Diccionario cinematográfico (106)

Melodrama: en la RAE existen varias acepciones de esta palabra. Que si obra teatral, cinematográfica o literaria en que se exageran los aspectos sentimentales y patéticos, que si opera u obra teatral cuyo texto se canta con acompañamiento de orquesta, que si drama que se representa acompañado de música instrumental en varios de sus pasajes, que si narración o suceso en que abundan las emociones lacrimosas… que si melo es canto con acompañamiento de música y drama, pues ya saben, drama.

Pero el buen melodrama cinematográfico es un arte de la emoción y de las pasiones humanas. Con un buen melodrama tienes varias horas de conquista de espíritu exaltado y sentimientos a flor de piel.

Emoción, música, amor, odio, celos, pasiones, asesinatos, obsesiones, cariño…, abanico de sensaciones.

Obsesión, Vidas borrascosas, La carta, La loba, Amarga victoria, Sólo el cielo lo sabe, Imitación a la vida, Ángeles sin brillo, Escrito sobre el viento, Lejos del cielo, El fin del romance, Días sin vida…, son sólo alguno de los títulos maravillosos que ofrece el melodrama en la historia del cine.

Y el melodrama tiene sus estrellas de lujo, mujeres y hombres que desvelan las pasiones que anidan en el alma. El ser humano capaz de lo mejor y lo peor. Varios rostros de mujer nos lo recuerda: Lana Turner, Joan Crawford, Bette Davis, Dorothy Malone, Jane Wyman, Lauren Bacall, Liz Taylor…, y ellos también: Rock Hudson, Robert Mitchum, Van Johnson, Robert Stack, Frank Sinatra, John Gavin…

Pasen y vean. Amen hasta la extenuación con bandas sonoras de fondo que harán que no contengas la lágrima:

La última vez que te vi en París, que te comías la vida a bocados aunque siempre insatisfecha y bella. Yo fracasado escritor envuelto en los placeres superficiales de la vida terrenal para olvidar. Pero a pesar de los pesares, de nuestro matrimonio libre, de nuestros amantes, y de encuentros y desencuentros, te amo sobre todas las cosas aunque litros de alcohol corran por mis venas. Y tú tan frágil, me dejas. Y tu desaparición me despierta y me convierte en escritor que es lo que amo.

Y en la Indochina colonial, soy dueña y señora del caucho, me hubiera gustado nacer hombre, soy mujer fría pero amo y mi alma se agrieta. Amo al soldado francés atormentado, amo a mi hija adoptiva de ojos rasgados. Y os convertís en leyenda y en enamorados. Y me dejáis abandonada pero yo os venero y quiero volver a abrazaros. Y os recuerdo, y os pierdo, pero no así en mi cabeza y corazón. Mi nieto, mi hijo, me lo recuerda cada día.

Soy como un torrente de amor que se derrama. Soy prostituta e inculta pero te amo desinteresadamente aunque no entienda lo que me digas, aunque me trates mal, aunque te enamores de la dama fina…, yo siempre te deseo y amo. Y me pongo delante de quien sea porque no quiero que te toquen un pelo porque mi corazón ama…

Amarga victoria porque soy joven, rica, caprichosa, orgullosa, me gusta la juerga, la vida, los placeres y los hombres…, lo demás me importa un huevo. Un día amanezco con enfermedad incurable y amo a mi doctor y descubro que todo en esta vida es frágil y que valoro al hombre que tengo a mi lado y que me da pena abandonar esta vida corta en la que tenía tantas cosas que hacer, tanto que amar, tanto que entender…

Los celos y la obsesión por mi hombre me pueden. Soy enferma de amor. Amo tan terriblemente que me cargo a todo aquel que trate de retirarme un sólo centímetro del ser que amo. Tengo gafas oscuras y un corazón de hielo, sólo me derrito junto a mi escritor. Sólo el cielo puede juzgarme por lo que soy capaz de hacer por mantenerle junto a mí.

En la colina del adiós me despido de mi amante, de mi hombre, de mi amor apasionado, de mi periodista maravilloso que en una playa me quitó el miedo a amar. Yo soy euroasiática, él americano. Y juntos saltamos obstáculos y prejuicios estúpidos menos tal vez la muerte. En la colina lloro y le recuerdo. Quizá me levante de nuevo y ame… Yo soy doctora de cuerpos, pero siento que corazones rotos son de difícil curación. Él fue el doctor que reconstruyó el mío. Ahora ya no está…, y en la colina sigo arrodillada.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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