Tres propuestas cinematográficas

Últimamente he visto tres películas que no son redondas pero, sin embargo, las tres tienen varios puntos que las hacen interesantes. Son tres propuestas cinematográficas llenas de elementos de análisis.

La ventana (The Window, 1949) de Ted Tetzlaff

El director de fotografía Ted Tetzlaff se hace director y ofrece un thriller emocionante con niño testigo de un asesinato. Como el cuento de Pedro y el lobo, el protagonista es un niño con imaginación desbordante que trae por la calle de la amargura a sus padres. Su última historia es que ha sido testigo de un asesinato perpretado por los vecinos del piso de arriba. El niño en una noche calurosa sale a dormir a la azotea y a través de una ventana ve el crimen. Nadie le cree. Él se sabe en peligro. El director muestra unas escenas excelentes sobre todo el asesinato y la persecución final. Oportunidad además de ver a uno de los niños más valorados del momento, Bobby Driscoll que acabó su vida de manera trágica en una pendiente de drogodependencias.

Corredor sin retorno (Shock corridor, 1963) de Sam Fuller

El director de la violencia crea una película-choque sobre un periodista que ingresa en un centro de salud mental para averiguar quién es el culpable de un asesinato. Una vez en el centro psiquiatrico y mientras va buscando pruebas, se ve inmerso en la locura, una locura de la que no podrá salir. Una espiral en la que va cayendo en un mundo pesadilla, su investigación llegará lejos pero a costa de su salud mental. Fuller deja escenas interesantes e impactantes y emplea la locura para hablar de los defectos de una sociedad enferma. El manicomio como metáfora de un mundo enfermo. Cada uno de los testigos representa un mal de la sociedad norteamericana y el tiempo de la guerra fría.

Un hombre de suerte (Oh Lucky man!, 1973) de Lindsay Anderson

Película de los años setenta, película de inconformismo, crítica hacia todos los estamentos sociales y en especial al sistema capitalista. Y todo bajo la mirada inocente y la sonrisa amplia de un Andy McDowell que quiere ser rico y triunfar. Avanza en situaciones cada vez más surrealistas que le llevarán a los márgenes sociales. Nada se salva de la crítica (empresas, justicia, caridad, Iglesia, ejército, relaciones internacionales…) porque todo queda corrompido por un capitalismo deshumanizado. Los personajes (hay actores que triplican interpretación) son títeres, son esperpénticos, y todo bajo las canciones de Alan Price. Por ahí podemos ver a una jovencísima Helen Mirren.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.