La heredera (The heiress, 1949) de William Wyler

Una joya más y un ejemplo perdurable de película bien hecha. Un cine con cinco estrellas. Con un director, William Wyler, que entiende el cine como arte, que domina el lenguaje cinematográfico y que sabe plasmar a la perfección una historia en imágenes; un guión ejemplar de Ruth y August Goetz que realizan una inspirada adaptación de la novela Washington Square de Henry James, una cuidada puesta en escena y una banda sonora inolvidable.

Otro aspecto por el que funciona totalmente La heredera es por la recreación magistral de los actores protagonistas de sus personajes. Son cuatro las piezas que remueven y hacen evolucionar una historia y que te hacen volar por un caudal de sentimientos encontrados.

Olivia de Havilland es Catherine Sloper, una mujer que será heredera de una gran fortuna pero que no tiene éxito en un mundo de apariencias y relaciones. Abocada, sin remedio, a convertirse en mujer sin pretendiente con futuro en soledad. Catherine es educada, cultivada, tranquila, dulce, inocente, tímida, insegura y sumisa. Su personalidad e identidad es continuamente anulada por un padre déspota que vive con el recuerdo idealizado de su mujer muerta. El doctor ve todo lo negativo en su hija y se lo muestra día a día, la ve con un físico, una personalidad y una inteligencia que jamás supera al retrato que él tiene en mente de la madre. Constantemente además de mostrarse en exceso protector, hace ver a su hija que no vale nada, y se convierte en figura dominadora que hace que Catherine luche de manera inconsciente continuamente porque la acepte. Dos golpes fuertes serán suficientes para que Catherine abra los ojos y se convierta en dueña de sí misma, abandone la inocencia y la sumisión y se convierta en mujer de personalidad arrolladora que elija conscientemente el camino a la soledad…, pero siendo siempre ella misma. La Havilland está impecable en una interpretación de Óscar y en la culminación de su carrera. A partir de este momento sus apariciones en pantalla serían más escasas pero como siempre con una calidad interpretativa envidiable.

Un joven descubrimiento en aquellos años, el sensible Montgomery Clift, encarna a un personaje lleno de matices el atractivo Morris Towsend. Un galán hermoso pero siempre ambigüo. Durante todo el rodaje dudamos de sus intenciones. Es un personaje fruto de la época victoriana. Tiene toda la preparación, el encanto y el conocimiento de las reglas del juego para ser un un hombre elegante, ambicioso y rico con una buena posición social…, sin embargo, le falta el dinero. En su camino se cruza la tímida Catherine y siempre dudamos de si la ama como persona o tan sólo es un cazafortunas que ama su dinero.

Un increíble secundario encarna al padre de la protagonista, un hombre duro, inflexible y capaz de una crueldad sin límites para con su hija. La quiere y la destroza cada minuto de su vida. Déspota sin remedio siempre se ocupa de que su hija se sienta inferior y ser él el que guíe los hilos que mueven las acciones de su niña como si fuera una marioneta. El rostro tremendo, que pagará caro su comportamiento, de Ralph Richardson hace que su personaje, finalmente, nos conmueva y nos haga comprenderle.

También es impagable el trabajo de una olvidada Miriam Hopkins, una de las actrices fetiches de Wyler. Ella es la tía, mujer que conoce totalmente el mundo de las relaciones y las reglas del juego… y sabe jugarlas como nadie. E intenta enseñar a Catherine que pasando por el mundo de las apariencias se puede conseguir cierta libertad. Su personaje aunque parece a primera vista simple tiene una riqueza de matices que descubren un increíble retrato de mujer. No hay duda para la que esto escribe que la atractiva tía conoce perfectamente a el joven Morris y que si hubiera tenido menos años hubiera jugado sus cartas para que permaneciera  a su lado.

Todo en los vestuarios y decorados ayudan a contar la historia. De nuevo Wyler demuestra la fuerza de unas escaleras bien empleadas así como la iluminación. Cada una de las habitaciones que aparecen, del vestuario y los peinados explican la evolución de cada uno de los personajes. Nada sobra ni nada falta para zambullirnos en una catarata de sensaciones y sentimientos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

2 comentarios en “La heredera (The heiress, 1949) de William Wyler

  1. Es una perfecta explicación de las diversas psicologías de los personajes dentro de una sociedad de clases muy marcada. Leerte es un placer. Enhorabuena

  2. Mi María Rosa, La heredera es una joya, pues Wyler cuenta tan bien esta historia. Es tan maestro en el lenguaje cinematográfico. Tan brillante. Pero además todos los personajes construyen tan bien sus personajes. ¡Olivia está brillante!, pero la acompañan muy bien.
    Beso
    Hildy

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