Scaramouche (Scaramouche, 1952) de George Sidney

Te lo pasas bien, muy bien, viendo Scaramouche, el aburrimiento es misión imposible. Desde el primer minuto te metes de lleno en el cuento que propone George Sidney (una libre adaptación de la novela de Sabatini). Scaramouche es aventura, sueño, drama, comedia, acción, elegancia, belleza, lucha, amor, revolución, arte de la esgrima, política, aristocracia, commedia dell’ arte…, es puro espectáculo. Y ahí está el espectador ávido de emociones que puede disfrutar con una historia que le llena aunque sea poco verosímil…, ésa es la magia de Scaramouche que entras de lleno en el juego que propone, en sus incoherencias… y te conviertes en feliz espectador de un relato con fuegos artificiales.

Los reyes de la función, para la que esto escribe, los que hacen que sea puro placer su visión son precisamente sus personajes secundarios muy bien acompañados por unos protagonistas correctos. ¿Quién no se queda prendada, absolutamente, por ese Marqués de Moynes, una especie de Valmont seductor y bello, péfido y malévolo, e increíble espadachín con una elegancia que traspasa la pantalla? Mel Ferrer engatusa como personaje malvado y enriquece cada una de las escenas en las que es protagonista. Un Marqués de Moynes que es el colmo de la elegancia perversa. Ese aristócrata libertino de 35 años que se limita a vivir la vida y pasárselo en grande además de continuamente crear duelos para practicar su deporte favorito, la esgrima. Ese favorito, primo, de la seductora reina Antonieta en su corte de lujos, que se ríe de su futuro y de esa revolución que se aproxima, y él lo sabe y le importa poco, para acabar con ellos. Ese seductor que finalmente se verá atrapado, como Valmont, por la buena dama…, que en este caso le desprecia…

¿Y quién no rebosa energía o se siente atraido por su electrizante belleza, humor y poderío de esa actriz popular, que lo lleva en las venas, que ama sobre todas las cosas, una Leonor capaz de renunciar al amado con tal de verle feliz y sano y salvo? Eleanor Parker es fuego y risa y está impagable en Scaramouche. Seductora, bella, fierecilla con un corazón que se le sale, divertida, que trata de igual a igual a su amor… Con su melena pelirroja y sus bofetadas o contestaciones, con esas pestañas interminables, se come la pantalla y se convierte en reina del technicolor… ¿Alguien cree que pueda ser rival de una damita —que se reveló posteriormente poderosa— con cara de buena?

Ellos hacen brillar en lo más alto del espectáculo de Scaramouche. Sin negar que los protagonistas de la función están más que correctos… pero menos seductores. Scaramouche tiene el rostro del bonachón actor británico que se especializó en cine de aventura, Stewart Granger, logra hacer un personaje simpático pero fondón al lado de la elegancia y galanadura de Mel Ferrer. ¿Se imaginan un Burt Lancaster en sus primeros tiempos…, ufff?

Janet Leigh es la damita por la que suspiran el marqués y Scaramouche. Dama de 19 años, rubia casi cana, inocente y pura pero mujer de coraje e ideas propias, aristócrata y favorita de la corte de Maria Antonieta…, aunque al lado del torbellino Parker poco puede hacer.

La trama es delirante… pero tan divertida, tan interesante… Todos además esperamos impaciente el enminente duelo a espadas de Scaramouche con el Marqués de Moynes y cuando llega no decepciona. Es lucha emocionante, elegante y espectáculo (de nuevo la palabra) puro y duro.

Como está contada la historia francesa es de una ingenuidad que desarma. La revolución francesa se aproxima y un aristócrata rebelde, íntimo amigo casi hermano del protagonista (que no sabe quién es su verdadero padre pero ya empieza a realizar averiguaciones que llevan a equívocos), dispara la trama. Granger ve cómo pierde al amigo que grita Libertad, Igualdad y Fraternidad a los cuatro vientos frente al frívolo marqués. Y descubre que la damita en la que se ha fijado…, olvidándose de golpe de su Leonor, es la prometida oficial del marqués y además se da cuenta de que posiblemente les una un parentesco muy cercano. A partir de ese momento vive para la venganza y tan sólo quiere aprender el arte de la esgrima para matar al aristócrata. Pero como es perseguido por los hombres del marqués debe ocultarse y lo hace en la compañía de actores populares que van por los pueblos a llevar diversión. Allí está su amada, su risa, su diversión, la pasional Leonor, primera actriz de la compañía, que entra desde el principio en el juego de su amado. Y de la noche a la mañana se convierte en actor cómico excelente con personaje que siempre tapa su cara con una máscara, el divertidísimo Scaramouche.

Y es que Scaramouche es para soñar, disfrutar y volar a un mundo y a una historia que no existe… pero se disfruta tanto. En technicolor con partitura de Victor Young, con unos diálogos pícaros y chispeantes y unos actores que hacen brillar un cine de aventuras que, a veces, se echa de menos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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