Julia (Julia, 1977) de Fred Zinnemann

Julia son pinceladas elegantes de recuerdos, sensaciones y sentimientos. La protagonista, Lilliam Hellman nos regala al principio unas palabras que explican la manera en que va a ser contada esta película compleja y bella. Una barca, un atardecer, y una mujer pescando, tranquilidad, esta mujer es Lilliam que recuerda y repasa algunos acontecimientos de su vida. Sobre todo las concernientes a dos personas que significaron mucho para ella como persona: su amiga de la infancia, Julia, y su pareja durante más de treinta años, el escritor de novela negra Dashiell Hammett.

Lilliam explica el significado de pentimento, un término pictórico, cuando se descubre en un cuadro que ha habido una alteración, es decir, cuando se manifiesta el cambio de idea que tuvo un pintor en la propia obra. Eso es pentimento. En algunos cuadros se ha ido descubriendo con el uso de tecnologías y radios x, obras en las cuales se denota que en un principio el artista iba a pintar un detalle determinado o iba a emplear un gesto concreto pero en un momento ‘se arrepiente’ y modifica la obra.

Así, por tanto, queda esta película. Es la biografía subjetiva de una mujer que va mostrando las distintas capas y variaciones de su historia con dos personas que la hicieron ser como es: Julia y Dashiell. Por eso, Julia da esa sensación de desconexión en la trama, esa sensación de que sólo nos muestra unos pocos aspectos, con esa sensación de que es más lo que se intuye que lo que se cuenta, con esa sensación de subjetivismo, donde Lilliam va construyendo su particular cuadro en el que da y quita pinceladas hasta dejarnos su concreta visión de una historia donde ella es protagonista y testigo.

Además, permite adentrarse en la personalidad de una pareja del siglo XX y en acontecimientos históricos que recorren los años treinta y desembocarían en la Segunda Guerra Mundial. La historia de Lilliam y Dashiell es interesante tanto por su compromiso político, ambos pertenecían a una generación progresista y de izquierdas norteamericana que se vio relegada al olvido sobre todo a finales de los cuarenta y durante los cincuenta cuando se desarrolló La Caza de Brujas que afectó a diversos sectores de la cultura, como por su contribución a la literatura y al cine (ya he analizado en algún que otro post más elementos de esta pareja). Hammett fue el creador de Sam Spader o de la pareja peculiar de detectives, el matrimonio Nick y Nora, unos excéntricos millonarios metidos a la investigación de casos (la saga del hombre delgado). Tuvo además una relación amor-odio con Hollywood que adaptó muchas de sus novelas pero donde Hammett no se adaptó en el sistema de estudios como guionista. Hammett estaba en la cumbre de su éxito como escritor y, de pronto, en 1934 dejó de escribir novelas y no volvió a publicar alguna otra obra. Lilliam Hellman fue dramaturga de éxito, guionista de prestigio (realizó varios guiones para su gran amigo William Wyler y algunas eran adaptaciones de sus propias obras —la más recordada quizá sea La calumnia—) y también dejó obras con retazos autobiográficos como Una mujer inacaba o Pentimento.

Por otra parte, Julia abarca la etapa en la que el fascismo toma fuerza y poder (años 30) y también la toma de conciencia de algunos ciudadanos sobre el problema del fascismo y que lucharon anónimamente en sus países de origen para impedir la catástrofe que aún así ocurriría y afectaría a diversos países.

Así la película a base de pinceladas-flash back reconstruye una amistad entre dos mujeres muy diferentes entre sí pero que se complementan (una amistad desde la infancia, adolescencia y madurez) y de una pareja compleja que establece una relación a lo largo de tres décadas. Y dentro de esa subjetividad se ve el enamoramiento que siente una persona, Lilliam, por dos personas que se convierten en imprescindibles en su vida.

Así tanto Julia como Dashiell son dos personajes reflejados de manera idealista, hermosa…, los eleva prácticamente a un altar, son inspiración de la autora. Y ella, Lilliam, es una mujer de carne hueso con sus sentimientos a flor de piel que sufre, ríe y siente. Que se enfada, que padece, que duda, que siente miles de miedos pero trata de superarlos y que sobre todo ama dos cosas: a la gente que es importante para ella (dígase Julia, dígase Hammett) y la creación literaria.

La película no es sólo retrato intimista también en esas pinceladas introduce un inquietante viaje en tren de Francia a Moscú pasando por Alemania lleno de tensión y con ingredientes del mejor cine de espionaje político. Ahí la vulnerabilidad de Lilliam queda al descubierto. Y ahí también se produce el maravilloso, tenso y melancólico último encuentro entre las dos amigas.

Fred Zinnemann crea —dirigió y produjo— una elegante y compleja película mostrando pinceladas maestras. Trabajó durante mucho tiempo el proyecto y estuvo muy pendiente de la elaboración del guión junto a Alvin Sargent y ambos contaron con la colaboración de la propia Lilliam Hellman.

El reparto muestra a una Jane Fonda a flor de piel junto a una maravillosa Vanessa Redgrave como Julia y un fantástico Jason Robards como Hammett (personaje que con tres pinceladas nos habla de un hombre complejo). Llama la atención en un pequeño papel de chica pija y frívola una primeriza Meryl Streep a punto de dar el sato con El cazador.

En esta película queda un hermoso retrato de mujer, Julia, la amiga de la infancia. La amiga a la que Lilliam admira y quiere. Desde su adolescencia se ofrece el retrato de una mujer vital e inteligente que a pesar de vivir en una ambiente de lujo, elegancias y demás es sensible a las injusticias sociales. Así rechaza a su poderosa y rica familia y va creándose una conciencia social, que la sale del alma. Decide formarse, estudiar medicina y acudir a Viena. Allí es testigo de la subida del fascismo y lucha activamente contra él. Cree en un mundo mejor y lucha sin miedo. A pesar del dolor, del daño y del desencanto, Julia nunca pierde el horizonte ni la sonrisa (así le dice a Lilliam que no deje que nadie le arrebate nunca su personalidad, su capacidad de expresar los sentimientos como un torrente…, sus famosos arrebatos) y vive según sus ideales… Un retrato subjetivo de su mejor amiga, Lilliam, que se ve marcada por la personalidad de Julia y que admira su forma de ser y vivir, siempre con coraje.

Julia es película para ver en más de una ocasión y descubrir en cada visionado una nueva pincelada oculta.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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