Cine y teatro (II)

Tennessee Williams y el cine

El universo de Williams es trágico, de amores desgarrados, hombres y mujeres de mentes frágiles, de relaciones que esconden secretos, de frustraciones, de explosiones de violencia, de un mundo lleno de opresiones, de una sensualidad que daña, de desgarros…, sus obras teatrales, sus relatos o alguna que otra novela presentan un mundo de daños y dolor donde pone encima de la mesa temas tabúes de los que es mejor no hablar pero destrozan el espíritu y el alma de los personajes. Sus historias de amor rompen, dañan pero a la vez descubren el alma de los personajes que sufren una catarsis que los lleva al drama más absoluto por vivir en un mundo opresivo y cruel que rompe.

Las adaptaciones cinematográficas surgen con fuerza en los años cincuenta en el cine norteamericano. Películas intensas que chocaron en una época contradictoria donde por una parte se quería mostrar a una nación inocente que creía en el sueño americano y se propagaba una burguesía adocenada, perfecta y aburrida donde primaba la corrección, una época de guerra fría y miedos ocultos, una etapa de tabúes…, ahí nacen las tragedias cinematográficas a lo Tennessee Williams que a pesar de que no pueden ser tan explícitas como sus representaciones teatrales captan su espíritu desgarrado.

La primera que golpea como un mazazo. El director Elia Kazan decide llevar a la pantalla de cine lo que ya ha llevado al escenario. Nace Un tranvía llamado deseo (1951), una película que duele y que atrae por la sensualidad que se respira en cada uno de los fotogramas. El guión lo realiza el propio Williams. Con un reparto excepcional que coloca a Marlon Brando en lugar mítico por su representación del brutal Stanley Kowalski. Un tranvía llamado deseo cuenta el descenso a los infiernos de la frágil mente de Blanche DuBois (prodigiosa Vivian Leigh). Los dos son acompañados por la esposa enamorada y la hermana preocupada (estupenda Kim Hunter) y el hombre trabajador que vive la ilusión del enamoramiento en el mundo etéreo que crea la frágil Blanche (un inmenso Kart Malden). Las relaciones entre los cuatro personajes van aflorando y duelen. En cada fotograma vivimos exasperados por el calor de Nueva Orleáns, la sensualidad del jazz y el ambiente opresivo en un humilde hogar.

La italiana Anna Magnani interpretaría dos de las obras más olvidadas de Williams en dos películas extrañas pero interesantes e intensas. En ambas Williams estaría implicado en la escritura del guión. La primera sería La rosa tatuada de Daniel Mann en 1955 y la segunda la desgarradora Piel de serpiente de Sidney Lumet en 1959. Las dos dignas de verse. La primera es una especie de tragicomedia donde la Magnani se come a todos con patatas fritas como esa atormentada viuda que crea un mundo donde no hay cabida para otro hombre, que oprime a su hija para que no se deje engatusar por el deseo y la sexualidad, mujer siempre doliente y exasperada…, hasta que aparece un bruto y sencillo camionero (bendito Burt Lancaster) que hace que la filosofía de la dama se caiga en pedazos ante la belleza y la dulzura de un Lancaster que se pone a su altura. La segunda tiene todo el espíritu sureño-desgarrado-tragedia continua que despedaza a todos los personajes de una pequeña localidad donde hace mucho pero que mucho calor. Una pequeña localidad cercana a Mississippi: la llegada de un vagamundos con botas de piel de serpiente y una guitarra descoloca a los habitantes de la opresiva localidad. No podía ser otro que un bellísimo y erótico Marlon Brando. El joven encuentra trabajo y acomodo en casa de una madura italiana casada con un hombre cruel y enfermo. Se cruzan en su camino entre otros una joven alcohólica pero que se permite decir verdades a gritos…, la tragedia está servida.

De nuevo Kazan vuelve a Williams que también se encarga de la escritura del guión y regala ese esperpento tragicómico que es Baby Dolls donde el imaginario colectivo recuerda a una Carroll Baker tumbada en una especie de cuna con el dedo gordo en la boca cual bebé. Espíritu sureño, sensualidad y sexualidad, calor opresivo y personajes esperpénticos en una localidad del Mississippi. Baker es una joven a punto de cumplir los 20 años casada con un hombre primitivo y brutal (un Kart Malden inolvidable) que prometió al padre que no la tocaría hasta que cumpliera dicha edad…, de pronto en el escenario, aparece un esperpéntico terrateniente, rival del esposo, que llena de atenciones a la joven y virgen esposa (increíble Eli Wallach). Este trío estalla…

