Ava Gardner

Los agentes de publicidad creaban frases y mitos, a Ava le tocó ser el animal más bello del mundo, y claro a ella no la hizo mucha gracia cargar con este sambenito toda su vida. Sus inseguridades y el férreo sistema de estudios no la hicieron valorarse nunca como actriz, siempre que intentó mostras sus dotes…, el estudio prefería que jamás sacrificara su portentosa belleza.

Ava no salió ni diva ni glamurosa. Ni estrella. Ella quería vivir la vida y disfrutar, si podía, de su profesión. De pocos papeles se sintió orgullosa. Sin embargo, se convirtió en leyenda recordada y algunas de sus películas no caen en olvido. En una biografía de la actriz (Beberse la vida de Marcos Ordóñez), que analizaba su unión y pasión por España, comentan su espíritu atormentado por un lado y su aferrarse a la vida. Mujer nocturna, bebedora y reina de corazones —que se rompió varias veces hasta que eligió la soledad—.

Ava tuvo infancia difícil en entorno humilde… y fue escalando hasta convertirse en icono mundial. Hasta que llegó adolescente a Hollywood y empezó a aparecer como la chica del protagonista en producciones baratas como La casa encantada —con Bela Lugosi y los chicos Dead end—. Pero su verdadero debú, cuando realmente el público y crítica empezó a fijarse en ella, fue cuando en 1946 encarnó a una femme fatale en maravillosa película de cine negro de Robert Siodmak. Ella llevaba a la perdición a un ex boxeador con cara de Burt Lancaster en Forajidos.

Aún así la siguieron empleando en películas menores donde se potenciaba su belleza como Venus era mujer pero a la vez iba siendo protagonista, junto a las grandes estrellas masculinas del momento, de melodramas donde protagonizaba amores míticos y tristes. El gran pecador, Odio y orgullo o Las nieves del Kilimanjaro iban situando a Ava Gardner como estrella de principio de los 50. En 1950 protagonizaría película onírica y extraña, película símbolo, otra mujer misteriosa y fatal, trágica como su propia figura real, Pandora y el holandés errante. Esta película es importante en carrera y en su vida porque la pondría en contacto con España, país con el que mantendría un largo idilio. Y al año siguiente protagonizaría el famoso musical Magnolia donde se llevó disgusto porque finalmente los estudios decidieron doblarla en las canciones.

1953 la disfrazó en película de aventuras de Ginebra con sombrero de cono en Los caballeros del rey Arturo y también la hizo protagonizar mi película favorita de su carrera, la maravillosa Mogambo, de Ford. Ahí Ava está magnífica como mujer de vida alegre pero de corazón enorme que conquista, con esfuerzo, al aventurero Clark Gable que siente la llamada del amor con una niña fina y pija… ¡¡¡y casada!!!, con carita de Grace Kelly.

Así continúa su carrera en la década de los 50 llena de películas dramáticas, melodramas de mayor o menor calidad que iban robando el interés de Ava hacia su carrera: Una vida por otra, Cruce de destinos, La cabaña o película futurista como La hora final (de nuevo con Gregory Peck, una de sus parejas cinematográficas). Destacaríamos dos, La condesa descalza en 1954 y Fiesta en 1957. Ambas continuarían con esa unión de la actriz y España, además de ser representativas en su carrera. En la primera sería la ascensión de una chica española humilde, María Vargas, bailarina que termina pisando con fuerza en Hollywood pero atrapada por la tragedia y el amor desencantado. Y en la segunda sería una de las protagonistas de novela de Hemingway en fiesta pamplonica. Como casi siempre mujer objeto del deseo de un grupo de desencantados.

En los años 60 comenzaría su carrera en otra historia ambientada en la guerra civil española donde ella puso interés por el realismo en su personaje y donde el estudio de nuevo volvió a imponer su ley, la quería bella, y punto. Nuevo desencanto con la desconocida El ángel vestido de rojo. Como no podía ser de otra manera fue una de las estrellas que participó en superproducción, en tierras españolas, de Bronson, 55 días en Pekín. Y de nuevo protagonista de la segunda película favorita de Hildy de su carrera, ella  habita el mundo tormentoso de Tennesse Williams, en la atrayente La noche de la iguana en 1964. Una Ava, hermosa, sensual, vital, trágica y madura se convierte en Maxine, que regenta un hotelillo tropical y es reina del desencanto junto a otros personajes. Huston también le da el papel de una bella y serena Sarah en La biblia. También participa en película policiaca a lo Frankenheimer en Siete días de mayo.

Ava cada vez opta más por la soledad y espaciar sus intervenciones en los setenta y se mete en producciones de catástrofes (Terremoto), en intrigas de acción (El puente de Cassandra) o en cuentos infantiles (El pájaro azul). De nuevo es Jonh Huston quien la regala papel mítico y de leyenda en el western El juez de la horca, como mujer soñada e inalcanzable. Así hasta el retiro silencioso…

Los amores de Ava también fueron cinéfilos. Los más sonados: la obsesión que tuvo por ella el millonario Howard Hughes; su primer marido, el ex actor infantil Mickey Rooney; su matrimonio breve con el músico Artie Shaw y su amor tormentoso y eterno con Frank Sinatra donde hicieron evidente la frase ni contigo ni sin ti. Y después una serie de amores y romances fugaces…, al final, Ava optó por la soledad. Mujer hermosa y trágica, un bello recuerdo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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