Una de las simbiosis más hermosas en el mundo del cine es la que se produce entre un director de cine y un compositor de música determinado. A raíz de recordar la relación profesional entre Krzysztof Kieslowski y Zbigniew Preisner en el post anterior… descubrí que me apetecía escribir sobre otros dúos de la misma índole que cuentan de otra manera la historia del cine.
De estas uniones han nacido imágenes y notas musicales inolvidables. Ocurre que a veces un director de cine descubre que un compositor también cuenta la historia que quiere reflejar con una partitura. Y que la unión entre lo visual y lo musical construye grandes momentos de creación artística. Detrás de estas simbiosis hay historias de amistad o de relaciones profesionales inquebrantables. Dos sensibilidades que chocan (y se complementan) y generan una obra cinematográfica que ubica una inspiración mutua…
Así si nos viene a la cabeza el nombre de Federico Fellini (últimamente muy nombrado por los ecos a su cine que se encuentran en la nueva película de Paolo Sorrentino, La gran belleza) escuchamos irremediablemente las melodías de Nino Rota. Y recordamos la triste balada de Gesolmina en La Strada, el sonido de las calles de Roma en La Dolce Vita, la melodía circense porque la vida debe continuar pase lo que pase de Fellini Ocho y medio o sabemos cómo suenan los recuerdos en Amarcod. Pero además compuso también el universo felliniano de El jeque blanco, Los inútiles, Alma sin conciencia, Las noches de Cabiria, Giulietta de los espíritus, Satiricón, Los payasos, Roma, Casanova y Ensayo de orquesta.
Si pensamos en Sergio Leone, automáticamente escuchamos a Ennio Morricone. Y nos envuelve una música que empapa los espagueti westerns con el rostro de un hombre duro, Clint Eastwood y compañía en parajes desérticos. Así recordamos Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio o El bueno, el feo y el malo. O de pronto nos llega la armónica de Hasta que llegó su hora y el tema de amor de Érase una vez en América, una banda sonora hermosísima de principio a fin.
Hitchcock estaba muy unido a la música de Bernard Herrman… que contribuía al suspense y a crear un mundo sonoro muy especial. Su colaboración empezó en la década de los cincuenta con el divertimento de Pero ¿quién mató a Harry? Pero a partir de ahí regalaron música e imágenes inseparables como el momento de clímax en el teatro de El hombre que sabía demasiado. O el romanticismo fantasmal de Vértigo. El entretenimiento y la aventura en Con la muerte en los talones. La mezcla de terror y lo siniestro en Psicosis y Los pájaros. O los turbios recuerdos en Marnie, la ladrona.
… Cuando oímos la melodía de la pantera rosa, además de sonreír y de darnos ganas de andar de puntillas, nos golpean suavemente la memoria dos nombres: Blake Edwards y Henry Mancini. Y no sólo crearon imágenes y música para las aventuras y desventuras del inspector Clouseau sino que dejaron el romanticismo de Desayuno con diamantes o la tragedia de Días de vino y rosa, mezclado todo con la locura de El guateque o con el homenaje a la comedia y a la aventura de La carrera del siglo. Y juntos bailarían al compás de éxitos como 10, la mujer perfecta o ¿Victor y Victoria? O Darling Lili que compartieron junto a Julie Andrews (pareja de Edwards).
Steven Spielberg sigue trabajando con John Williams… Spielberg empezó su carrera con Williams. Su mundo sonoro coincidía con lo que él quería contar y ya desde los setenta con Tiburón fue su músico de cabecera. Así todos tarareamos las notas de ET o Indiana Jones… y unimos esas melodías a sus personajes. Nos emocionamos hasta llorar con el violín de La lista de Schindler. Y creemos descubrir a los dinosaurios en Parque Jurásico. Y en sus últimas películas Caballo de batalla o Lincoln sigue sonando la música épica de John Williams.
… Y ésta es, de nuevo, una historia interminable. Hay algunas uniones (de años y años) que a lo mejor no son tan conocidas entre los espectadores pero sí podemos evocar atmósferas, imágenes, sonidos… Y es lo que ocurre con el canadiense David Cronenberg y su compositor de cabecera, Howard Shore. Los dos han trabajado juntos en prácticamente todas las películas: desde finales de los ochenta hasta Cosmópolis. Los dos han estado presentes para crear un ambiente en Cromosoma 3 o La mosca pasando por Madame Buttefly o en Spider, Una historia de violencia y Promesas de Este.
