El espectador asiste al final de la proyección de El terror de Roger Corman, que se presenta en Targets como la última película del actor de cine de terror de la vieja escuela, Byron Orlock (Boris Karloff). De pronto se encienden las luces y nos encontramos en una pequeña sala de cine donde los responsables del film están viendo esa nueva película que se estrenará al día siguiente. Orlock está ya cansado pues siente que ya no pinta nada, que ya no da miedo, que es una vieja gloria, que ya no tiene hueco en los tiempos nuevos… y tiene claro que quiere retirarse, dejar todo. Aunque se lleve por el camino el nuevo guion de un joven director (Peter Bogdanovich) que había pensado en él como protagonista (¿puede que su argumento fuera parecido a lo que estamos a punto de visionar como espectadores tranquilos?). Orlock sale de la productora y el joven director va detrás de él para convencerle antes de que se meta en el coche…, de pronto, vemos que el viejo actor se ha convertido en un objetivo de tiro, se encuentra en el punto de mira de un fusil que está probando un joven, Bobby Thompson (Tim O’Kelly), en una tienda.
Y así Peter Bogdanovich, en una de sus primeras obras cinematográficas, une a los dos protagonistas del film y a las dos metáforas que se enfrentan durante la narración cinematográfica. Por una parte, el viejo actor que protagonizaba a los monstruos del pasado, un terror inocente, donde se sabía perfectamente de dónde venía el mal. Esos monstruos a los que se tomaba cariño porque también reflejaban indefensión, soledad así como su condición de seres marginales… Las pesadillas iban al terreno de la imaginación: vampiros, momias, Frankenstein, malvados asesinos pero con cara de asesinos, fantasmas de la ópera, hombres menguantes y otros invisibles… Y por la otra un tipo de terror más escurridizo, más real e irracional, porque Bobby Thompson es un joven de clase media americana con toda su vida solucionada, aparentemente normal y dentro del estilo de vida americano, del sueño americano. Vive en una casa perfecta con una familia perfecta y su aspecto es impecable. Es el vecino ideal. Pero, gracias a una puesta en escena (de la que hablaremos en breve) excelente, descubrimos que algo no funciona en ese mundo perfecto. Thompson evoluciona hasta convertirse en un asesino frío, irracional y sin sentimiento ni empatía alguna por sus víctimas. Mata por matar. Sus víctimas son objetivos, latas a las que apuntar en su campo de tiro. El joven rubio y angelical es una bestia.
Peter Bogdanovich cuenta de manera paralela las andanzas de Orlock y de Thompson. Del último día de Orlock como actor de cine de terror, antes de su retiro, que culminará con su aparición en un cine drive-in (un autocine) después de la proyección de su película. Y el día en que Thompson se convierte en un asesino despiadado y que también terminará en el cine drive-in sembrando el terror.
Y la puesta en escena de esas vidas paralelas son diferentes. Las escenas donde está Orlock nos muestra a un monstruo tierno y cansado que solo busca su retiro y descanso. No falta la nostalgia y el sentido del humor. El viejo monstruo hablando de sus limitaciones como actor pero cómo trabajaba con directores que sabían contar historias mientras disfruta de una vieja interpretación en televisión (donde se emite El código criminal de Howard Hawks) o el viejo monstruo asustándose de su propia imagen nada más levantarse ante un espejo. El viejo monstruo con dos jóvenes que quieren que siga teniendo un hueco, que no quieren que se marche, que se preocupan por él y le escuchan… Los sitios donde se mueve: la sala de cine de la productora, su coche con chófer, una habitación de hotel y el cine drive-in. Él siempre va elegantemente vestido y peinado… pero con cara de monstruo cansado.
Las escenas donde está Thompson son inquietantes porque dentro de la normalidad donde vive…, en esa casa perfecta con padre, madre y esposa, nos vamos dando cuenta poco a poco de que algo no funciona en su cabeza… y la cámara no deja de seguirle, como para avisarnos. Y asistimos a una comida familiar o a un momento cotidiano donde todos antes de acostarse ven la televisión… pero tenemos miedo porque todo son avisos… desde el principio. Las armas siempre están presentes y la mirada de Thompson sobre ellas. Y lo más escalofriante es sentirle en la oscuridad de su dormitorio fumándose un cigarro en silencio y cómo pide a su esposa que llega del trabajo cansada que no encienda la luz, que le molesta. Los sitios donde se mueve: su casa perfecta, las tiendas de armas, unos depósitos de combustible y el cine drive-in. Es el vecino monstruo, el monstruo cotidiano, el que no se espera, el que de pronto mata porque algo no funciona en su cabeza… Y los dos monstruos se encontrarán frente a frente en el cine drive-in. Uno, el viejo monstruo, ve cómo su película se proyecta y cómo los espectadores, familias, parejas, padres, niños… ven protegidos en sus coches el terror del viejo monstruo en la gran pantalla de cine. El joven monstruo se esconde tras la pantalla y desde ahí saca su arma y genera un terror real ante los espectadores del drive-in que sienten una amenaza y terror real e inevitable.
