El reloj asesino (The big clock, 1948) de John Farrow

¿Qué es una película entretenida?¿Qué es una película entretenida y bien hecha?¿Qué es una película con ritmo?¿Qué es una película con ritmo que no pierde fuelle? Sí, se puede realizar una película que sea correcta en su historia, en su planteamiento, en las interpretaciones, que no tenga pretensión de obra maestra sino de entretener al espectador con un producto cinematográfico de calidad sin ser necesario moralina final o mensaje oculto. Sí, ahí tenemos El reloj asesino, un thriller bien hecho, bien interpretado, bien filmado…, que además consigue ser entretenido.

John Farrow entraría dentro de la categoría de directores que quizá no se les reconoce como autores (es decir, que su obra cinematográfica sigue unas pautas que le hacen reconocible) pero sí como artesanos, es decir, capaces de realizar correctamente una película con el material adecuado y capaces por tanto a veces de sorprender.

El reloj asesino cuenta con ritmo trepidante la historia de un falso culpable que hace una carrera a contrarreloj para poder demostrar su inocencia. Él es Ray Milland, actor que tan pronto puede hacer Días sin huella como ser recordado con cariño por películas de bajo presupuesto con Roger Corman. En El reloj asesino es un periodista estrella de una cadena de medios de comunicación llevada inflexiblemente por un jefe (Charles Laughton) que quiere la perfección y que lleva su vida y la de sus empleados cronometrada, es un hombre obsesionado por los relojes y el tiempo exacto. Nuestro protagonista además de periodista estrella, saca adelante con éxito una revista sobre crímenes con lo cual está habituado a la investigación de casos. Está casado, con un hijo, y se puede decir más o menos que es un triunfador. Pero nuestro protagonista también está en un momento crítico. Está cansado. Muy cansado. Su trabajo absorbe prácticamente todo su tiempo de tal manera que su esposa ya está también cansada. En el momento que empieza la película, el protagonista está dispuesto a realizar un parón en su trabajo tenga las consecuencias que tenga y realizar un siempre soñado viaje de novios con su mujer y su hijo. Y es en ese momento crítico, no podía ser de otra manera, cuando arranca la historia.

Nuestro hombre se ve implicado en un asesinato que no ha cometido pero el espectador sabe desde el principio (y también lo sabrá nuestro protagonista) quién es el verdadero culpable. Un hombre poderoso que va a hacer todo lo posible por no reconocer su culpa y quien va a poner —sin saberlo— a nuestro protagonista en más de un aprieto. Y el planteamiento es genial porque Ray, el pobre, empieza a poner a todos sus hombres a investigar pistas para dar con el ‘presunto culpable’ siendo el ‘presunto culpable’ él mismo. Con lo cual esto genera más ritmo y más tensión.

Y qué mejor antagonista que un magnífico Charles Laughton que tiene que recrear a un peculiar malo malísimo y, como no, lo consigue. Ese director de medios de comunicación poderoso, pusilámine, que despide a sus empleados, que siempre tiene que estar presente, que los exprime, que vive con la exactitud del reloj, frío y despiadado y a la vez cobarde y lleno de complejos.

Por supuesto, la película cuenta con más personajes secundarios que enriquecen la trama de testigos y de oportunidades para que el protagonista pruebe su inocencia. Y esos testigos son los que además dan el toque cómico a la película destacando Elsa Lanchester como alocada pintora bohemia. U otro malo malísimo que siempre está al lado de Laughton, digamos que es el cerebro de la empresa, con el inquietante rostro de George Macready. Además también está la esposa-florero que aún hoy abunda en los thrillers con la cara de Maureen O’Sullivan (la esposa del director y nuestra Jane en el recuerdo… y la mamá de Mia Farrow) y la víctima que es una actriz llamada Rita Johnson que estaba construyendo una prometedora carrera cuando un accidente truncó su carrera.

Así Farrow con todos estos ingredientes logra un thriller entretenido y bien hecho con un ritmo adecuado que hace vibrar al espectador y le hace seguir una historia que le atrapa. El propio edificio donde trabaja el protagonista (y donde transcurre gran parte de la trama) se convierte en una trampa agobiante que atrapa a todos los protagonistas implicados.

Si quieren entretenerse una tarde, quizá disfruten de El reloj asesino, perfecta y redonda como el mecanismo de un reloj.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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