese baño accidentado de Tuco que tiene todas las alertas encendidas. O la primera aparición del malo malísimo que ejecuta a un padre de familia con fría elegancia.

De fondo una crítica al sinsentido de la guerra, a esas muertes inútiles por, por ejemplo, mantener un puente intacto, una guerra carente de heroísmo donde los soldados están sudorosos, heridos, llenos de polvo, desencantados y con litros de alcohol para combatir el miedo. Una guerra que deja un enorme cementerio lleno de tumbas de soldados que mueren sin poética alguna o heroísmo alguno. Ahí, en la tumba de un soldado cualquiera, está ese botín, por el que los tres protagonistas actúan y son capaces de todo hasta de morir…

Las relaciones entre los tres fuera de ley recogen ciertos matices y es cierto que El rubio no deja de ser un ángel para Tuco, el bufón (aunque ambos se pasen la vida puteándose), como dice sonriendo con cierta nostalgia porque sabe que no están solos un Sentencia solitario que va matando sin que le tiemble la mano ni le falle la sonrisa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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