Diccionario cinematográfico (81)

Cinema Paradiso: local de cine en pequeña población italiana donde se encuentra el proyeccionista Alfredo y un niño que ama el cine, Totó. Su historia es la de muchos cines de pueblo que eran los sitios de ocio preferidos por niños y mayores, donde se podía soñar y olvidar los problemas de posguerra. Locales vivos donde la gente reía, lloraba o pateaba, donde se vivía el primer amor o donde se pasaba de la niñez a la adolescencia en dos patadas. 

En el cinema Paradiso hay varias personas imprescindibles. Alfredo, el proyeccionista, un hombre sabio. Totó, que sueña con seguir la profesión de la persona que más admira en el pueblo. El acomodador, dulce y sencillo, que vive momentos emocionantes. El empresario del cine, ocupado en las películas que tiene que ofrecer y en que en su cine haya todo tipo de comodidades. El cura y censor, personaje entrañable que se dedica a guardar la moral del pueblo en el que vive y corta una y otra vez todas las escenas en los que los protagonistas se besan. Y, sobre todo, los espectadores que llenan la sala con sus ganas de sentir y vivir otras vidas.  

El cinema Paradiso se encuentra en la plaza del pueblo, lugar privilegiado para el lugar de ocio por excelencia. En la plaza se encuentra cómo no el loco del pueblo, personaje entrañable que pregona a los cuatro vientos que la plaza es suya, obviamente el cinema Paradiso también. 

El cinema Paradiso vive todos los cambios habidos y por haber desde las películas inflamables que hacen que la profesión del proyeccionista sea un peligro hasta la consecución de aparatos más modernos y de películas que no se queman. En el cinema Paradiso se vive también la historia del cine desde una Silvana Mangano hasta una Bardot explosiva, de la comedia al melodrama, del neorrealismo al mundo de los sueños. 

En el cinema Paradiso hay también lugar para el drama. Alfredo, el proyeccionista, vive un incendio. La película, los fotogramas que ama, le arden en la cara y se queda ciego pero sigue sabio. Y Totó, Totó salva a su héroe. Le recoge entre las llamas y le devuelve la vida. 

Totó ama a Alfredo, ama al cine, ama el cinema Paradiso, ama el cuarto del proyeccionista, ama las imágenes, ama a su pueblo, ama a esa madre que trata día a día de sobrevivir y sacar a sus hijos adelantes porque la guerra le arrebató al marido, y ama a los vecinos, a todos los que forman parte de su pequeño mundo…, pero Alfredo, que es un hombre sabio y quiere a Totó como a un hijo, le dice que él puede llegar muy lejos que hay más vida, más allá del cinema Paradiso. 

Y Totó, tras desengaño amoroso, le hace caso. Totó se va. Desconecta de lo que tanto amo. Y se hace un hombre de mundo, un hombre que triunfa en el cine. Y al cabo de los años, en los ochenta, desaparece Alfredo y el cine Paradiso. Y a Totó le puede la nostalgia, realiza el regreso y recupera su pasado. Y Alfredo le deja algo que le había prometido desde niño. Y Totó recupera la sonrisa cuando en una sala de proyecciones, para él solo, puede ver cada uno de los besos censurados.

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