Thelma Ritter

Va pequeño homenaje para esos maravillosos actores de reparto o secundarios que se meriendan a los protagonistas cada vez que aparecen en pantalla. Y para ello pequeño texto en recuerdo de actriz secundaria con filmografía impecable llena de películas que no caerán en olvido. 

Ella era pequeña, desencantada, con una lengua de doble filo pero siempre genial. Thelma Ritter, una de las actrices más nominadas al oscar (seis veces) y que nunca lo ganó. Ni falta que la hizo. Actriz de rasgos duros y dulces a la vez que se gana, con derecho propio, sitio en el Olimpo de los actores. 

Ahí va homenaje mínimo, para que no caiga nunca en olvido. Que sepa que hay quien la reconoce, quien ríe y llora con ella. Su ironía era su arma mejor empleada. 

La fama cinematográfica la llegó pasando la cuarentena…, no tenía rol protagonista pero los minutos que salía, se salía. Sólo nombrar una lista de películas para alucinar: 

Su primeros pasos los da con un clásico de las navidades (De ilusión también se vive, 1947), pasito a pasito consigue rol en esa maravilla que es Carta a tres esposas (1949) y claro Mankiewicz no la dejó escapar. Allí ya la regala diálogos y caras geniales como mujer trabajadora y desencantada de la vida pero vital. Extraña mezcla que sólo ella conseguía. 

No la deja escapar para convertirse en esa mujer que fue grande en el escenario y que termina como amiga, confidente, doncella, dama de compañía de otra grande, Margo Channing en Eva al desnudo (1950). Sus replicas, como no geniales, es la primera que siente que Eva no es trigo limpio. 

Pasa por comedias de éxito del momento como Casado y con dos suegras (1951) pero se vuelve grande en un drama y en una de suspense. Maravillosa secundaria en esa pequeña joya de Samuel Fuller, Manos peligrosas (1953) donde la Ritter se sale como anciana sin hogar, que vende corbatas por las calles y a la vez es confidente de la policía… 

El maestro del suspense quizá le da el rol por la que es más recordada: la enfermera que se implica con el fotógrafo en silla de ruedas y su novia en la resolución de un asesinato. Todo desde la habitación del enfermo…, en la comunidad de vecinos. La Ritter no se calla y es genial en cada secuencia que sale. Estoy hablando de la maravillosa La ventana indiscreta (1954). 

Su carrera sigue imparable y sigue dejando roles que siempre tienen su sello. Roles que no se olvidan tanto en la comedia como en el drama. Así nos sorprende en varios vehículos de la estrella de la comedia romántica en los 50, Doris Day. De la simpática y tierna Confidencias a medianoche (1959) tiene el papel más divertido como la mujer de la limpieza que tiene contratada la Day y que siempre llega a la casa con unas resacas impresionantes. Sin olvidar, su desencanto, su lengua y su gracia. Inolvidable secuencia en la que se bebe dos botellas y deja en estado KO a un Rock Hudson que no puede seguir el ritmo alcohólico de la Ritter. Y encantadora en papel de suegra amable que pone las cosas en orden en la agradable Apártate, cariño (1963), una adaptación de una antigua película de Irene Dunne y Cary Grant  (Mi mujer favorita) que hubiera sido interpretada por Marilyn Monroe pero debido a su muerte fue sustituida por Doris Day. 

También habitó el mundo de un grupo de desencantados pero tiernos en película dura y triste. Ella, genial, y haciéndose notar. Como siempre. Se trata de Vidas rebeldes (1961). Los otros del grupo eran Gable, Clift, Monroe y Wallach. Triste como ella sola de madre luchadora deja otra interpretación tierna en El hombre de Alcatraz (1962). 

Apaguen las luces y déjense llevar por frase lapidaria, interpretación genial o mirada profunda; la mujer pequeña, Thelma Ritter se hace enorme ante los espectadores de la sala oscura.

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