Diccionario cinematográfico (89)

Bailes: bailes de dos. Dos cuerpos que se hacen uno. A veces no hace falta una escena de cama para expresar lo erótico. O a veces no hace falta un beso prolongado o unas palabras al oído para llegar a lo más alto del romanticismo. Basta una melodía o una canción, dos personas y un baile. Ya tienes escena. En Noches blancas del maravilloso Visconti cuenta en cada imagen con kilos de poesía cinematográfica pero si hay una escena que llama mi atención que es cuando llega a lo más alto la felicidad de Mario, cuando alberga la esperanza de que terminó su soledad y que Natalia puede ser la mujer de su vida, es la escena del baile en el restaurante oscuro. Primero un rock and roll que los dos se lanzan a bailar sin tener ni idea pero felices, libres, juntos, disfrutando…, después un baile lento, donde se miran y juntan sus caras… donde ambos piensan, de manera efímera, que quizá tengan un futuro, los dos. 

O nos vamos a la maravillosa Ley del silencio de Elia Kazan y quedamos atrapados en esa taberna donde se celebra una boda…, y donde Marlon Brando y Eva Marie Saint encuentran un momento de evasión, diversión y enamoramiento…, que les queda mucho drama por delante. Imposible olvidarme de ese baile del vagamundo Holden con la más bella de la localidad, una Kim Novak que avanza y avanza y ambos bailan juntos, sensuales ante la mirada de todos los habitantes. 

Siempre me parto de risa cuando Jack Lemon transformado en mujer baila un tango con millonario enamorado. ¡El juego que da una rosa en la boca! Y que me dicen de cómo se le acelera el pulso a una Streisand comunista, pero que bebe los vientos por el niño pijo y rubio con cara de Redford de la Universidad, cuando bailan en la fiesta de graduación final. 

Seguimos con Redford, cazador y el que mejor lava el pelo, cuando siempre aprovecha la menor oportunidad para sacar a bailar a una Blixen a la que la brillan los ojos con cara de Meryl Streep. Esos bailes en las bodas y nacimientos de El Padrino que preludian drama y tristes amores. O esa Amapola que suena de fondo que nos descubre a un de Niro que desea y que baila junto al amor de su infancia sabiendo que nunca será suya en esa historia que se llama Érase una vez en América. 

Y esa triste balada rusa, que anticipa el drama y el amor entre el héroe ruso que pronto caerá en desgracia y su amada en esa joya que se llama Quemado por el sol. Los dos bailan al aire libre, sobre un paisaje nevado ante la atenta mirada de su hija pequeña que tararea la canción. Grandes bailes que emocionan como una Scarlet vestida de negro pero con ganas tremendas de divertirse y moverse…, cómo la conoce Rhett Butler que no duda, para escándalo de todos, en sacarla a bailar. O esa Audrey Hepburn, Nastacha en Guerra y Paz, que espera que un bello Mel Ferrer la saque a bailar. Y vaya si baila. Y que me dicen de una Sabrina sofisticada que llega de París para bailar con Bogart o Holden, siempre elegante. 

Cógeme y bailemos. Da igual que sea bajo la luz de la luna… o bajo el resplandeciente sol. Nos quedan muchas pero que muchas escenas.

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