La insoportable levedad del ser (The unbearable lightness of being, 1987) de Philip Kaufman

Sí, partamos de varias premisas. Veía esta película con prejucios porque había leído críticas demoledoras. Por otra parte no he enmendado la falta principal, no he leído la novela de Milan Kundera. El largo metraje más de tres horas me hacía enfrentarme con miedo a esta obra cinematográfica que había leído varias veces que era aburrida, pretenciosa…, etcétera, etcétera… Así que me abrumaba ponerme frente a un mamotreto de historia.

Y, magia entre las magias, disfruté de las tres horas. Se me hace urgente leerme la novela porque sobre todo hay tramas y personajes que se me quedan en el aire y hubo algunos momentos y escenas de la película que me cautivaron. No es obra perfecta y redonda pero me volvería poner frente a ella.

Los tres personajes principales son Tomás (el actor británico Daniel Day-Lewis), cirujano de prestigio; Teresa (la actriz francesa Juliette Binoche), camarera que se convierte en fotógrafa de mirada especial y, por último, una artista bohemia y libre que se llama Sabina (la actriz sueca Lena Olin). Tres amigos con diferentes formas de vivir y sentir la vida, el amor y el sexo, tres personas que también sufren de diferente manera la invasión de la URRSS a Checoslovaquia en el año 1968.

Creo que el principal fallo para que no se convierta en film redondo está en no encontrar el tono adecuado a lo largo de toda la película. Comienza casi como una fábula satírica, como una comedia sexual, y poco a poco se convierte en relato documental, político e histórico de una invasión (a través del reportaje fotográfico de Teresa), contamos con momentos de película filosófica y reflexiva, o pasamos de puntillas por una película pasional con triángulo amoroso para transformarse (de manera maravillosa) en película sobre amor trágico. Quizá, seguro, la novela de Kundera no tenía fácil adaptación y por ello el resultado final me parece más que satisfactorio.

Son muchos los frentes abiertos con ese cirujano de prestigio como personaje central que diferencia totalmente sexo y amor…, y éste, el amor, acude de manera sorprendente a su vida a través de la joven y romántica Teresa. De pronto, se ve inmerso en un compromiso del que no puede salir pero tampoco puede evitar sus continuos encuentros y juegos sexuales donde la mujer que más le comprende, y además ambos se quieren, es la artista Sabina. Además, ella conocerá a Teresa y ambas se convertirán en buenas amigas.

Por su parte, Teresa es totalmente romántica e idealista, dulce que se entrega totalmente a Tomás al que ama con locura, sin embargo, descubre que para ella pesan en exceso los celos y las continuas infidelidades del hombre de su vida.

Todos estos encuentros y desencuentros amorosos se desarrollan durante la primavera de Praga, un momento donde los ciudadanos se sienten libres y que avanzan hacia un comunismo no totalitario ni burocratizado hasta que ese sueño se evapora con la brutal invasión de la URSS que Teresa capta con su cámara fotográfica.

El después continúa con exilios y regresos. Con encuentros y desencuentros. Con abandonos y vueltas. Con amores rotos y otros que se reconstruyen una y otra vez. Con sacrificios laborables como no poder ejercer sus profesiones. Con dudas y decisiones. Y el destino de los tres personajes se funde en la historia política de fondo (quizá la menos desarrollada en la película es la del interesante personaje de Lena Olin).

Así de salto en salto todo está poblado de escenas que me conmovieron. Me encantan dos personajes que son animales pero que sirven para preciosas reflexiones. Me emociona esa perra dulce a la que bautizan Karenin —porque cuando se conocieron Tomás y Teresa, ella leía Anna Karenina— o ese cerdo maravilloso que se llama Mephisto al que su dueño ama con locura porque es inteligente pero no sabe nada y por ello es feliz.

Me gusta la Teresa, fotógrafa, que se mueve en esa Praga antes de la invasión y que también es testigo de la represión. Y cómo después en su exilio a Suiza la recomiendan que se dedique al cuerpo femenino y entonces realiza una sesión fotográfica de desnudos junto a Sabina en la que ambas terminan desnudándose.

Los encuentros sexuales no son eróticos sino que están planteados como juegos. Juegos por parte de Tomás. Un juego que le sigue perfectamente una Sabina con sombrero.

Conmueve cómo finalmente Tomás se enamora de la dulce Teresa, se entrega totalmente, y se convierte en una persona feliz aunque ambos no pueden dominar los reveses y destinos de la vida.

Así que al final me quedo enganchada a la historia y a los personajes. A sus miedos y penas, a sus alegrías y momentos dulces. A los instantes agridulces. A sus sueños y pesadillas.

Realmente La insoportable levedad del ser se ha convertido para mí en agradable sorpresa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

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