XXIV Premios Goya

Ayer como todos estos años me puse frente al televisor para ver la Gala de los Premios Goya. Y como siempre la ceremonia y las diferentes anécdotas me plantearon varias reflexiones.

Primero. De nuevo una Gala correcta y austera con la apuesta de un presentador ajeno al cine pero no a la televisión. Todo un showman que dio un ritmo correcto a la ceremonia y que regaló momentos divertidos y elegantes como hace habitualmente en el programa que presenta. Andreu Buenafuente fue un buen conductor de la gala.

También comentar que fue una gala políticamente correcta en todos los sentidos. No hubo reivindicaciones de ningún tipo y todo mostraba armonía y buen rollo.

Segundo. Se notaron los nuevos aires del nuevo presidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España, Alex de la Iglesia y su empeño de unificar fuerzas, mostrar unión entre todos los profesionales del cine y ofrecer por último un cine de calidad. Parece que tiene claro que para ello hay que dejarse de mirar uno al ombligo, analizarse, aceptar críticas, tener más en cuenta a los espectadores, reconocer los errores, ser conscientes de que son trabajadores y por lo tanto hay que hacerlo bien, ser consciente de que hay que fortalecer la industria cinematográfica y buscar soluciones, asumir que hay desencuentros, desacuerdos pero que hay que encontrar vías y puntos de encuentro…, y una frase importante “no hay una manera de hacer cine sino muchas”.

Sin embargo, tanto en las candidaturas como en los premios se ha tenido muy en cuenta un punto: el éxito de las películas en taquilla. El número de espectadores que han ido a verla y la capacidad de campañas de difusión y marketing que han tenido las distintas obras premiadas. Así como otros años entre las candidatas y nominaciones se escapaba alguna otra manera ‘de hacer cine’, el caso más reciente fue la ceremonia de 2008 que convirtió en  ganador a Jaime Rosales y su película La Soledad que apenas había conseguido que el público acudiera a los cines y, sin embargo, es una película con una mirada distinta; en la Ceremonia de este año los grandes ausentes han sido aquellos que muestran otras maneras de hacer cine y aportan otras miradas (y que conste que las dos caminos me gustan), historias o vías. Por ejemplo, muchos dicen que los ausentes de las nominaciones han sido las obras cinematográficas de Isaki Lacuesta, Javier Rebollo o la casi total ausencia de Mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet.

Todo esto me remite a un recuerdo. Al principio de los tiempos de la ceremonia de los Oscar había dos apartados respecto mejor película. Uno era Mejor Película, Producción. Y el otro era Mejor Película, Producción Artística Única. Y para que nos entendamos: en la primera categoría se la llevó la gran superproducción Alas de William A. Wellman y la segunda fue para Amanecer de F. W. Murnau, ¿nos entendemos? Y ambas son importantes producciones dentro de la Historia del Cine.

Así que poca sorpresa supuso que las grandes ganadoras de la noche fueran Celda 211 de Daniel Monzón y Ágora de Alejandro Amenabar.

Tercero. Está claro que también Alex de la Iglesia sabe lo que es tener sentido del espectáculo y lo que puede dar juego para que la Ceremonia sea un acto seguido en televisión y realmente sirva de plataforma y escaparate de cine español. Con lo cual regaló varios titulares:

-Su presentador, Andreu Buenafuente, para muchos un monstruo televisivo.

-La vuelta de Rosá María Sardá a la hora de dar los premios más esperados, recordada como la mejor presentadora de los Goya (y, como siempre, lo demostró y lo hizo bien, por lo menos para servidora).

-Fue capaz de que las dos ‘grandes estrellas del cine español’ que además son pareja aparecieran por primera vez juntos y relajados en un acto cinematográfico: Penélope Cruz y Javier Bardem, dando así el glamour que este tipo de ceremonias exigen.

-Por ahí vemos la nota extravagante al estar el perro más famoso y más lindo de la actualidad, Pancho, el de la Loteria.

-Como dije al principio la gala no habló de política ni sirvió de plataforma reivindicativa. Sólo se habló de cine.

-Y consiguió el regreso estelar a los premios Goya del director siempre enfrentado a la ceremonia y a la gala, Pedro Almodóvar, para entregar el galardón a la mejor película. (Hubiera sido divertido que también hubiese acudido junto a él José Luis Garci, otro de los directores siempre ajenos a la ceremonia).

Cuarto. Momento emotivo y muy bien elegido el hombre del cine al que se le dio el homenaje, que debido a su estado de salud no pudo acudir a la gala (ahí estaban sus hijos para el agradecimiento) pero sí se realizó un vídeo que recogía el bonito detalle de Alex de la Iglesia yendo a la casa del galardonado para dárselo. Hablo de Antonio Mercero que no sólo ha dirigido películas para recordar sino que también ha sido un hombre de la televisión ofreciendo series muy populares. Así a Mercero se le puede recordar tanto por películas notables como el mediometraje La Cabina, las populares películas con Lolo García (La guerra de papá y Tobi) y sus buenas obras cinematográficas como Espérame en el cielo, La hora de los valientes o Planta 4º o por su paso por la televisión con las series Verano azul, Turno de Oficio o Farmacia de Guardia.

