Celda 211

Daniel Monzón se va por el cine de género puro y duro, el cine carcelario que ha dado películas memorables como Brubaker, Carandiru, La leyenda del indomable, En el nombre del padre, Cadena perpetua… y nos regala Celda 211 una película interesante y bien hecha con más aciertos que equívocos.

Y ahí estás casi hora y media conteniendo la respiración por saber cuál va a ser la resolución de ese motín en vieja cárcel de Zamora. Monzón juega con el espectador y ofrece dosis suficientes de intriga y tensión.

Monzón no sólo acierta en la ambientación sino que da en el clavo al recrear personaje mítico, el preso Malamadre aquel que no tiene nada que perder, con un humor y una filosofía de vida que estampa en cada frase, con un código de honor determinado y que, a veces, hasta le podemos ver un tío —aunque si te lo encuentras te mueres del miedo— con un toque de ternura a pesar del pedazo bestia que lleva dentro. No podía ser otro que un Luis Tosar de Goya. Hay que quitarse el sombrero no sólo por su caracterización sino por el trabajo de su voz y movimientos creados. Impagable esa cabeza rapada con tatuaje en el cuello.

Como no podía ser de otro modo le secundan sus compañeros de motín. Secundarios de lujo que ofrecen distintas caras: Carlos Bardem, Vicente Romero o Luis Zahera (increíble como preso heroinómano). Y fuera los funcionarios, negociadores, policías, director de centro penitenciario… con rostros como el de Antonio Resines (brutal), Manuel Morón, Fernando Soto o Félix Cubero tratando de frenar el motín. Quizá los personajes de fuera son los más planos y a veces menos creíbles a excepción quizá de Resines como poli bestia y malote aunque son fundamentales para la resolución y avance de la trama.

 

Frente a Malamadre nos encontramos con Juan, un joven funcionario que en su primer día de trabajo se topa, accidentalmente, con la revuelta. Y para sobrevivir decide hacerse pasar por un preso más. Sin embargo, no sabe las consecuencias que va a vivir y cómo el destino va a golpearle ante esta situación que le ha puesto la vida por delante. Juan es joven e inteligente y sabrá manejar la situación hasta que un hecho determinante le hace perder la cabeza y casi la razón ( o a lo mejor lo que le pasa es que realmente  abre los ojos a una realidad y se descubre a sí mismo en muchas de sus facetas ocultas). Malamadre ‘adopta’ a Juan, el nuevo preso, el calzones (cada uno tiene su mote) a quien admira por su inteligencia y sus buenas ideas. Ambos quedan unidos por un destino que ninguno de los dos esperaba. Juan es Alberto Ammann que da el matiz que el papel necesita. No estoy de acuerdo con que Ammann haya hecho un mal trabajo creo que aporta credibilidad al personaje y a su transformación.

Daniel Monzón sabe jugar todas las bazas del género. Violencia, fuerzas del poder que se exceden en sus funciones, la frialdad e hipocresía de los negociadores y otras fuerzas de poder para llegar a solucionar algo que se les está escapando de las manos por momentos, el papel de los medios de comunicación, amistades, odios, perdedores, impotencia, traiciones, venganzas…e incluso encaja perfectamente a los presos de ETA (no quiero desvelar cosas importantes y curiosas de la trama).

Celda 211 es una película de ritmo y tensión que engancha y te hace sentir y chillar. Además, de fondo queda una crítica… ¿realmente los centros penitenciarios son centros de rehabilitación, es decir, que forman y transforman?¿O realmente los centros penitenciarios embrutecen y rompen en más pedazos a las personas que habitan en sus celdas? ¿Los FIES tienen sentido?¿Qué hacer, cómo reformar Instituciones Penitenciarias para que realmente puedan rehabilitar?

La película está llena de detalles y tiene puntos de humor como el tema de las gambas o algunas contestaciones de los presos. Pero también muestra un mundo violento y duro. Trágico. Celda 211 es la adaptación de una novela de Francisco Pérez Gandul (que todavía no he leído) y es una película de género con todos los ingredientes en funcionamiento para crear emociones y proporcionar más de una reflexión.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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