Suave como visón (That Touch of Mink, 1962) de Delbert Mann

Comedia ligera y bastante anodina, me interesó su visión sobre todo por dos asuntos: como documento sociológico de vida americana en aquellos años y, también, por el personaje al que se vio encadenada su protagonista principal, Doris Day.

Suave como visón es de esas películas flojas pero que se ven con una sonrisa en la boca. No aburren y no carecen de curiosidades. Es de esas películas que se dejan ver porque además son correctas en realización, guión, fotografía…, y cuenta además con un reparto atractivo (Cary Grant, Doris Day y uno de los secundarios eternos Gig Young).

Suave como visón es una de tantas que trataba de repetir la fórmula que convirtió a Day en un estereotipo femenino de los años 50, sobre todo en sus famosas comedias junto a Rock Hudson. Se resume fácilmente: mujer independiente, trabajadora, moderna y sexy pero que tiene claro que el sexo sólo es lícito dentro de la institución del matrimonio se encuenta con playboy guaperas que huye del compromiso y de la institución del matrimonio y cree en los encuentros sexuales sin amor. De este choque surge una historia romántica y de lucha de sexos que siempre termina con una Doris Day que atrapa al playboy y le hace pasar felizmente por la vicaría. Tanto es así que esta rubia, siempre con el último modelo y último cardado en su pelo, se la denominó la virgen de  América. La formula funcionó bien durante los cincuenta y principios de los sesenta pero el estereotipo quedó pronto pasado de moda en una década de cambios en costumbres sociales y en narración cinematográfica.

Doris Day, además cantante de éxito, se quedó con su imagen entre sexy, inocente y virginal y éste es su rol más recordado. Sin embargo, detrás de estas películas escapistas y detrás de este estereotipo femenino hay una mujer real que tuvo una vida sentimental complicada y una vida marcada por la depresión, el engaño y el maltrato. Detrás de la sonrisa, aguardaba la lágrima. Day se retiró del cine y de la vida social. No quiere saber nada de una imagen de la que sin duda se siente alejada.

Sus películas con Rock Hudson e incluso esta que analizamos poseen además una estética interesante y pueden realizarse además varias lecturas durante su visionado. No son tan planas y fáciles como parecen. Tanto la estética como el planteamiento no pasó desapercibido para el realizador Peyton Reed que en el año 2003 realizó una interesante comedia que revisitaba de manera muy especial este tipo de películas: Abajo el amor con Renée Zellweger y Ewan McGregor.

Además, Suave como visón ofrece una ciudad de Nueva York a principios de los sesenta y varios gags divertidos. Ahí está un millonario playboy de 62 años pero con todo el atractivo de Cary Grant que se siente atrapado por toda una señorita empobrecida y en paro, Doris Day. Ella vive como un cuento de Cenicienta y decide no salir de él arrastrando al príncipe a la vicaría. Así disfrutamos de la moda de aquellos años, de un restaurante moderno y automático, de elegantes hoteles en las Bermudas, de oficinas impresionantes, de partidos de béisbol, de conferencias internacionales…, todo un mundo que pasa ante nuestros ojos.

Mención especial al personaje de Gig Young como ese profesor universitario que pasa a convertirse en hombre para todo y asesor económico del millonario Grant y su relación amor-odio. Los diálogos de este personaje con Grant y sobre todo con su psicólogo no tienen desperdicio. El personaje es infeliz con esa vida llena de comodidades que le ofrece Grant al que se siente irremediablemente atado. La película juega mucho con los malentendidos y el mejor sin duda es el de este personaje con su psicólogo.

No quiero olvidarme de mencionar a su director Delbert Mann que refleja muy bien en sus películas la cotidianidad y que realizó esa pequeña joya de neorrealismo americano, Marty, o el interesante estudio de personajes en Mesas separadas. También, dirigió a Doris Day en una de sus más famosas comedias junto a Hudson, Pijama para dos.

Como ven de una película ligera se puede sacar mucho pero que mucho jugo.

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