Peter Bogdanovich no solo realiza un canto al cine dentro del cine sino que además reflexiona sobre el terror y muestra cómo ahora los protagonistas que van a dar miedo (también lo sabe Orlock, que enseña el titular de una noticia escalofriante al joven director) en las pantallas de cine van a ser otros, como ya había adelantado Michael Powell en El fotógrafo pánico o el gran William Wyler en El coleccionista.
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Magnífico, mi querida Hildy. Ay, cuando Bogdanovich era Bogdanovich…
Como te puedes imaginar, Karloff me parece absolutamente entrañable en esta película. Emocionante.
Besos
Hay varias películas de Bogdanovich, querido Alfredo, que me gustan mucho y ahora añado, por supuesto, Targets. Sí, Karloff es absolutamente entrañable. Me encanta el escenario cinematográfico del cine drive-in.
Beso
Hildy
Tengo pendiente ver pelis de Bogdanovich y eso que tengo apuntadas unas cuantas! Leí su libro de Las Estrellas de Hollywood, recomendado por vosotros, y en la «cola de espera» está el de Orson Welles…
De él sólo recuerdo la de «Qué me pasa Doctor» y cuando la vi ni siquiera era consciente de que existieran directores que manejaran el cotarro, jeje, hace mucho, mucho tiempo…
Me ha gustado lo que cuentas de esta,caerá en breve!
Besossss
Querida Marga, yo creo que te va a gustar un montón. Es una película además tremendamente interesante.
«Qué me pasa doctor» me divierte una barbaridad pero la que más me gusta y emociona de Bogdanovich es LA ÚLTIMA PELÍCULA. Y es un bonito canto a la nostalgia «Luna de papel». Además Bogdanovich ama el cine como demuestra en cada uno de sus libros y se nota también en cada una de sus películas, llenas de homenajes a sus directores favoritos. «Qué me pasa doctor» que yo la vi también hace muchos años y muerta de risa, más tarde descubrí que era un continuo homenaje a «La fiera de mi niña» de su adorado Howard Hawks.
Besos
Hildy
Qué gran película y qué buenas reflexiones metacinematográficas has realizado sobre ella. ¡Menudo canto del cisne para Karloff (haría algo más pero nada comparable a ésto) y menuda opera prima de Bogdanovich (el guión firmado junto a Polly Platt, su mujer de entonces: luego apareció Cybill Shepherd)! Una película imprescindible.
Saludos.
Sí, querido Licantropunk, la he disfrutado muchísimo. Llevaba tiempo detrás de ella y no la había podido ver hasta ahora. Es mucho más compleja de lo que aparenta y un placer disfrutar de Boris. Bogdanovich está a punto de estrenar nueva película y yo siento afinidad con su forma de vivir el cine tal y como demuestra en sus libros. Y de sus películas, que todavía no he visto toda su obra, también me empapo bien. Genial el dato de Polly Platt.
Besos
Hildy
Hola Hildy,
Muy buen repaso a la película. Es obvio que a ti te ha gustado más que a mí, pero aun así sigue siendo una obra más que interesante, que de lo que era un mero encargo pasó a ser un filme con bastantes ideas detrás. A mí me molesta un poco el personaje y el papel del propio Bogdanovich, no le veo demasiada personalidad y parece que esté ahí solo para dar más brillo al propio Karloff… aunque mirándolo bien, eso tampoco es del todo malo, ¿no?
Un abrazo.
Querido doctor Mabuse, mil gracias por pasarte por la reseña. Jajaja, sí, me gusta mucho esta película. Y tienes razón que el personaje menos llamativo es el del propio Bogdanovich, que se ve, sin embargo, que lo disfruta. A él, con el cine y su ídolo le basta. Al fin y al cabo, tiene claro su objetivo.
Es verdad, pese a sus imperfecciones y ser película de encargo, al final es un largometraje con alma y muchas ideas de fondo. Totalmente cierto.
Beso
Hildy