Las simbiosis entre directores de cine y compositores son como una especie de unión mágica que deja no sólo dúos inolvidables sino un reguero de películas para mirarlas y escucharlas de otra manera… Es otra historia.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Hay películas que están adornadas con música, pero hay otras que sin ella no serían lo que son.Es más, incluso hay películas que son muy malas y son míticas por sus bandas sonoras. Pero cuando se da ambas cosas en estado de gracia tenemos la historia en el alma. Me gustaría mencionarte todas las que a mí me gustan pero no me dejaría el blogger por falta de espacio.Banda sonora y canción, que no es lo mismo. Ahora te ponen una canción (con Oscar) en los títulos finales de crédito.Me preguntó,¿qué sentido tiene eso? y además, la gente se levanta de sus butacas, casi, antes de los títulos finales para no hacer cola hacia la salida.
Besos, por ejemplo, con la canción Everybody’s Talkin de Harry Nilson, ya sabes, de Cowboy de medianoche.
Interesantísimo texto. Alguien dijo, y estoy de acuerdo, que la música «clásica» (aunque este adjetivo siempre ha estado mal puesto ahí) de nuestro tiempo es y será para siempre la música de las películas. A todos los nombres que citas cabría añadir, por ejemplo, a Almodóvar y Alberto Iglesias, o a Amenábar consigo mismo… No, en serio, mejor los que tú apuntas.
Y estoy con Paco, como casi siempre: la voracidad de adquirir óscares ha llevado también a banalizar la música de las películas. O se componen de músicas de manual, destinadas a epatar a la gente en plan «Memorias de África», como hechas con molde, o bien se trata de meras recopilaciones de canciones, cuyo mérito consiste en tener los dólares necesarios para comprar sus derechos. Lamentable. Pero, teniendo en cuenta que no hay ya apenas fotografía personal, mirada, tacto, propios, ¿para qué necesitas una música que pueda transmitir algo si no hay emoción o visión personal alguna en los fotogramas? Hablo en general, claro. Aún queda un pequeño reducto de lo que siempre ha sido y debe ser el cine.
Besos
Si acaso, una puntualización: yo no incluiría a John Williams en el mismo nivel «creativo» que los demás. Demasiados «homenajes» a clásicos y a otras bandas sonoras hay en su obra para pensar en que todo es cosecha propia.
Besos melodiosos
Es verdad que en ocasiones una melodía se asocia no ya a una película sino a todo un género. Y que hay músicos que han trabajado codo con codo con ciertos directores.
Como los que has citado tienen una carrera extensísima, el hecho de tener un par de trabajos que puedan resultar más rutinarios (cosa que me sucede con Mancini únicamente) no invalida su trayectoria.
Yo si incluiría a Williams, que en mi opinión no homenajea a los clásicos. Su obra en si misma es todo un clásico, que en ocasiones sí que ha tratado de ser imitada por otros.
No se que me pasa hoy con Alfredo pero no coincidimos. No pasa nada. Creo que hay bandas sonoras con canciones estupendas. Cameron Crowe sabe de lo que estoy hablando, por ejemplo. Y el resultado suele ser excelente. Que en algún film te coloquen tres o cuatro canciones de éxito, depende del valor dramático de las mismas. No lo veo siempre lamentable, aunque es cierto que alguna cosa me ha chirriado. Y la banda sonora de John Barry, pues es su estilo y creo que le va bien a la aventura africana por su toque melancólico.
Tal vez el único error de esa banda sonora es que reiteran su tema principal demasiadas veces a lo largo del film. Pero ese no es un problema del tema. Sino del director que decide cuando se introduce música y cuando no.
Bueno,y dicho todo esto, me quedo sin espacio para hablar de Rota Y de Howard Shore, buenos con esos y con otros directores. Muy interesante Hildy. Un abrazo
Víctor, no es una opinión: muchos expertos aluden a que John Williams plagió su «Marcha Imperial» de «Star Wars» de una obra de Gustav Holst. Otros señalan además que lo mismo puede decirse de otros de sus «clásicos» como «Tiburón» o incluso «E.T.». A partir de ahí, cada uno puede pensar lo que quiera. Para mí no es un músico a la altura de los mejores, por más Óscares que tenga. Elmer Bernstein, ese sí es cojonudo.