Nada que ver con el Goya con aires underground y marginal a un director polémico pero que toda su vida la ha dedicado y dedica al cine que pudimos también disfrutar el año pasado en la figura de Jesús Franco.

Por otra parte en muchos momentos de la ceremonia se habló de otros cambios que se están produciendo en el mundo del cine, veladamente, pero ya evidente y que suponen un cambio en el modelo actual de industria. Se realizó el uso de efectos especiales que muestran el avance-terremoto de las nuevas tecnologías permitiendo el efecto de unas cañerías que estallaban en pleno acontecimiento o la presencia de Pocoyó, una animación digital. Se hizo una broma referente al 3D y hubo algunos premiados que tuvieron palabras nostálgicas para todos aquellos buenos profesionales de lo analógico que tanta sabiduría han repartido, compartido y adquirido. También el mejor cortometraje de animación fue para una obra (que también está nominada a los Oscar) que emplea el 3D, La dama y la muerte. Uno de los premios fue entregado por una desconocida, una espectadora, a través de un concurso de SMS…, claramente se vive un momento de cambio.

Quinto. En los premios no hubo grandes sorpresas. Estaba claro que las favoritas eran Ágora y Celda 211 y lo confirmaron durante toda la gala aunque la que se llevó los premios más importantes fue la de Daniel Monzón.

El Goya para Malamadre de Luis Tosar era la crónica de un premio anunciado (y merecido).

Las que se fueron sin premio alguno: El baile de la victora de Fernando Trueba (no ha funcionado en las taquillas) y El cónsul de Sodoma de Sigfrid Monleón (la cual ha recibido críticas absolutamente demoledoras pero no puedo opinar pues no la he visto).

¿Soledad Villamil actriz revelación?

También cantado la mejor película hispanoamericana para la coproducción El secreto de sus ojos de J. J. Campanella.

Lola Dueñas repite triunfo con Yo, también. Ya había sido premiada con la Concha de Plata. Curioso el plantel de actrices por una parte actriz de Hollywood en superproducción española, Rachel Reisz (ausente en la gala). Por otra actriz española en producción de Hollywood en concreto en obra de Coppola, Maribel Verdú. Estrella española, superestrella de Hollywood y musa de Pedro Almodóvar, Penélope Cruz. Al final, Goya para actriz española, de cine intimista y pequeño presupuesto, que es musa de directores como Javier Rebollo.

Daniel Monzón frente Amenabar, Campanella y Trueba. El crítico que se pasó al cine y ha mostrado que se puede hacer cine de género entretenido y que sea un buen espectáculo con buena historia de base (aunque analizando aspectos de guión y trama se descubren incoherencias que por el ritmo trepidante, la emoción y sobre todo Malamadre se olvidan…).

He de reconocer que aunque la película no me entusiasmó por varios motivos que ya expliqué en el post correspondiente, sí me quedé con el trabajo de los actores presentes en Gordos, la obra de Daniel Sánchez Arévalo. Por eso no me sorprendió el premio a Raúl Arévalo y sí me chocó el de Marta Etura (que por otra parte me gusta como actriz y su discurso de agradecimiento me pareció de los más frescos, vitales y encantadores) porque no tiene el papel precisamente mejor desarrollado de Celda 211. A mí me sorprendió la interpretación de Pilar Castro en Gordos y era, sin duda, mi favorita. También lo tenía difícil Alberto Amman (pero su personaje sí que presentaba más matices en el papel escrito y a mí frente a otros espectadores que no les gustó como llevo a cabo su interpretación, yo sí me crei a Amman) y sin embargo se alzó con el goya a mejor actor revelación.

Las propuestas a mejor película europea eran diversas y cualquiera que hubiera ganado no me hubiera disgustado del todo. Son producciones que tienen cada una en su campo elementos interesantes. Quizá la más innovadora sea Déjame entrar (por lo que he leído, estoy pendiente de verla próximamente).

Los premios a cortometrajes ficción, documental y animación, a la mejor película de animación y mejor documental o mejor dirección novel indican que hay que seguir luchando porque estas obras lleguen a más público y tengan más posibilidades de exhibición.

Y, por último, los premios técnicos demuestran que hay mucha gente que vale en estas profesiones capaces de llevar su trabajo con pasión y profesionalidad. Y que está repleto de buenos profesionales con unas trayectorias increíbles. Y que contribuyen a que una película sea una gran obra o no lo sea.

Sexto. Al final la reflexión que me planteo es: ¿es ése el escaparate cinematográfico español? ¿Son esas las mejores películas o producciones? ¿Son los trabajos de mayor calidad? ¿Está todo el cine español presente y reflejado?¿Todas las obras cinematográficas, todas las vías representadas?¿Todos los profesionales y equipos humanos se encuentran presentes…? ¿La industria cinematográfica española está preparada para afrontar los cambios que supone el mundo digital?…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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