Claves de Apocalypse Now Redux (1979) de Francis Ford Coppola

Antes aclarar que la película Apocalypse Now es como señalo en el titular de 1979 pero con el añadido de Redux se estrenó en el año 2001 (esta versión es el montaje del director en el que añade a la versión original más de 45 minutos).

La película que yo he visto es Apocalypse Now Redux y no la versión que se estrenó en 1979. Apocalypse era un film que siempre se me había resistido. He leído gran variedad de artículos sobre ella pero nunca me veía con ánimo de enfrentarme a su visionado hasta hace muy poco.

Muchas cosas son las que me han despertado interés y me han llamado la atención: sobre todo el increíble mundo visual de Coppola y el poder que confiere a la imagen cinematográfica.

Sin embargo, no ha apartado ni ha superado mi gusto por dos películas que tratan la misma contienda y que en cada nuevo visionado me emocionan y me llenan cada vez más (emoción que no he logrado con la más cerebral, tremenda, desordenada, desconcertante, larga y descabellada película de Coppola): El cazador de Michael Cimino y El regreso de Hal Ashby, ambas estrenadas en 1978.

Me gustaría aportar varias claves que me llaman la atención y que situan o dan valor a esta cinta que, sin duda, merece más visiones pero que no os voy a mentir me ha decepcionado en bastantes momentos. Apocalypse es de esas películas que cuenta con momentos o personajes que te dejan con la boca abierta pero que su conjunto final, para la que esto escribe, se resiente en varias partes o planteamientos.

Adaptación de El corazón de las tinieblas

Su guión parte de una adaptación libre del clásico relato corto de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas. Su idea original no se pierde: un viaje a través de un río para buscar a Kurtz. Un viaje a los infiernos y a la brutalidad del hombre. El relato transcurre durante el siglo XIX y la travesía es a través de África, un África colonial, donde los europeos dan rienda suelta a la brutalidad.

Los guionistas John Milius y Coppola trasladan la acción al siglo XX y a Vietnam. No se pierde la esencia ni la búsqueda por parte de un hombre de otro hombre, Kurtz, personaje controvertido que se ha transformado en el seno de la selva en un hombre de exacerbados instintos salvajes y que en su comunidad es venerado como un dios. No se pierde la ambigua relación del personaje buscador con el personaje buscado. Así Apocalypse Now parte de una idea principal ya concebida. Y de un planteamiento ya construido.

Los actores

Un festival de sorpresas —cuando ya por fin Coppola logró el reparto fijo después de numerosas vicisitudes— donde nos encontramos con un protagonista y un antagonista magníficamente retratados.

El buscador es el capitán Willard con el rostro de Martin Sheen (que vivió auténtico infierno de rodaje que afectó profundamente a su salud). Retrato para mí escalofriante de hombre al límite de la locura testigo del horror de la guerra y él mismo rozando continuamente el límite entre la cordura, la locura y el sinsentido. Escalofríos porque en momentos en que parece un ser humano con alma, de pronto, aparece un Willard despiadado y sin sentimientos, muerto en vida.

Y el buscado no es otro que un Marlon Brando que sólo necesita mostrar su poderosísimo físico para sacar toda la fuerza del personaje. ¿Brando haciendo de Brando…? No importa porque logra imprimir toda la carga mítica al misterioso personaje de Kurtz. Rodado entre sombras (por imperativo del actor que llegó al plató con muchos kilos de más), con su voz ya mítica, enorme cuerpo e impresionante calva, su aparición mínima no te deja indiferente.

Todos los soldados-guerreros que acompañan a Willard en su viaje en la barca. Cada cual vivirá su particular viaje al horror (palabra que se repetirá una y otra vez) y, como no, su transformación a la brutalidad y locura, perfectamente reflejado en uno de ellos: Lance (interpretado por el ya desaparecido Sam Bottoms, hermano del popular en años 70, Timothy Bottoms), el joven surfista, el inocente, bello y dulce arrastrado a la guerra, el horror y la violencia que se hunde en lo más profundo de la locura, su transformación estremece. Otro personaje memorable es interpretado por uno de los actores fetiche del primer Coppola como Chef (un personaje ya de por sí chalado y nervioso) que cae por miedo continuamente en la violencia y brutalidad pero siempre consciente de que está metido en un ambiente irracional y horrible que él no quiere nunca ni nunca buscó. Chef tiene el rostro de un desaprovechado Frederic Forrest que tras el batacazo de Corazonada no logró otro protagonista. Un adolescente negro, por qué no decirlo, un niño de la guerra, que vive entre alucinaciones la guerra que le rodea y que tiene arrebatos de violencia y ternura en un ambiente en el que no debería haber estado nunca. Fue el debú de un jovencísimo Laurence Fishburne que alcanzaría la cima en el siglo XXI con su profético Morfeo en la delirante trilogía Matrix. Y, por último, el capitán del barco, el soldado que parece más recto y con sentido del deber que finalmente se vuelve en su contra y no le permite no caer en la brutalidad y el sinsentido de sus demás compañeros. Éste personaje, trágico, es interpretado por el actor Albert Hall.

