Aprenderé a nadar

He visto ya varias veces La vida secreta de las palabras (2005) de Isabel Coixet y siempre me provoca un torrente de sentimientos. Confieso, aquí desde este blog, que Hildy siempre se enamora un poco de Josef, el protagonista (con rostro de un gigantesco Tim Robbins).

La película me interesa por muchos temas: por como toca la soledad, el aislamiento, el dolor, el sufrimiento, la verdad, la mentira, el humor, la supervivencia… en ese impresionante paraje o lugar apartado del mundo que es una plataforma petrolífera.

La película me atrapa por esa preciosa relación entre Hanna y Josef a través de la palabra, a través de historias…

La película me toca porque una y otra vez recuerda un conflicto cercano del que ya no se habla, la guerra de Yugoslavia. Porque muestra cómo hombres y mujeres quedaron afectados para siempre. Porque habla del trabajo de organizaciones como el Consejo Internacional para rehabilitación de víctimas de la tortura y nos acerca a la figura real de una neuróloga danesa que se llama Inge Genefke (con el rostro de Julie Christie en la ficción cinematográfica).

La película te lleva a un viaje a la soledad y el horror pero con un final con una pizca de esperanza porque sus personajes lo merecen.Y me resultan inolvidables un montón de escenas. Al igual que las canciones de su banda sonora. Pero me voy a quedar con una. Con la penúltima escena. Cuando Josef va a por Hanna. Cuando él quiere estar a su lado. Y Hanna, que sabe el dolor que guarda, un dolor que ha compartido de Josef, no quiere dar ese paso. Cree que es mejor para ella seguir aislada del mundo. Que todo el mundo la deje en paz.Y Hanna, con lágrimas, le dice a Josef sus motivos: “Porque tengo miedo de que si vamos juntos tú y yo a un sitio uno de estos días, quizás hoy no, quizá mañana tampoco… Sólo un día de repente… puede que empiece a llorar y llore tanto, tanto, tanto, que nada ni nadie pueda pararme, y las lágrimas llenen la habitación y me falte el aire y… y… te arrastre conmigo y nos ahoguemos y…»

Y entonces Josef la escucha, y ve que ella se aleja, pero no la deja escapar y la dice: “Aprenderé a nadar, Hanna, te lo prometo, aprenderé a nadar».

Y es un momento tan mágico y hermoso… lo entenderéis totalmente si veis la película entera porque ya sabéis que las palabras tienen una vida secreta.

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