En 1958 Richard Brooks realiza quizá la obra cinematográfica más recordada de un drama de Williams (aquí no participa en el guión), La gata sobre el tejado de zinc, una calorosa noche de una familia sureña desestructurada que grita sus secretos y relaciones tormentosas. Todo comienza por una celebración familiar, el cumpleaños del patriarca (que se encuentra gravemente enfermo), donde se reunen los dos hijos y demás familia. Es una noche intensa en la que salen a relucir todos los trapos sucios y todo el pasado oscuro de cada uno de ellos. No falta una sensualidad opresiva y unos diálogos que desgarran. También ha quedado en la memoria colectiva una sensual Liz Taylor en combinación blanca, o un joven Paul Newman, hermoso, con bata y pierna escayolada realizando un joven atormentado y airado. Por supuesto, en la versión cinematográfica se disimula y mucho la homosexualidad del protagonista.

Entre Williams y Gore Vidal realizan el guión para una oscura y opresiva película de Joseph L. Mankiewicz, De repente, el último verano. Una película que indaga en la mente del ser humano y en unas enfermizas relaciones entre hijo ausente y muerto y madre hermosa y decadente que emplean a una frágil joven, la prima del hijo, para sus argucias. En el momento que empieza la tragedia, la joven prima ha sucumbido a su fragilidad mental y su tía está empeñada en que la practiquen una lobotomía que permita la paz a su perturbada familiar. Pero el joven doctor antes quiere investigar el porqué de la locura de la joven…, entonces descubre mil y un tremendos secretos familiares y la personalidad del joven muerto así como de su venerable madre. Intensa Katherine Hepburn, Liz Taylor y Monty Clift en un oscuro drama psicológico. Imagen para el recuerdo: una Liz Taylor en bañador blanco.

En los sesenta, las adaptaciones cinematográficas de Williams siguen funcionando. Así de nuevo Richard Brooks (también escribe el guión) vuelve a revisitar al dramaturgo en otro melodrama trágico-opresivo familiar en Dulce pájaro de juventud en 1962. El joven gigoló esconde a una decadente actriz que huye de un posible fracaso en la localidad donde vive su antiguo amor, la hija del cacique local. Una historia de sueños frustrados, mucho dolor, opresión y violencia contenida. De nuevo, caemos en los brazos de un airado Paul Newman, una fantástica y decadente Geraldine Page y un cacique exasperado con el duro rostro de Ed Begley.

John Huston adapta un relato de Williams y crea en 1964 una maravillosa tragicomedia esperpento La noche de la iguana donde en un alejado y exótico hotel se reúnen varios personajes que establecen extrañas relaciones en un ambiente opresivo, caluroso donde sexualidad, sensualidad, moralidad y alcohol forman unos ingredientes explosivos. Ahí están un antiguo pastor protestante y alcohólico (brillante Richard Burton), un grupo de solteronas hirientes, una pintora bohemia (melancólica y divertida a la vez Deborah Kerr), una jovencita muy segura de sus encantos sexuales (Sue Lyon) y la sensual y triste dueña del hotel (una excepcional Ava Gadner).

En 1966 un joven Sydney Pollack con un guionista prometedor Coppola revisitan el universo opresivo de Williams en Propiedad condenada donde narran los tristes amores de una joven y sensual sureña que vive en una localidad de Mississippi donde se acerca un joven encargado del despido de varios trabajadores del ferrocarril del pequeño pueblo. Robert Redford es el elemento extraño que se enamora de la joven y trágica Natalie Wood donde su amor se verá interrumpido por la brutalidad y las complicadas relaciones de los habitantes de la localidad.

Por último, Paul Newman en uno de sus trabajos tras la cámara recreó con sensibilidad el mundo familiar y opresivo de una tragedia de Williams, El zoo de cristal en 1987 superando la versión de 1950 donde Joanne Woodward, John Malkovich y Karen Allen son los principales protagonistas.

A lo largo de los años se han realizado otras adaptaciones cinematográficas de algunas de las obras de Williams que no han superado los originales. También se realizaron otras películas que adaptaron su universo (situadas en los años 60): La primavera romana de la señora Stone, Reajuste matrimonial, Verano y humo o La mujer maldita pero que no alcanzaron la popularidad de algunas de las obras analizadas. Y también sabemos que Williams fue uno de los guionistas de ese melodrama trágico italiano de Luchino Visconti, Senso, recientemente analizado en un post.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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