Después hay varios personajes que pululan alrededor del temible viaje siendo el más llamativo el coronel Kilgore con el rostro de un Robert Duvall que se sale. Personaje salvaje y loco, amante del surf y el napalm, que muestra el delirio de un hombre que transforma la guerra en un espectáculo extravagante. O para mí, el prescindible, fotógrafo de guerra pasado de rosca con rostro lunático de Dennis Hopper. Por ahí vemos en pequeño papel un cerebral Harrison Ford.

Las mujeres tan sólo tienen papel secundario y como meros objetos sexuales que acentuan la brutalidad de la guerra. Las chicas playboys (que en la versión Redux las depara un destino trágico) que ofrecen delirante espectáculo a soldados que ya se les ha ido totalmente la cabeza. Y la aparición en versión Redux de una mujer francesa que carece totalmente de sentido. Ella es como una especie de aparición glamurosa en el viaje al infierno, un paréntesis para Willard (al igual que toda la secuencia de la colonia francesa que aporta reflexiones sobre colonialismo no carentes de interés). Su única aportación es repetir a Willard que en él anida un monstruo y un ser humano con alma. La mujer vietnamita siempre aparece como víctima y como ‘objeto’ humano donde se descarga la brutalidad de los soldados.

John Milius

Apunte sobre este guionista y director que deja su sello (amante del surf y de la naturaleza) en esta película. Hombre controvertido que se considera un anarquista de derechas, que defiende el individualismo absoluto y que ama las armas permite ahondar más en la visión de Apocalypse. No tengo claro que él pretendiera dar una visión antibelicista a la película pero es tal la locura y el horror que refleja que produce al espectador una total repulsión a lo bélico que embrutece a los hombres y les hace perder los límites entre el bien y el mal.

Detrás de las cámaras ha dirigido obras tan conocidas como El viento y el león o Conan, el bárbaro. Actualmente, volvió a la popularidad con la serie de televisión Roma.

Los guiones de Milius han dado como resultado películas tan distintas como la que reflejamos o también ha sido el autor de El juez de la horca o Las aventuras de Jeremiahs Johnson.

Un rodaje de locura

Casi acaba con la salud y la economía de Coppola. Años de rodaje, montaje y producción. Casi acaba con la vida de Martin Sheen. Marlon Brando se convirtió en persona problemática durante todo el rodaje. Presupuesto demencial. Problemas con el tiempo, los helicópteros, tifones que destrozaron decorados, dificultades con el casting de actores… El horror, el horror.

La música

Inolvidable la banda sonora donde resulta difícil olvidar las canciones de The Doors, Rolling Stone o la fuerza de la música clásica de Wagner. Además de la música creada por Carmine Coppola.

Imágenes con fuerza

Como digo lo que más me ha llamado la atención de esta monumental película (en decorados, imágenes y duración —a mi parecer excesiva, ya he dicho que he visto la versión Redux, y reiterativa—) ha sido su fuerza visual en manos del universdo de un Francis Ford Coppola que entiende de lenguaje cinematográfico y un genial director de fotografía como Vittorio Storaro.

Así es difícil olvidar la presentación del personaje de Willard que lucha contra la locura en la soledad de una habitación de Saigón junto a sus recuerdos de la guerra.

Nadie queda indiferente a esa batalla con la música de Wagner de fondo y unos helicópteros convertidos en pajaros asesinos que asolan sin piedad una aldea vietnamita bajo la supervisión del esperpéntico personaje del coronel Kilgore.

Impactantes todas las escenas relacionadas con el surf en un ambiente bélico de bombas y violencia.

Esa selva que oculta miedos y barbarie, esa barca mugrienta protagonista de escenas escalofriantes en un río plagado de apariciones. Esas aldeas, campamentos de soldados, trincheras o plataformas muertas donde campa el caos y la violencia y donde los hombres son la expresión del primitivismo y la brutalidad extrema.

Ese Kurtz, dios de una aldea del horror entre cadáveres y niños sonrientes, cabezas colgantes. Un Kurtz enorme siempre entre sombras. La muerte del dios simultaneado con la horrible secuencia del sacrificio a machetazos de un buey…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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