Diccionario cinematográfico (123)

Niños (II): pero que transforman, que cambian la vida de los seres adultos que les rodean.

Y la primera que viene a la cabeza es Julia de Erick Zonca porque tuve el otro día la oportunidad de verla. No es el trabajo que más me ha gustado del director a pesar de que Tilda Swinton está espectacular. En esta historia de mujer alcohólica nos asomamos a una transformación. Y es que de alguna manera hace un parón en su caótica e irracional vida cuando se siente atrapada por un enorme sentido maternal y tierno por el niño que secuestra.

Entonces regreso a Gloria de John Cassavetes y el remake de Lumen con Sharon Stone.  La genuina es la de una Rowlands que debe proteger a un niño cuyos padres han sido asesinados y la relación que nace entre ellos.

A lo largo de la historia del cine muchos son los niños que han transformado, cambiado o redimido a sus mayores. Si nos vamos lejos, lejos de nuevo nos topamos con Charlot, ese sin hogar solitario que un día se encuentra a un bebé abandonado y se encuentra en padre improvisado. Y los dos crean una relación en la que uno depende del otro y viceversa. Una oportunidad para volver de nuevo a El chico.

Pero sigamos la estela en el cine contemporáneo. En dos películas un bebé cambia la existencia de jóvenes al margen. Historias duras y con mucho corazón. Una es la sudafricana Tsotsi como un jovencísimo delincuente y asesino que sólo es una víctima más de un sistema injusto, un joven que se quita de golpe los sentimientos para poder sobrevivir ve cómo su vida cambia y cómo la careta fría y asesina se le cae en pedazos al cuidar a un bebé que encuentra en uno de los coches que roba después de agredir brutalmente a la madre.

La otra película es argentina y tremendamente triste. Es Cielito, un joven sin hogar que deambula por un mundo marginal y decide sacar de la miseria como sea a un niñito, el Chango, al que conoce en una de las casas donde trabaja. Un niño rodeado de pobreza y violencia y un joven que decide que no hay derecho y trata de evitarlo.

Si nos vamos al terreno de la comedia, Bogdanovich nos regaló en los setenta Luna de papel donde un estafador de poca monta y una niña espabilada engañan a todo el que su cruza en sus caminos. Peron a ambos la relación les transforma… sobre todo al padre, claro.

Hay historias tristes y melodramáticas donde el niño a pesar de su influencia no puede evitar una historia triste para el progenitor. Así nos vamos al melodrama por excelencia con mil versiones, Campeón. Las más recordadas son la de los años 30, la primera, y la de los setenta, con un Voigh como padre. Historia de alcoholismo, ring, paso del tiempo y niño que sigue admirando al padre.

Si nos vamos a una versión española tenemos una pequeña y tierna película de las que protagonizó el niño Pablo Calvo.  Hablo ni más ni menos que de Mi tío Jacinto. Esta vez es tío y sobrino en un Madrid de neorrealismo puro. Un tío alcohólico, casi sin hogar, pero que vive día a día al lado de su sobrino, un niño que le quiere y admira con locura.

Y así sigue una estela inacabada de niños que transforman o cambian a sus mayores…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.