Quemar después de leer (Burn after reading, 2008) de Joel y Ethan Coen

¿Cómo definir esta película? Es la historia de un grupo de idiotas. Sí, un grupo de idiotas de mediana edad. Sí, la historia de un grupo de idiotas de mediana edad que se encuentran en crisis por distintos motivos y se ven enredados sin saberlo en una historia de espionaje de la CIA y dosis de sexo, que ni los de la propia CIA se enteran de lo que está ocurriendo pero es top secret.

Personalmente, los Coen crean unas películas que nunca me resultan redondas. Me gustan ciertos personajes. Situaciones. Escenas. Secuencias. Me meten en la primera parte de la historia pero no en la segunda o viceversa…, pero de alguna manera siempre hay algo que me resulta interesante. A los Coen les gusta el cine y conocen su lenguaje y sus géneros y juegan con ellos pero a mí nunca logran convencerme del todo. Me quedo siempre con ganas de más. Es como si empezaran con mucha energía sus historias y de pronto… pinchan. Otra cosa que me pasa con ellos es que me están encantando con una narrativa clásica y redonda, y de pronto, como yo digo, se les va la olla a fondos metafísicos, filosóficos paranoicos y a mí me desinflan toda la energía visual que me tenía atrapada (me pasó sobre todo con El hombre que nunca estuvo allí y No es país para viejos). No me parece que rompan con la narración o con el lenguaje cinematográfico, siento que deliran y que no sé que quieren terminar contando o que simplemente tienen ganas de reírse del personal, lo cual no me parece mal. A veces en sus comedias no logro meterme del todo en sus rayadas… Pero ya digo de alguna manera siempre termino viendo sus películas y siempre hay algún personaje que me cautiva. Así me pasa con todas Sangre fácil, Fargo, El gran Lebowski —sí, sí de acuerdo el Nota es inolvidable—, O’Brother, El hombre que nunca estuvo allí, No es país para viejos…, quizá la que más me gustó, por redonda, —pero tendría que volver a verla, hace siglos que no lo hago— fue Muerte entre las flores.

Quemar después de leer se me hace divertida e interesante pero finalmente se me plantea como un juego inacabado. Los Coen desarrollan una buena historia y unos personajes geniales pero no lo construyen del todo. Se me desinfla. Es de aquellas películas que pienso “joder, la sátira genial que podría haber sido”. “Lo corrosivos que podían haber sido”…, es como si los hermanos estuvieran siempre a punto de ser geniales pero cuando van a llegar a la cima se aburren y lo terminan como pueden.

Para mí sin duda alguna el personaje sorpresa en esta función satírica, el más idiota entre los idiotas, el más divertido y por ello encantador, es sin duda Brad Pitt. En algunos sitios plantean que aquí los Coen descubren su vena cómica pero yo no lo creo, ya he reído más veces con Pitt, bien en Cerdos o diamantes o en la maravillosa 12 monos… Aquí el musculitos tonto del culo, entrenador de gimnasio, cautiva con su forma de hablar, con su vestimenta, con sus bailes y sus sonrisas.

George Clooney sigue con su galería de personajes estúpidos que crean para él los Coen, que se divierten con el guaperas encantador y él se divierte con ellos (O’Brother tiene su encanto). Aquí es un tío gilipollas, obsesionado con el sexo y con las comidas que puedan afectarle además de cobarde enfermizo. Frances McDormand demuestra lo buena actriz que es y aquí realiza personaje patético, triste y tierno y por ello divertido de una mujer capaz de todo por pagarse cuatro operaciones de cirugía plástica y que desea ser deseada y amada y acabar con su soledad. No se da cuenta que tiene a su lado al hombre que la ama sin operaciones de por medio. John Malkovich es un hijo puta alcohólico que nunca ha triunfado en la CIA y tampoco en la vida personal y arrastra su destrucción y mala hostia allá por donde va. Su carisma siempre reluce, el de Malkovich quiero decir. Y él está casado con una tía desagradable y desencantada de la vida que va fríamente por el mundo y pone los cuernos al marido con otro gilipollas mayor si cabe. Ella es Tilda Swinton. Ah, por ahí, queda un tipo recto de cara triste y enamorado de su empleada, director de un gimnasio, que es el más tonto de todos…, y el único realmente enamorado (Richard Jenkins).

Y todo este grupo de idiotas se meten en comedia de enredos y espionajes sin comerlo ni beberlo. Y entre sonrisas y risas vamos viendo como avanzan hasta su destrucción absoluta ante la mirada de una CIA que actúa sin saber contra que actúa y que ni entiende ni le importa. Pero cuidado todo es top secret. Y cuidado todo termina siendo triste, muy triste. La estupidez de estos personajes es trágica, como la vida misma.

¿No me digan que no había buen material como para hacer una película redonda? Pero verán ustedes a mí no me convence del todo. No me parece redonda. La veo como juego inacabado.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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