Besos & abrazos a ambos
Querido Francisco… y hay bandas sonoras más recordadas que las películas que las llevaron. Por ejemplo, dos películas que para mí ambas merecen la pena verlas pero sus músicas han sobrevivido más allá de sus imágenes: la banda sonora de VERANO DEL 42 compuesta por Michael Legrand. O la banda sonora de CASTILLOS EN LA ARENA con la canción The shadow of your smile por Johnny Mandel.
¡Y qué grande cuando la canción en una escena se convierte en parte de la película, de la historia! Eso es lo difícil y lo increíble al incluir una canción (… a favor de la historia)! Y tenemos dos casos precisísimos, la lucha de Audrey Hepburn que yo personalmente agradezco en el alma de que no desapareciera de Desayuno con diamantes, la canción de Moon River.
Y los besos con los que me despido… montada en bicicleta y entonando al aire libre (tarareando) Raindrops Keep Fallin’ on My Head…
Hildy
Querido Alfredo, pero ¡qué bueno cuando se da la conjunción de imágenes y música! Yo vibro. Me emociono porque es como entiendo yo la música… cuando me llega y me transmite (a falta de otros conocimientos… me dejo llevar más por el corazón).
La última vez que me emocioné fue con una película que no tuvo mucho éxito, que contaba los últimos días de Tolstoi, La última estación y la partitura compuesta por Sergei Yevtushenko.
Y como es el corazón el que dirige mi sensibilidad musical… me es imposible no recordar África cuando escucho la banda sonora de John Barry.
Respecto a John Williams fui niña en los ochenta luego crecí con sus melodías… con Superman, La guerra de las galaxias, ET, Indiana Jones…
… Ahhhh, querido mío, y ¡viva también Leonard Bernstein!… que no era familiar de Elmer… pero me gusta mucho.
Besos en clave de sol
Hildy
Querido Victor… mi cabeza afirma mientras te leo. Yo atesoro en mi memoria canciones en películas que forman parte de mis recuerdos cinéfilos. Y que son inseparables a las historias que se me narran en la gran pantalla blanca. Son momentos musicales que me son imposibles de olvidar. A veces no sé el título de la canción pero sí el momento. Así que te voy a citar tres porque me apetece mucho.
Primera canción. La interpreta Ryan Gosling con un ukalele y como dice él poniendo voz de tonto y la baila Michelle Williams en Blue Valantine. Creo que se titula You and me.
Segunda canción. Una de las escenas más extrañas e inquietantes de la ya de por sí extraña e inquietante película de Samuel Fuller, Una luz en el hampa. La canta una enfermera exprostituta con rostro de Constance Towers en un hospital de niños.
Tercera canción. Hush… Hush, Sweet Charlotte… las canciones infantiles en películas de terror me hacen temblar. Y la de Canción de cuna para un cadáver es una de ellas.
Besos cantarines (con la voz un poco ronca… que estoy acatarrada)
Hildy
Alfredo. Desde luego cada uno puede pensar lo que quiera…yo pienso que Berstein es sensacional y Williams también. Pero conmigo has dado en hueso duro de roer en este caso, ya que las bandas sonoras que más me gustan de Williams y lo que le hacen verdaderamente enorme (en mi opinión claro está)no son las archifamosas que citas, sino otras menos conocidas como «las cenizas de Angela» o «Rosewood» por citar dos al vuelo.
De todas formas, el argumento de los supuestos expertos no me termina de convencer. Un músico como Williams, con una carrera tan extensa no puede plagiar u homenajear constantemente. Me parece materialmente imposible. Aun así, no dejo de admitir que es cuestión de gustos. Un abrazo
Hola, Hildy, buenas tardes; solo quería sumarme a la reivindicación de la banda sonora de ‘Érase una vez en América’, una de mis preferidas, de largo…
Un abrazo y hasta pronto.
… Qué maravillosa es esa banda sonora… Y la película también, querido Manuel.
Beso
Hildy