El beso de la mujer araña

Molina, Molinita y Valentín.

William Hurt y Raul Juliá. Qué fuerte. Qué inmensos están ambos.

Una celda mugrienta. Un entorno horrible y cruel. Una cárcel dura.

Uno encerrado por corrupción a un menor y el otro por sus actividades políticas.

Ambos enclaustrados por no ser aceptados por el sistema social impuesto. Un sistema represor con abuso de poder y que somete a las personas a través de la violencia máxima.

Prométeme, Molina, que no vas a dejar someterte nunca. Que nadie tiene derecho a explotar a nadie.

El homosexual, la loca como se llama ella, y el preso político lleno de dudas empiezan a relacionarse en esa celda pequeña pese a ser tan distintos.

La comunicación surge a través de la narración de Molina, Molinita de viejas películas de cine de barrio. Historias de amor desgarradas desde la mujer pantera, a una película panfletaria nazi con amor trágico entre nazi salvador y francesa convertida, a la historia de unos zombis o de la mujer araña, a un melodrama de amor y muerte mexicano con boleros de fondo…Y así se van comunicando ambos. Y van surgiendo sus miedos y sus fobias. Sus sueños.

La madre enferma que quiere al hijo sobre todas las cosas.

El camarero con triste cara y triste historia de pobreza y frustración, amor ideal de Molina.

La amante Marta, con estudios, inteligente y rica. Nada la falta. La mujer que quiere que Valentín deje el movimiento y se amen para siempre. Valentín renuncia pero se siente avergonzado porque la echa tremendamente de menos. Quiere estar a su lado y tocarla. Es a ella y no a su actual compañera de lucha a quien anhela. Y Valentín se siente hipócrita.

La mujer ideal que logra hacer soñar a ambos…

Sonia Braga y su larga melena…, su sonrisa, como intérprete de melodrama o drama, como mujer de los sueños. Etérea, ideal.

Sus miedos.

No quiero ser mártir. No quiero morir en esta celda.

La tristeza sale de sus ojos, de sus palabras, de sus dedos, de sus sufrimientos…

Y cada uno aprende del otro. Y cada uno ama cosas del otro. Y cada uno descubre cosas del otro y de sí mismos.Y ambos crearán un mundo menos duro y cruel. Sin reglas ni represiones en la pequeña celda. Sin sometimientos. Sin que nadie juzgue nada. Tratarán de alcanzar una pequeña felicidad. Se amarán por generosidad, por solidaridad… en la mugrienta cama de la celda.

Soy tan feliz que tengo la sensación de que nunca seré desgraciado.

Sentí que yo era vos.

Me dejas que te toque.

Me dejas que te toque tu cicatriz.

Me gustaría que hicieras algo que nunca has hecho, que me des un beso.

Un beso.

Y Valentín enferma y Molina le cuida con muchísimo cariño. Y Valentín lo agradece pero le confunde que alguien sea tan amable con él sin pedir nada a cambio.

Y la mamá lleva bolsas a Molina de comida deliciosa y tabaco.

Para que Valentín pueda curarse.

A veces, ninguno de los dos logra salir del horror.

A veces, discuten porque tienen maneras muy diferentes de ver el mundo pero se comprenden.

Molinita se ha enamorado locamente de un hombre que se llama Valentín. Ésa fue una de sus discusiones qué era realmente ser un hombre.

A Molinita le ofrecen libertad condicional si se chiva de todo lo que el preso político le cuente. La máquina destructora con mil caras desagradables quiere nombres. Para hacerlos callar, para torturar, para someter y matar. Pero Molinita no traiciona. A él no le gusta la política. No quiere saber nombres. No quiere saber nada de luchas revolucionarias. Pero decide que ama a Valentín. Y le promete que no le dejará morir en una celda por torturas o comida envenenada que le destroza el estómago.Y Molinita, Molina acaba siendo como una de sus heroínas cinematográficas. Esas heroínas que mueren por amor, porque aman. Es como si fuese una muerte anunciada. Molina trágica, muere, como dama de cine. Aunque la tiren a un vertedero.

Valentín lucha por seguir imaginando. Él quiere cambiar el mundo pero le están haciendo morir en una celda. Y si regañaba a Molina por crearse esos mundos ideales y no analizar la realidad, ahora él cuenta con otra medicina más fuerte que la morfina. Paliza tras paliza. Valentín se atreve a soñar con su Marta que le lleva a otros mares. Y recuerda al amigo, Molina, al que quiere. Y se evade del dolor y la impotencia en una barca con la mujer que ama. 

El beso de la mujer araña (1976) es una novela del argentino Manuel Puig que fue adaptada en pantalla enorme por el director brasileño Hector Babenco en el año 1985 con Raul Juliá y William Hurt de protagonistas. Tanto leer como ver esta película es una bonita experiencia. Delicada. Dura. Triste, triste, triste.

Puig amaba el cine, los melodramas, los boleros…, y creó una novela absolutamente cinematográfica y literaria. Él no participó ni en el guión ni en la película pero en una entrevista aunque pone algunos peros reconoce el buen trabajo de Babenco y que logra transmitir mucho de lo que quería decir.

Hector Babenco realizó una película de sensibilidad donde los intérpretes William Hurt (Molina) y el desaparecido Raul Juliá (Valentín) dejan unas interpretaciones inolvidables y Sonia Braga cumple absolutamente como mujer-sueño.

El beso de la mujer araña también se convirtió en musical de Broadway y en ópera. Manuel Puig además escribió una adaptación para el teatro. 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

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